Cristianos a la greña

El domingo pasado terminó la semana de oración por la unidad de los cristianos. En la ceremonia de clausura en Roma, el papa eligió un tema que le es muy querido: la paz en Tierra Santa. Pero no se refirió a sus tormentosas relaciones con los judíos, que desde mi último post se han agravado aún más con el perdón vaticano al obispo lefrebvista Williamson, que, además de ser ultraconservador, niega el holocausto.

Pero no es momento de hablar de los judíos. Esta vez, Benedicto XVI se refería a la paz entre cristianos, que deben dar –claro- ejemplo y testimonio de unidad: “Nuestra oración por la paz debe estar siempre respaldada por gestos valientes de reconciliación entre nosotros, cristianos, sin los cuales la paz será imposible”, dijo.

No le falta razón. Porque los cristianos paisanos de Jesús andan bastante a la greña. Baste un ejemplo de los que no le gustan al papa, pero que resulta significativo por el impacto público que tuvo y, sobre todo, por todo lo que tiene detrás. Hablo, sí, de la pelea del otoño pasado entre sacerdotes greco-ortodoxos y armenios en la basílica del Santo Sepulcro, cuyas imágenes grabadas dieron la vuelta al mundo.

El origen del violento enfrentamiento fue un “ligero” desacuerdo en cuanto a los privilegios de uso del lugar santo. Los armenios celebran todos los años la Fiesta de la Cruz en la tumba de Cristo. Los greco-ortodoxos les reconocen este derecho, pero reivindican la presencia de uno de sus monjes durante la celebración, lo que rechazan los armenios. Esta vez , las dos comunidades intentaron negociar, pero no se pusieron de acuerdo y ambas se negaron a ceder sobre lo que consideran su derecho. En el momento de la procesión, los armenios se lanzaron contra los ortodoxos en reacción a la presencia del monje que, según ellos, no debía estar ahí.

Los llamados Santos Lugares son muy queridos por todas las iglesias cristianas, y puede que de una manera especial por las iglesias orientales. Todas quieren estar presentes allí. Históricamente, esta presencia ha estado fuertemente influenciada por las circunstancias políticas y por las distintas autoridades de Jerusalén según las épocas. Las divergencias entre derechos y pretensiones de las diversas comunidades (católicos, ortodoxos, griegos y armenios) implicados en el estatuto de los Santos Lugares han sido, pues, frecuentes. Dada la complejidad de las reivindicaciones, las autoridades otomanas formularon ya en 1852 una suerte de “statu quo” con el fin de fijar los derechos existentes. El conjunto de los derechos de propiedad y de celebración se reflejaron por escrito, pero no se tuvieron en cuenta todos los detalles. Quedaron agujeros que aún subsisten y que dan a veces lugar a reivindicaciones divergentes, cuando no a conflictos o a enfrentamientos directos, como en este caso.

Además, hay que señalar que la iglesia greco-ortodoxa se considera la Iglesia madre en Jerusalén, asegurando la sucesión directa de los obispos y de los patriarcas desde los primeros tiempos. De este hecho, estima que debe regir los Santos Lugares como dueña de ellos y considera a las otras iglesias como sus huéspedes. Evidentemente, el resto de iglesias no comparten esta visión y reivindican su presencia en su propio nombre.

Las tensiones actuales son fruto de esta situación, aunque las relaciones entre las iglesias han mejorado sustancialmente en los últimos cuarenta años, especialmente tras los trabajos en común para la restauración del Santo Sepulcro comenzados en los años 1950 y terminados en torno al año 2000. Este esfuerzo colectivo favoreció una relación de confianza y colaboración. Sin embargo, las diferentes interpretaciones de los derechos de uso, que nadie quiere ceder, continúan dando alimentando conflictos. Y estos derechos priman más, al parecer, que las creencias comunes y el amor a los hermanos.

Digamos, para concluir, que parece evidente que los periodistas fueron avisados de antemano de los incidentes que iban a tener lugar, porque la presencia de fotógrafos no es sistemática en cada ceremonia del Santo Sepulcro. Y esta vez los había, y muchos. Alguien estaba, pues, alguien interesado en que la pelea se viera a través del mundo. Y sí, es lamentable que se de tanta publicidad a estos sucesos. Pero más lamentable es que ocurran, ¿no?

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