Ahora no hay tiempo (elogio de la vida)

Éramos seres ligeros y despreocupados. Caminábamos por el parque, por la hierba o dentro de un vaso de vino blanco (¿cómo se llamaba?) que degustábamos lentamente o de una taza de caliente café con cereales que sosteníamos con ambas manos mientras escuchábamos al otro, a los otros.

Ahora no hay tiempo. Dice un amigo que el canalla sistema capitalista nos ha robado el tiempo (bueno, y el aire y casi las ganas de vivir) y en su lugar nos ha dejado la eficiencia y el dinero y la ganancia y las prisas y los cerebros agotados y estrujados que no diferencian el sol de la luna ni las estrellas de las rubias espigas de trigo, metidos como estamos en grandes invernaderos llenos de focos de luz artificial. El sistema. Una de sus garras es como un gran langolier, a la manera de aquellos hombres grises cometiempo que vaciaban calles y anfiteatros y jardines y robaban las almas y las risas y las sonrisas y el brillo de los ojos y en su lugar dejaban frío y negrura y opacidad y carnes que se arrastraban cansadas, resignadas y aburridas. Borrando el tiempo y borrando la chispa borraban la vida y la alegría y los sueños y ése no sé qué que hace que nos paremos ante una salamandra que escala un muro, ante los nenúfares de Monet o ante unos ojos que nos miran a través de un vaso de whisky. O aun ante la mano que nos acaricia el cabello y esos ratos de música en que bailamos con el hombre que amamos y las inolvidables veladas de té y pinchitos compartidas a medianoche con nuestros amigos-hermanos y amigas-hermanas. O ante una mesa grande llena de cartas y un boli y una libreta y toda la noche por delante para nombrar lo que callaste y ahora escribes si es que antes no te roban la noche y su silencio.

El canalla sistema neoliberal nos ha robado el tiempo, y el aire y casi las ganas de vivir como si fuéramos un Werther al borde del suicidio. Y la ternura y los sueños y el recuerdo también quieren quitarnos y sumergirnos en una muerte en vida y en el olvido, pero quizás no puedan, porque “el olvido está lleno de memoria” y porque si nos miramos fijamente o nos tomamos bien fuerte de la mano salta la chispa, salta la vida.

No han conseguido borrarnos del todo y aquí seguimos, sobreviviendo, soñando, recordando (lo que fue, lo que es y lo que será) desde un olvido repleto de memoria ardiente, dulces sueños y nuestras mejores intenciones. Si es que antes no nos eliminan del todo y no eliminan todo.

A veces en noviembre, cuando todo se tiñe de un dorado rojizo, ocurre que decides volver a lo de siempre. Los libros y el cine y las anchas avenidas llenas de árboles y los largos paseos y la cerveza y los cafés y al fondo música. Si es que antes no montan una hoguera con los libros el cine la música los árboles las flores y los besos.

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