A los 40 años del vuelo de ‘El Pelícano’

Por Jose Luis Cortés

Ahora que constantemente está puesto sobre la mesa el debate sobre los límites del humor y, cuando no es este, el referido a las ofensas al sentimiento religioso, no sabemos si hubiera sido posible sacar a la luz hoy una revista tan ácida y descacharrante como ‘El Pelícano’. Cuatro décadas después de su nacimiento tenemos el privilegio de contar con José Luis Cortés para glosarlo.

La revista de humor religioso El Pelícano cumple 40 añosTodo empezó en 1979 (el año siguiente a la ascensión al trono pontificio de san Juan Pablo II), con un grupo de amigos (la mayoría sacerdotes jóvenes de Madrid y alguna mujer de probada virtud) que nos reuníamos periódicamente a comer, y nos reíamos mucho haciendo burla de algunas solemnes tonterías de la Santa Madre Iglesia (sea eso lo que fuere). Decidimos lanzarnos a publicar aquellas cosas. Uno de nosotros trabajaba en la hoja dominical de la Diócesis “Iglesia en Madrid”, así que teníamos acceso a la misma imprenta que por entonces publicaba las celebradas cartas pastorales del Cardenal Tarancón1.

“El Pelícano sale (decía el Editorialillo del número 1) para ser la casa de toda esa gentuza generalmente bienintencionada que no aguanta más seguir engordando con su esfuerzo -un esfuerzo donde se deja uno la piel- un tinglado que se dice evangélico pero funciona extrañamente, tiene una ideología muy extraña y habla un lenguaje como el del Pato Donald”.

¿Por qué “El Pelícano”? Pues era, como “La Codorniz”, un pajarraco, pero de mayor tradición eclesial (“Con tu sangre, Pelícano sagrado, lávanos de las manchas del pecado”. Sic).

“Vida Nueva” nos echó una mano (eran los tiempos del gran Bernardino M. Hernando), reproduciendo la primera página de nuestro número 0; y eso fue una buena publicidad. En un año (que fue lo que duró la cosa) llegaríamos a tener cerca de mil suscriptores pagantes: curas, monjas (incluso de clausura) y cristianos de distinta pelambre, alguno desde Argentina, Uruguay, Puerto Rico, India… Hubo una suscripción (lo juro) de la Abadía del Valle de los Caídos. El dinero de las suscripciones (300 pesetas) servía para pagar los sellos de los envíos.

Cada mes publicábamos un número fruto de nuestra alegría, nuestra fe sin pamplinas y nuestro compromiso con una Iglesia menos casposa (aunque ya en el número 2, y ante el temor de ser prohibida, la revista decidió celebrar su Primer Centenario), “con más ganas de encontrar que miedo a perder”.

Y cada número era recibido también con críticas feroces y chirriar de dientes por parte de la otra orilla: “El Alcázar”, “¿Qué pasa?” y los del “Cura al sol”. El cardenal Tarancón nos decía: “Cada vez que sacáis un número, me crucifican” (pero en la Iglesia ser crucificado no debería estar mal visto). Y eso a pesar de que nosotros, ya en el primer número, rogábamos: “No nos condenen, por favor. Dennos tiempo de que nos condenemos nosotros solos”.

Allá por la mitad de la peripecia (en enero de 1980, y quizás siguiendo una recomendación que la propia revista hacía para acabar de una vez por todas con “El Pelícano”) nos llegó una citación del Juzgado Número 6 de Madrid “por ultraje a la religión católica”. Por lo que pudimos saber, provenía del párroco de Los Jerónimos (Hasta en eso tuvimos altura de miras). Al final fuimos absueltos porque Martín Patino (Provicario General, nada menos) reclamó para la Iglesia el derecho a juzgarnos, dado que la gran mayoría de los colaboradores éramos clérigos, y porque el juez lo sobreseyó, visto que “La religión católica son ustedes” (En efecto, el que no era Delegado diocesano de la Juventud era responsable de medios, arcipreste de tal sitio…).

Absueltos pero cansados, cesamos la publicación al año (como, por otra parte, estaba previsto, y visto que toda creatividad tiene sus límites, excepto la del Creador, que Dios bendiga) y cada uno tomó su derroteros, en algún caso no tan derroteros.

