A ti, mujer
Amigo/a de alandar: permíteme que en esta ocasión sea mi corazón quien hable y que, en vez de “teología”, sean sentimientos los que de él afloren. Además, si uno lo piensa despacio, una teología sin sentimientos, ¿para qué sirve? Por ello, quiero hacerte partícipe, de la “teología sentimental” que mi corazón me ha dictado.
Querida madre, hermana, compañera, amiga o mujer a quien quiero por distintos motivos y razones, entre ellas la más importante, como es el hecho de participar de la misma humanidad que la mía como hombre que soy.