La carta

En la estación de tren de Cáceres mi hermana nos despedía una vez con cara de asombro: “Yo creía que los trenes ya no echaban humo..” Este sí, le contesté. El tren extremeño es una vía sin electrificar, de las pocas de España, en larga distancia creo que la única. Anoche en medio de la tormenta aquí en Murcia, hacia la una de la mañana, me acordé: Greta Thunberg no puede venir en tren a Madrid. En un mes resolvieron un evento mundial apoteósico en Madrid. En años no han resuelto el problema del tren extremeño ni de mil cosas que sabemos… Como dice Greta: está claro que no interesa.

La enorme dejadez de las basuras, la aparente desidia de tantos, la falta de cuidado con la naturaleza, con las personas, con los detalles de la vida… Anoche la tromba con truenos y relámpagos, de traca final encima mismo, duró una hora en fase exagerada. Pensaba en los países en guerra, en la soledad de tantos… mientras mi perrillo se “abrazaba” tembloroso en el regazo. No ha pasado nada por donde estamos afortunadamente. ¿ Y nuestros hijos mañana?

Greta no puede venir en tren. Creo que ella, y muchos, vendríamos andando a Madrid o a los confines del mundo, llamando a cuantas puertas fuera necesario: mientras la procesión nos va por dentro y hacemos cuánto y cómo podemos cada cual.

Estamos con vosotros, con todos los Greta/os, y os tenemos que entregar ya nuestras soluciones y, sobre todo, la llave de la esperanza…

Desde Lo Pagan, el cielo renegrido, puesto el corazón en un candil.

Mari Paz Santos

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