Ahora se cumplen cuarenta años de aquello. Alguno ya ha muerto, como el bueno y profético Eduardo Burgos, que tanto y tan bien colaboró. ¿Sirvió para algo? Formó parte, desde el humor y sin demasiadas pretensiones, de otras muchas iniciativas que intentaban mantener vivo el espíritu del concilio Vaticano II, apoyando lo que creíamos importante y bajándole los humos a todo lo demás. “Nosotros enseñaremos a los gusanos cómo hacerse mariposas y, apiñados alrededor del fuego, nos contaremos historietas como aquella de la señora que fue y metió una pizca de levadura en medio de la masa” (Núm. 2: A qué llamamos Pelícano). Pues eso.

ALGUNOS CONTENIDOS DE “EL PELÍCANO”

De forma algo caótica, en las páginas de la revista fueron apareciendo muchos textos de los que hacemos aquí una bien breve antología.

Noticias:

A raíz de lo que iba pasando (y en aquel año pasaron muchas cosas), escribíamos “noticias”, unas inventadas y otras no tanto.

– Conferencia de Don José M.ª Escriví de Biliguir sobre “El Concilio de Trento y el piropo, un agasajo postinero”. “El público – aseguraba la noticia – puesto en pie huyó a la desbandada”.

– Se prolonga la vida eterna por diez años más.

– Abofetea a su vicario por llamarle “catecúmeno” (en la Vicaría Camilo Sexta).

– Declarada herética la devoción al Sagrado Carrozón de Jesús.

– Con motivo del “monitum” que le llegó de Roma a Monseñor Iniesta para meterlo en vereda, dimos cuenta de otros “144.000 sellados” que habían sido llamados a Roma a declarar en el último mes. Entre ellos, Hans Burguer Küng, el teólogo Schilemeckx (“por haber puesto en duda la indisolubilidad del bicarbonato sádico”), Raquel Welch, “de las Hermanitas descubiertas”, y la Virgen del Pilar, por decir que no quería ser francesa. En otro número informamos de que también habían sido llamados a declarar Judas Iscariote (“por haber vendido a Cristo en 30 monedas, siendo así que se le podía haber sacado mucho más”), José el carpintero (“por haber albergado dudas sobre la concepción virginal de la Santísima Virgen María”), o los pobres de espíritu, los mansos, los misericordiosos, los limpios de corazón, etc, “por contentarse con ser llamados ‘Bienaventurados’, y no aceptar títulos como ‘Monseñor’, ‘Excelencia’, ‘Eminencia Reverendísima’ o ‘Santidad’”. Por otra parte, en el número 5 tranquilizábamos a todos los que todavía no hubieran sido llamados a declarar a Roma: “No deben por ello sentirse deprimidos, marginados, o comenzar a preguntarse si su línea pastoral ya no está de acuerdo con el Vaticano II (…) Así que no se impaciente Ud., que si es Ud. buen cristiano, tarde o temprano será llamado a juicio”.

– “La abadesa de Bramaputra ha sido cesada de su cargo por lo mismo”.

– También se denunció el nombramiento para obispo de Milán de Monseñor Martini, como una campaña de promoción de las bebidas alcohólicas por parte de la Curda romana.

– “Desmentido: No es cierto que Hassam II y Juan Pablo II sean primos segundos, a pesar del apellido. Y mucho menos carnales.”

– “Entre gritos de ¡Milagro! ¡Milagro! Hizo su aparición, en medio de una reunión del Cabildo Catedralicio, un cristiano laico de base, especie totalmente desconocida por los reunidos”.

– “Hay división de opiniones sobre los recientes Acuerdos Parciales entre la Iglesia y el Estado Español. Para algunos son poco cuerdos; para otros, demasiado parciales”.

– “Una niña fue confirmada salvajemente por el obispo de su diócesis. El carácter indeleble del sacramento ha ido esta vez demasiado lejos, y la niña quedará marcada para toda su vida”.

– Publicamos (En exclusiva) “Controlatio Natalitatis”, un rumoreado documento póstumo de Pablo VI, muerto pocos meses antes, en el que supuestamente proponía algunas medidas indoloras para limitar los nacimientos. Entre otras, “subvenciones a todos los que se ofrezcan con voto a no traer más niños al mundo. Aquí tendría su lugar natural la subvención al clero celibatario, siempre y cuando cambien de conducta”.

