Aquí y allá, sin apenas hacerse notar, grupos cristianos ponen en marcha proyectos que ayudan a superar la desigualdad, a abrir caminos a quienes los tenían cerrados. El proyecto Hilandera es uno de ellos.
Capacitar y dignificar a las mujeres que sufren distintas pobrezas, mediante un trabajo y un trabajo bien hecho.
Es lo que intentamos hacer en Málaga, en el Proyecto Hilandera. Para mí, Hilandera es como un sueño evangélico, carismático… con rostro de mujer. Un sueño que ha tenido una trayectoria larga hasta llegar a hacerse realidad y por eso hoy nos sentimos agradecidas a las personas que lo hicieron posible desde sus inicios y al esfuerzo conjunto de varios colectivos para ir dándole concreción. Nace este proyecto en 2019 gracias a tres entidades: las Siervas de San José y las fundaciones Taller de Solidaridad y Marcelino Champagnat, que apoyaron el arranque con recursos económicos y equipo humano.

El proyecto hoy en día consta de dos líneas, una de formación en el textil, que va dirigida a mujeres que quieren aprender la profesión; y otra parte de taller, que tiene personal cualificado que realiza producciones para clientes de hostelería (uniformes, etc.), para colegios y también colecciones de moda.
El proyecto en ambos casos trabaja siempre con un colectivo de mujeres en riesgo de exclusión social.
Como fue Nazaret en el tiempo de Jesús, Hilandera es un signo pequeño, casi insignificante, frente a la magnitud de la realidad social del paro y de la coyuntura de tantas mujeres en situación de vulnerabilidad. Pero es una pequeña luz que, desde el compromiso cristiano con la transformación y la justicia social, ofrece esperanza y futuro porque posibilita:
- el empoderamiento de la mujer trabajadora pobre por medio de la capacitación y de un puesto de trabajo en condiciones óptimas, que les permite mejorar su calidad de vida.
- un trabajo de producción textil con criterios éticos y sostenibles.
- un trabajo en red, uniendo sinergias de varias instituciones en torno a un objetivo común.
La voz de las Hilanderas
Éste es el sencillo testimonio de las mujeres beneficiarias del proyecto sobre cómo lo conocieron y cómo les ha cambiado la vida.
“Estaba en el paro, aunque tengo mi carrera en Empresariales, a mi edad no me contrata nadie”.
“Estaba estudiando un grado superior de Asesoría de Imagen Personal y Corporativa. En vista de que no conseguía trabajo, decidí estudiar”.
“Anteriormente he trabajado como administrativa, aunque desde que nació mi hijo he dedicado todo el tiempo en criarlo y realizar las tareas de ama de casa; así empezó mi amor por la costura y por las tardes me desplazaba a distintos lugares fuera de mi localidad para aprender y así poderme hacer mi propia ropa”.
“Conocí el proyecto a través de una Sierva de san José”. “Yo, a raíz de la pandemia, me ofrecieron colaborar de voluntaria haciendo mascarillas”.
“Yo conocía algo del proyecto porque lo había visto en prensa. Luego, lo descubrí cuando empecé a trabajar como patronista en el taller. Hice un curso de patronaje y corte y confección en la fundación Marcelino Champagnat. El Proyecto Hilandera lo conocí casi al final del curso cuando estábamos en exámenes. Supe que las dos primeras con mejores notas, entrarían en el proyecto para trabajar. En primer lugar, quedé yo, en segundo lugar Robertine y en tercer lugar Vivi. Pero el proyecto decidió que elegirían a Robertine y Vivi porque en ese momento yo estaba trabajando, cubriendo una baja laboral que duró poco, donde hice las prácticas cuando estudiaba. Fue muy triste para mí porque me quedé sin trabajo y me quedé sin mi lugar para entrar en el proyecto, aunque estaba entre las tres con mejores puntuaciones. En vista de todo esto solicité entrar de voluntaria con la esperanza de conseguir una oportunidad de trabajar en el Proyecto. Estuve de voluntaria casi un año, al poco tiempo llegó la pandemia y me llamaron para participar como voluntaria, al poco tiempo entré en plantilla por que la Caixa estaba dispuesta a pagar nuestros sueldos. Hasta que cerraron por vacaciones en agosto. En septiembre me llamaron para trabajar en Proyecto Hilandera entrando en plantilla con contrato de media jornada subiendo a 6 horas cuando hay oportunidad por circunstancias de la producción”.

Abriendo hueco a las descartadas del mundo laboral
“Yo he aprendido una nueva profesión, y que la vida te da otras oportunidades”.
“Ha sido una experiencia bonita poder ayudar en un momento que hacía tanta falta”.
“Yo he aprendido muchísimo, sobre todo a valorar la buena labor que hacen en el proyecto, ya que cuando se tiene una cierta edad, en el mercado laboral es difícil entrar, por mucha preparación que tengas”.
“He aprendido a tener más soltura y rapidez en el coser. He aprendido que haciendo un trabajo desde las ganas, el esfuerzo y sobre todo mucho amor, mejoramos todos”.
“Tengo un trabajo con un salario digno para ayudar a sacar a mi familia para adelante, que no es poco”.
“Cuando empezó la pandemia yo estaba desempleada y el proyecto Hilandera me dio la oportunidad de seguir trabajando, lo que ha mejorado mi situación económica y por supuesto personal.”
“El proyecto ha cambiado mi vida en varios aspectos: soy más independiente, aprendo constantemente, tanto nuevas técnicas como a valorar a las personas que forman parte del proyecto, me hago cargo de mis capacidades.
Hilandera es un signo pequeño, pero una luz que ofrece esperanza y futuro
«Más que cambiar mi vida, diría que ha mejorado mi vida al tener un trabajo”.
“Principalmente por el motivo económico, dada la situación que estamos pasando, me viene muy bien poder contribuir en casa ya que los gastos son muchos. También, me siento más realizada como persona, ves las cosas de otra manera y otros alicientes en la vida”.
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