Carlos González Cique lleva 60 años viviendo en Japón como hermano de la Compañía de Jesús. Ahora ha visitado España, donde no estaba desde hacía casi un lustro.
Nos cuenta que, algún tiempo después de su llegada al país nipón, quiso trabajar como obrero (conectó con un sacerdote obrero de la Misión de Francia) y, en efecto, comenzó a hacerlo en la construcción tres días a la semana, porque el permiso oficial no autorizaba otra cosa. Recuerda alguna anécdota de ese comienzo. Tras un mes de relaciones muy formales con los demás obreros, uno de ellos le invitó a beber y el alcohol facilitó las confidencias. Los trabajadores japoneses pensaban que Carlos trabajaba con ellos porque había sido castigado por su congregación por alguna ignorada fechoría. Cuando se aclaró el equívoco se desbloqueó también la situación y ya todos fueron muy amables con él.
[quote_right]En Japón cada vez hay más peticiones de celebrar el matrimonio en un entorno católico.[/quote_right]Un problema de espalda le llevó a trabajar más tarde en una fábrica de zapatos y, finalmente, a colaborar con los Traperos de Emaús (enlace a web archivada) en versión japonesa. Después pasó a gestionar la el noviciado y escolasticado y ahora es enfermero en la comunidad a la que pertenece, con 49 jesuitas de diez nacionalidades.
Su teología es muy sencilla. No se trata de provocar conversiones sino de tener una presencia cristiana, que ayude a las demás personas a sacar lo mejor de sí mismas. Esa ha sido siempre su idea y su experiencia, que le ha permitido descubrir un fondo religioso en aquellos seres humanos a los que ha tratado, desmintiendo el tópico que atribuye a los japoneses y japonesas una indiferencia generalizada respecto a la religión. Y lo cierto es que no habla de oídas, porque relata casos y sucedidos desde su experiencia sencilla y entregada.
Según nos cuenta, la presencia católica en Japón no es grande, pero la Iglesia goza de un respeto general. No solamente por la Universidad Sophia, con más de cien años de historia -con 600 profesores y 11.000 estudiantes y que se cuenta entre las cinco más importantes de Japón-, sino por esa presencia sencilla y coherente que Carlos defiende como la mejor evangelización. Por eso no quiere hablar de números o estadísticas. Aun así, nos relata la manifestación interreligiosa que recientemente planteó su protesta contra los planes de rearme del Gobierno.Haciendo referencia al atractivo de la Iglesia, relata Carlos el hecho de que en Navidad son muchísimos los japoneses y japonesas que acuden a las celebraciones -aun no estando bautizados- y la demanda creciente de celebraciones de matrimonios no “por la Iglesia” sino “en la Iglesia”. Ello ha propiciado una pastoral de iniciación a la Biblia muy interesante.
En la comunidad de Carlos conviven profesores de la universidad y pastores de la parroquia cercana pero, desde hace un tiempo, han decidido abrir la casa a los sin techo. La crisis económica ha dado lugar a un aumento de personas indigentes, de modo que una vez en semana reparten trescientos desayunos y ofrecen posibilidad de ducharse y arreglarse. Como decía un reciente reportaje de ABC, los jesuitas en Japón están con las élites y con los desfavorecidos. Carlos siempre ha querido estar con estos últimos.
La Iglesia japonesa cuenta con unos 450.000 miembros, el 60% de los cuales son mujeres. Los obispos y obispos eméritos son 24 y 1.481 los sacerdotes, de los que 887 son japoneses. Hay, además, 35 diáconos, tres de ellos japoneses; 91 seminaristas mayores y 38 seminaristas menores. En Japón hay sólo 798 parroquias y 172 parroquias en misión. El número de religiosas es de 5.678, de las que 5.419 son japonesas; también hay 201 religiosos, de los que son japoneses 150. El año pasado se celebraron 6.914 bautizos, en los que 3.594 de las personas bautizadas tenían ocho años o más.
La asistencia a la misa dominical ha decrecido en un 8%. Así, la asistencia total a la misa dominical el año pasado fue de más de 111.500 fieles y participaron en la misa de Pascua de Resurrección sólo 197.517. La misa de Navidad fue la que registró la mayor asistencia del año, con 254.298 fieles. Comparadas con el año 2004, las estadísticas muestran un declive, con menor número de parroquianos, sacerdotes, religiosas y bautizos.