– En mayo publicamos un “auto sacramental” sobre las primeras comuniones, y un artículo muy sabroso (entiéndase) en el núm. 11 sobre reliquias.

Para curarse en salud sobre estas noticias, la revista ya avisaba de que “algunos datos no han podido ser confirmados, por no haber asistido al cursillo de preparación para la confirmación”.

Otras noticias eran auténticas, aunque chocantes, como que “España importó de la Ciudad del Vaticano, durante el primer semestre del año pasado, 53 toneladas de madera, 980 de desperdicios y desechos de productos siderúrgicos y 26 kilogramos de sellos de correos”. O el “Trigésimo tercer documento de Su Santidad el Papa Gregorio XVII” del Palmar de Troya, que hablaba del “maldito y monstruoso antipapa Juan Pablo II” (el subrayado era nuestro) y “en defensa de la Virgen del Pilar y contra los separatistas españoles” (¿les suena?). “¡Toma castaña y arriba la católica España!”, terminaba la noticia de El Pelícano.

También dimos noticia del II Encuentro de Curas Jóvenes de Madrid, que tuvo lugar el 9 y 10 de noviembre de 1979, sobre “El momento actual de la Iglesia”, y en el que, entre otras cosas, se había criticado “el triunfalismo y la teatralidad de los viajes” del Papa.

En Semana Santa publicamos un “via-gocis” (“práctica antigüísima entre las comunidades no ortodoxas, es decir, aquellas que no pronuncian bien y caen por su base”) en cuya VI estación, por ejemplo, Jesús confería las órdenes sagradas a Juana “la verónica” (así llamada porque anda de lao), porque “lo que importa no es el sexo, sino el servicio, y servicios ha habido siempre de damas y de caballeros”.

El número 7 recogía la noticia del asesinato de Monseñor Romero (marzo 1980) y se hablaba de su homenaje de recepción en el cielo, donde “el Padre Eterno disertó sobre el tema: ‘Por qué matan a unos obispos y a otros no’”. Se le concedió el pelícano de oro.

El número 6 tomaba de “Sábado Gráfico” una noticia según la cual un estudio de los profesores de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma sobre la situación psicológica del clero afirmaba que un 75% de los sacerdotes era neurasténico, un 15% necesitaba ayuda psiquiátrica y solo un 10% daba muestras de buena salud y de equilibrio psíquico.

Por si era preciso, recordamos, en fin, que en Levítico 11, 13, se enumeraba al pelícano entre las aves que no deben comerse por ser “cosa abominable” (junto con el águila náutica, el quebrantahuesos, el buitre egipcio o el murciélago).

“Consultorio” (¡Sonsáqueme, padre!)

Preguntas (inventadas) de supuestos lectores eran contestadas por nuestros mejores (supuestos) especialistas.

– Pregunta: ¿Cuándo me va a dejar la Iglesia que me acueste a gusto con mi legítima esposa? Respuesta: En cuanto al día y la hora, ni el Hijo del Hombre lo sabe.

– ¿Es pecado escupir? R./ Todo depende de la intención. Si se escupe con voluptuosidad, desde luego que sí, aunque solo se escupa con el pensamiento.

– He oído decir que el Papa ha rehabilitado a un Galileo. ¿Quiere aclararme un poco la cosa? R./ Hay un Galileo que fue condenado en el año 33: ése no ha sido rehabilitado por ahora. El rehabilitado por el Papa es otro Galileo que fue condenado el año 1633. Como ambas fechas terminan en lo mismo, quizás haya podido llamarse a error.

– Recientemente he leído en varios periódicos y revistas que el Sr. Tarancón festejaba sus bodas de oro; pero en ninguna de las fotos aparecía su señora. ¿Acaso están separados? R./ Lo de esas Bodas de Oro es una malintencionada metáfora urdida por el sector más joven de su clero -sexualmente obseso y muy inmaduro- que se empecina en hablar de las bodas cuando deberían fijarse sobre todo en el oro.

