Ludovic-Mohamed Zahed (en la foto de la izquierda) va por la vida ondeando cuatro banderas nada fáciles de llevar, al menos si se juntan: musulmán, árabe, homosexual y seropositivo. Él lo llama encontrarse «en la intersección de diferentes representaciones sociales que se supone que no debían coincidir». Y de esta identidad múltiple y no buscada hace un combate público y hasta provocativo. «Los musulmanes homosexuales no deben sentir vergüenza. La homosexualidad no está condenada en el Corán ni en la sunna. Si Mahoma viviera, casaría a parejas homos».
Pero a Zahed, que ahora tiene 35 años, le costó llegar a esa seguridad. Hijo de emigrantes argelinos en Francia, pasó la infancia maltratado por su padre y su hermano por su actitud poco «masculina«. Él mismo se pensaba homófobo y, adolescente, se hizo salafista durante cinco años. Luego pasó al extremo contrario. A los 19 años, mantuvo una relación con ¡un votante del Frente Nacional! de la que salió seropositivo.
Y tan desesperado que se hizo budista, primero, y casi cristiano, después. Finalmente, con lo bueno de cada una de estas religiones –la meditación, la aceptación, la tolerancia, el deseo de ayudar a otros- volvió al islam. Con un marido sudafricano de 29 años –no reconocido en Francia, claro- y con ganas de estrellarse contra el mundo. Y contra el propio colectivo homosexual, al parecer.
En enero de 2010, fundó la asociación HM2F: Homosexuales musulmanes(as) de Francia. Una asociación expulsada un año después, de la coordinadora Inter-LGBT, a la que sin embargo pertenecen la cristiana David y Jonathan y la judía Beit Haverim. ¿La causa? Pues sí: el carácter confesional islámico de la asociación. Es sabido que están discriminados por homosexuales en el islam; pero lo que no se sabe tanto es que los (y las) homosexuales también son capaces de discriminar a otras personas por musulmanas. Las otras dos asociaciones de creyentes no abrieron la boca, dicho sea de paso.
Pese a ello, HM2F cuenta ya con 260 miembros (y miembras). Y Zahed sigue empeñado en abrir las ventanas coránicas para que entre aire fresco, convencido de que solo se puede cambiar el sistema desde el interior. Y sueña con un islam que acepte la blasfemia porque «el pensamiento crítico es esencial para el desarrollo espiritual» y respete el pluralismo, porque «la religión no es fuente exclusiva de la verdad». Un islam que acabe con el patriarcado, el machismo y la invisibilidad de las mujeres. ¿Les suena?
Este adviento, Zahed es noticia porque acaba de abrir, a las afueras de París, una sala de oración igualitaria e inclusiva, abierta a todos. No es una mezquita gay, aclara. Solo gente, mucha de ella hetero, que se reúne para rezar. Si es que les dejan los fanáticos de turno, que, por supuesto, le han amenazado de muerte. Y todo, como dice él con humor, «por querer golpear el suelo con la cabeza cinco veces al día». ¿Se lo pueden creer?
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Un Corán de aire fresco
Respetar las opiniones y practicas de los demas, tener una mente y una actitud abiertas ante la gran diversidad de nuestro mundo actual, fomentar la tolerancia… Valores fundamentales para vivir en sociedad, en definitiva. Pero realmente somos tolerantes en nuestro dia a dia?
Un buen articulo para reflexionar en este tiempo de adviento.
Un Corán de aire fresco
Se podrá estar o no de acuerdo, pero lo que nadie debería discutir es el derecho a expresarse y a vivir cada quien como quiera, pueda, desee o necesite.
Interesante reflexión.
¡Que cunda el ejemplo!
Un Corán de aire fresco
Hola. Muy buen artículo. Gracias Fermín. Hay que difundir estos huecos de libertad y revolución que existen en todas las religiones. Feliz 2013.