Pepa Torres

Teóloga y religiosa Apostólica del Sagrado Corazón de Jesús, vive en una comunidad intercongregacional en el madrileño barrio de Lavapiés. Allí apoya los movimientos sociales y la defensa de los derechos humanos, especialmente desde la Red Interlavapiés. Escribe en alandar la sección "Hay vida más allá de la crisis".

Foto. Tanakawho

Sobre vínculos, encuentros y reencuentros

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No sé si ha sido por la muerte de Zygmunt Bauman, profeta del mundo líquido o porque hace unos días en el funeral del padre de un amigo me reencontré con personas con las que, aunque hacía muchos años que no nos habíamos visto, la hondura de la comunicación y el reencuentro fluyó con una facilidad insospechada. El caso es que llevo unos días dándole vueltas al poder de los vínculos y los encuentros y reencuentros en la vida.

La Virgen María también denunciaría

Empiezo mi artículo de este mes con una frase con la que una amiga centroamericana convencía a otra para que abandonara su domicilio y acudiera a un servicio de protección contra la violencia machista. Desde entonces lo cantamos como consigna en las manifestaciones del 8 de marzo y el 25 de noviembre. La religión puede ser el opio del pueblo y, en ese sentido, también de las mujeres o, por el contario, un punto de apoyo importante para su liberación. Todo depende. Depende, entre otras cosas, de cómo leamos la Biblia y el Evangelio, domesticándolos y sometiéndonos a su patriarcalización o desde una hermenéutica de la liberación o de la sospecha. Mi amiga centroamericana lo tenía claro. No en vano ella abandonó a su marido agresor con tres hijos y embarazada después de leer el Magnificat y ponerse debajo del manto de la virgen de su pueblo

Pepa Torres hace un llamamiento a la teología del grito para reclamar nuestros derechos

Gritos

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Los excluidos y excluidas gritan con su palabra y sus cuerpos. Pero lo que no tienen son micrófonos ni medios de comunicación al servicio de sus intereses. El sistema trata de sofocar sus gritos porque su reclamo es percibido como una amenaza para el statu quo. Por eso es urgente recuperar la vigencia del grito -por políticamente incorrecto que parezca- y sumar nuestra voz a la suya con decisión, sin tener vergüenza ante un sistema perverso que se escandaliza de tales gritos mientras machaca implacablemente a quienes no pueden más estigmatizándolos o criminalizándolos.

Entre costuras y sueños

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Aunque mi madre era modista, nunca me enseñó a coser. Estaba convencida de que la mujeres teníamos que hacer otras cosas en la vida y para eso cosía y cosía y, mientras lo hacía, alimentaba y se gozaba con mis sueños de adolescente que quería ser abogada o escritora. Quizá por eso siempre me ha fascinado el arte de la costura, el milagro de la aguja y el hilo, del pespunte y los hilvanes…