– El Papa se mete con los abortos, con los anticonceptivos, con las relaciones prematrimoniales, y ahora hasta con la regla de las monjas, ¿adónde vamos a llegar? R./ Esto es un consultorio, no un horóscopo.

(A alguna carta que nos acusaba de ser un poco “obsesos con el sexo” contestamos que efectivamente era así, siguiendo en esto al menos el ejemplo de nuestra amada Iglesia).

Anuncios por palabras:

“Cambio roquete por tanga” – “Señora gorda se hace reliquias” – “Beata ardorosa busca adorador nocturno” – “Cambio nueve Primeros Viernes (repetidos) por siete Domingos de san José” – “Las Hermanas Esclavas de las Esclavas dicen que ya está bien” – “Pilatos, tarritos de esencias para los subponcios” – “Alma condenada a las tinieblas exteriores compraría linterna en buen estado” – “Camino: la mejor guía para hacer carrera” – “Perdido Vaticano II. Se agradecería devolución” – “Busco chica formal, liberada, para leer la epístola” – “Profesor de arammeo enseña a leer la Biblia en sus oriinales”…

Poesías y cancioncillas.

En la redacción había talentosos poetas frustrados, que nos obsequiaron con glosas como estas:

? Hoy la tierra y los cielos me sonríen – hoy llega al fondo de mi alma el sol: – Hoy no hicieron colecta en la parroquia – ¡Hoy creo en Dios!.

? Los suspiros son aire y van al aire – Las lágrimas son agua, y van al mar. – Cuando el vicario sale por la noche – ¿dónde cuernos irá?

? ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? – ¿Qué interés se te sigue, feligresa, – que en parroquia do nadie se confiesa – me asedias, prescindiendo de otros curas?.

? Con Dios me acuesto – con Dios me levanto – y con la sacristana – de vez en cuando.

? A mis lampadarios voy, – de mis lampadarios vengo, – porque recogiendo duros – me procuro un sobresueldo (…) A mis lampadarios voy – de mis lampadarios vengo – porque vender marihuana – es menos seguro que esto”.

? La puerta del Concilio, ¡quién la volviera a abrir! – ¡Jesús, qué negro vemos el porvenir! – Después de la experiencia del Sínodo Holandés – parece ficción-ciencia Juan XXIII!

? Polonia tuvo que ser – con su ancestral cristianismo – la que frenara a la Iglesia – que caminaba al abismo. – El humo de Satanás – todo lo hacía negro y turbio – hasta que vino a salvarnos – este Papa fuerte y rubio. (Y terminaba) Ya todo aquello pasó, – la Iglesia vuelve a estar quieta. – ¡Tantas promesas de cambios – que se han ido a hacer puñetas!.

Artículos de fondo

También había artículos “de fondo”, más o menos comprometidos: desde dar cuenta de experiencias novedosas de pastoral, a entrevistas (entre otras, Gloria Fuertes: “La esperanza es una lagartija a la que le crece el rabo aunque se lo corten”). La marginación de la mujer en la Iglesia (“Las mujeres, como ya saben nuestros lectores, han sido siempre perseguidas -en el buen sentido de la palabra- por los obispos”). “Carta a mi madre la Iglesia (“Tú que siempre estás defendiendo los derechos humanos, mantienes en casa una estructura monárquica trasnochada y fomentas un uso del poder que hace gritar a las piedras”), “Carta a Dios” (“O tu Iglesia tiene una esperanza para los pobres, o maldita sea tu Iglesia”), “Carta a mi obispo” (“Sé que estás convencido de estar prestando un servicio a Dios, a la Iglesia, a España… pero ¿qué Dios? ¿qué Iglesia? ¿qué España?”). En la sección “Los del margen”, tuvieron su espacio los delincuentes, los drogadictos, las madres solteras, los alcohólicos, los homosexuales y las lesbianas, con testimonios en primera persona.

