
Foto fuente: PuntoEdu (PUCP)
Quisiera empezar recordando dos intuiciones centrales en la teología de la liberación que son: el método teológico y la perspectiva del pobre. La perspectiva del pobre siempre ha estado presente en la vida de la Iglesia, unas veces de forma más explícita y otras veces de forma más subterránea. Recordemos que, en los Hechos de los Apóstoles, después del conflicto entre Pedro y Pablo, la única recomendación de Pedro le da a Pablo es “no te olvides de los pobres”. Este no olvidarse de los pobres es recogido por la teología de la liberación de una manera novedosa como uno de los signos de los tiempos. La novedad consiste en entender que la pobreza tiene causas sociales, políticas, económicas y sociales, y que, por tanto, puede ser eliminada.
Acto segundo
El método teológico y la perspectiva del pobre, son dos realidades absolutamente inseparables. El método teológico no es un añadido, sino que es la pregunta básica: ¿Cómo decir al pobre que Dios le ama? ¿Cómo hablar de Dios desde el sufrimiento de los pobres?
Se ha repetido innumerables veces que la teología es acto segundo o, dicho de otra manera, “hacer teología es ponerle nombre a nuestra experiencia de Dios”. Cuando hablamos de nuestra experiencia de Dios, que es el acto primero, estamos hablando de nuestra experiencia de compromiso a favor del mundo de los pobres, de nuestra opción preferencial por los pobres. Dicho de otra manera, de esa relación personal de cada uno/una con Dios desde los pobres. En la teología de la liberación se habla de “gesto” y “palabra”. La palabra alumbra, ilumina, explicita el gesto (la práctica), pero es el gesto (el acto primero) el que realmente tiene consistencia.
Por eso la pregunta correcta al teólogo no es ¿cómo es tu teología, sino cómo es tu práctica?
Diferencias
Es aquí donde se pueden encontrar algunas diferencias entre la teología de la liberación y la teología europea. Se ha dicho – y se ha dicho muchas veces – que el interlocutor de la teología de la liberación es el no-persona, el pobre, el insignificante, el excluido… Mientras que el interlocutor de la teología europea es el no creyente, el hombre moderno, “adulto”, aquel que no necesita de lo religioso.
Según González Faus, el Jesús histórico es, para la teología europea, motivo de estudio, mientras que para la teología latinoamericana es motivo de seguimiento. Otra vez, el énfasis en la práctica. Todos conocemos la importancia, para la teología latinoamericana, de recuperar la humanidad de Jesús. Se trata, en realidad, de recuperar el verdadero sentido de la práctica cristiana: confrontar nuestra persona y nuestra vida con la persona y la vida de Jesús. En palabras de Jon Sobrino: “seguir a Jesús para proseguir su causa” o “recrear entre nosotros hoy la práctica de Jesús”. A esto nos referimos cuando afirmamos que la teología es reflexión crítica de la praxis a la luz de la fe (de la fe en Jesucristo).
En realidad, las diferencias entre la teología latinoamericana y la teología europea no vienen solo de un interlocutor diferente, sino, fundamentalmente, de una práctica diferente. La teología de la liberación parte de una práctica de compromiso con el pobre, la teología europea más bien se propone alumbrar lo religioso y la existencia de Dios ante el no creyente.
La cuestión de la imagen de Dios.
La Teología de la liberación, de Gustavo Gutiérrez, comienza exactamente así: “Este trabajo intenta una reflexión, a partir del evangelio y de las experiencias de hombres y mujeres comprometidos con el proceso de liberación…”. Este es el punto central de la teología, por eso mi insistencia en que no solamente hay una diferencia de interlocutor sino también hay una diferencia de práctica. La teología de la liberación solo es entendida a partir de la opción preferencial por los pobres.
Pero, de alguna manera, esta práctica de liberación y de opción preferencial por los pobres resulta ser un incómodo cuestionamiento a la teología tradicional. Por tanto, también un cuestionamiento a determinadas imágenes de Dios. Esto Gustavo lo explica en el libro Teología de la liberación a través de una cita de José María Arguedas: “El Dios de los ingenieros no es igual que el Dios de los indios”. Pedro Trigo hablaba, en este mismo seminario, hace un par de días, de que el problema de Dios en realidad no es el ateísmo, sino la idolatría.
Por eso quisiera acabar con un breve comentario del capítulo 9 del evangelio de Juan, la curación del ciego de nacimiento. El conflicto entre los escribas y Jesús es un conflicto teológico, de diferentes imágenes de Dios: Un Dios que salva gratuitamente y un Dios que salva a través del cumplimiento de la ley. La concepción de Dios de Jesús salva su dimensión trascendental, la concepción del Dios de los escribas se presta a la manipulación y la defensa de los propios intereses.
Puede visionarse la conferencia del autor en el Instituto Bartolomé de las Casas aquí:
FELICIDADFES Hxs.: Me resulta muy gratificante volver a recordar lo BIUENO de la Vida en Teología, de la Liberación, aunque nunca lo he perdido de vista por mi trabajo como quizás sabreis por mis cc.ee. mensuales a todo mi M. conocido, en apoyo del H. Francesco, Ob. de R. y su «IGLESIA POBRE Y DE LOS POBRES»…
Un abrazo y hasta siempre con la Justicia Mundial, sobre todo si somos Creyentes.
Gracias por recordarnos esas importantes diferencias. Me parece vital porque creo que en latinoamérica y el Caribe tenemos quizás mas literatura teológica europea que teología latinoamericana. Paz y BIen.