Otros artículos

Y otros artículos menos de fondo y nada comprometidos: “Instrucciones a seguir en caso de cisma. 2: Mantenga la serenidad y la entereza en todo momento, hasta que la autoridad competente haya dado la señal de cisma, que consiste en una serie de excomuniones a intervalos regulares, seguida de un largo documento sobre los inquebrantables principios de la fe. 5: Despliegue por el balcón la bandera de la ‘Cruzada para salvaguardar la fe del mundo amenazado ahora más que nunca’ (CPSFMAAMQN). No le importe si los otros se ríen: son gente perdida y sin duda cismáticos”. “Balance Fin de Año (siguiendo los Mandamientos): ¿He asistido a la santa Misa o, por el contrario, he frecuentado Eucaristías?; ¿He visitado enfermos? ¿He socorrido viudas? ¿He aliviado cautivos? ¿Estoy firmemente decidido a no volverlo a hacer en el futuro?; ¿Me he resistido a la carne? (en esta materia, cualquier pescado es mortal), ¿Hago buen uso del sexo, o me lo hago en los pantalones?; ¿Hurto? ¿No hurto? ¿Cuándo será el momento más oportuno?”, etc. Hicimos una campaña para promocionar a Juan Pablo II a Juan Pablo I, sin resultado. “Diario de un misionero español en el Ártico” recogía las confesiones de un sacerdote que, con sabañones espirituales, se lamentaba de la fría acogida de los nativos. Otro, esta vez en la selva tropical, escribía: “Las negras padecen de hepatitis, llegando a veces las titis hasta las patis”. Y había un misionero hasta en los espacios siderales: “Veo un eclipse anular, pero no he puesto complacencia, así que no creo haber pecado”. Un NO rotundo hubo, por parte de El Pelícano, a la campaña mundial de Catequesis por vía intravenosa. “Cisma slip”, en fin, era una tragicomedia representable, sobre la disputa sacerdotal entre los partidarios del slip y los del calzoncillo largo, con presencia de san Mauricio y la Legión Tebea (“eslip, eslip, eslip, en Roma nadie quiere hablar de ti”). Al final se apostaba por el slip opcional, a pesar de la oposición del Visitador Apostólico: “¿No os dais cuenta de que si la Jerarquía permitiera el uso del slip seríamos como todo el mundo, o sea, personas normales? ¿No os dais cuenta de que el calzón largo es indisoluble del carisma de tener piernas?”.

Un colaborador externo (andaluz por más señas) nos mandaba cada mes, y sobre un tema distinto, un recorrido rigurosamente cierto por documentos históricos de la Iglesia: desde el caso de Galileo, que defendía teorías “absurdas, filosóficamente falsas y completamente heréticas por ser contrarias a la Sagrada Escritura”, pasando por san Bernardo (De contemptus mundi): “Ten siempre ante tus ojos lo que fuiste antes de tu gestación: una materia hedionda y sucia que no se puede decir; qué eres ahora, un vaso de estiércol; qué serás de aquí a poco, manjar de gusanos” . O Alfonso María de Ligorio, en De Eucharistia: “Las especies arrojadas en un vómito, si se vuelven a tomar, otra vez vuelven a conferir la gracia”. “Las acciones permitidas a los esposos, a causa de los goces carnales que las acompañan, tienen por resultado hacer al hombre menos apto para las cosas del cielo” (Tomás de Aquino, Summa Theo. III). “El placer no puede existir sin culpa” (San Gregorio I el Magno, Epistola X). “Es torpe todo amor hacia la esposa ajena y el demasiado amor a la propia” (San Jerónimo, Adv. Iovin., 1, 30). “Los clérigos no se casen, a no ser con una que esté virgen” (Inocencio I, Epístola II). “Nos juzgarán las mujeres árabes paganas, que no solo se cubren la cabeza, sino también la cara; de modo que prefieren disfrutar de la luz a medias que prostituir toda la cara” (Tertuliano, De velandis virgin., c. 17). “Cada heredero supone nuevas molestias para la madre” (San Ambrosio, De virginibus). “La viuda que se casa por segunda vez es una cerda que, después de lavarse, vuelve a revolcarse en el cieno” (San Jerónimo, Caelib, L. 28). “Toda mujer debería sentirse sofocada de vergüenza con solo pensar que es mujer” (Clemente de Alejandría, Pedagogus). “La Iglesia está orgullosa de haber elevado y liberado a la mujer, de haber hecho resplandecer, a lo largo de los siglos, su innata igualdad con el varón” (Vaticano II, Mensajes a la Humanidad). “De ningún modo duerman dos canónigos en una misma cama, sino cada uno en la suya” (Concilio Aquisgranense, 816). San Gregorio VII (Ad Hispanos, 1075): “Queremos notificaros que el reino de Hispania fue entregado en derecho y propiedad a la Iglesia Romana (…) y pertenece todavía por ley de justicia solamente a la Sede Apostólica y no a otro mortal alguno”. “No se permita a los seglares tener libros del Antiguo o del Nuevo Testamento (…). Queda terminantemente prohibido tener los antedichos libros traducidos en lengua vulgar” (Concilio Tolosano, Tolosa 1229). “El sacerdote que, por disciplina, golpeare a un niño de manera que llegare a expirar, sea depuesto” (Conc. Lateranense, 1179).

En esta misma línea publicamos algunos artículos sobre una interpretación alternativa de la Biblia, firmados primero por un tal Leví Lacôsha, que más tarde evolucionó a Leví Ben-Hir.

Naturalmente, también había espacio para el ocio y los pasatiempos: reseñamos películas como “Sansón y la Lira”, un pelín larga (de “la Lira”, mejor no hablar); “La mujer del cura” (ciencia ficción); “Compañera te doy” (sobre los sacerdotes afiliados al Partido Comunista), en color. En “Trígama, inconfesa y mártir”, presentada en el Octavario de Cine Preternatural y de Valores Sempiternos, la heroína (en el buen sentido de la palabra), contrae matrimonio y, decidida a no regatear la gracia sacramental, repite y tripite. (Calilficación A = gravemente pelirroja)”. En octubre, con motivo del Domund, ofrecimos un boletín para bautizar chinitos, dado que Mao Tse Tung había muerto sin cristianar y había tenido que ir al Lim-Po. En febrero dedicamos las páginas centrales al “Juego de la toca”, versión “espiritual” del otro. Y también se ofrecían crucigramas sobre temas religiosos, con su correspondiente absolución.

Acá y allá hubo otros destellos varios de humor: Se reprodujo la portada de la “Sacerdotalis Coelibatus” de Pablo VI, destacando el “prohibida su reproducción total o parcial”. Algunos recuadros llevaban conocidas frases latinas con su “traducción” correspondiente: “Quodcumque ligáveris super terram erit ligatum in coelis = Todo lo que ligues sobre la tierra, llevarás ligado para el cielo”. “Vade retro, Satana, quoniam non sapis quae Dei sunt = Vas de un retro con la sotana, coñe, que ni los sapos, que también son de Dios”. “Martha Martha, sollicita es et turbaris erga plurima: porro unum necessarium est” = Marta, Marta, que estás solita y se te sube el gas al plumero; lo que necesitas es un porro”. “Roma locuta, causa finita = Roma se ha vuelto loca a causa de la delgadez”. “Ultra Ecclesiam nulla salus = Sin una Iglesia ultra no hay salvación”…

Menos mal que de vez en cuando, un “Diccionario” aclaraba términos eclesiásticos, como “carismático” (enfermo de asma que se le nota en la cara); “Cepillo” (instrumento que se usa para limpiar los bolsillos de los fieles”); “Obispo” (Jefe de una iglesia en panales); “Bonete” (dícese de párrocos campechanos y bonachones); “Hisopo” (fabulista de la antigüedad que se lavaba con agua bendita), etc.

En fin, tampoco faltó la FE DE RATAS: “En nuestro número anterior, donde decía ‘Dar de comer al sediento y consolar al peregrino’ debía decir: ‘Dar de beber al desnudo y enseñar al triste’”. Aunque se avisaba de que El Pelícano no publicaría ya esta “Fe de ratas”, porque le constaba que “un porcentaje relativamente alto de ratas son ateas o agnósticas”.

En el penúltimo número de la revista se otorgó a cada suscriptor el título de “Archibenefactor de Pelícanos”, con el correspondiente diploma.

Dibujos y Fotografías

La revistilla se ilustró con abundantes fotos con pies trucados (todas eran de pésima calidad, dados los medios disponibles) y dibujos.

1Que, por cierto, las entregaba de cuatro en cuatro; lo cual no obstaba para que luego, cuando cada una veía la luz, fuera alabada por su “oportunidad”.

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