Compromiso social y mística en tiempos de coronavirus

Entrevista a Prado Pérez de Madrid

La entrevista estaba pensada para hablar del bellísimo disco de AuraMúsica dedicado a las beguinas, esas místicas medievales que allá por el siglo XIII consagraban sus vidas a Dios y al servicio a los hermanos pero sin pertenecer a ninguna orden, sin emitir votos y sin aceptar la autoridad de ningún superior. “Trovadoras del Amor”, se titula este pequeño milagro estético. Prado Pérez de Madrid es la cantante del grupo que  lo  hecho posible, pero, médica de profesión además de música, anda ella misma estos días hecha una beguina, atendiendo enfermos del coronavirus. Atareada y conmocionada por lo que le toca vivir.

Quería que habláramos de tu disco, dedicado a las beguinas. Pero ¿cómo no preguntarte primero por lo que vive una médica cristiana como tú, en una residencia de ancianos en este momento de pandemia?

Está siendo todo muy duro. Durísimo. Nunca pensé que pudiera ocurrir algo así. Cuando comenzó la pandemia, el centro de día que dirijo lo cerraron y me ofrecí a trabajar en lo que se necesitara. Me asignaron la atención sanitaria de dos residencias de mayores y el panorama es desolador. Cuando llegué a una de ellas, no había equipos de protección para el personal sanitario. Las mascarillas que utilizamos no son las del protocolo de seguridad, trabajamos con mascarillas que no nos protegen. Los test aún no han llegado, y así es imposible saber quién está infectado, primera premisa para aislarlo de los sanos. Cuando algún mayor presenta algún síntoma, al no tener test, directamente se le lleva al ala de supuestos infectados, por lo que si estaba limpio, se contagiará. La convivencia entre ambos ha sido letal. Nos restringen las derivaciones al hospital, pero costó que llegaran los medicamentos de uso hospitalario para poder administrarlos en las residencias. Es doloroso y aterrador escuchar a una médico de urgencias que te diga “puedes enviarme al paciente, pero no lo veremos, hay otras prioridades, morirá solo en el pasillo” y ver que tú no tienes medios para atenderle.

Los mayores morían y morían en soledad, sin que la familia pudiera estar con ellos. Esto es terrible. Se podían haber evitado muchos contagios y muchas muertes si hubiéramos tenido los test y protección adecuada, si todo se hubiera organizado de otra manera. Los mayores han sido los más afectados y los últimos en ser atendidos. La impotencia es grandísima. En nuestra sociedad y en el ámbito sanitario más, la edad es un factor discriminador y eso es algo que rechazamos los que trabajamos con mayores. Es fácil criticar a las residencias, pero esta situación les ha sobrepasado y en un primer momento, no han tenido los medios ni el apoyo que necesitaban de la administración. Han sido las olvidadas.

¿Qué lecciones podemos sacar?

Es pronto aún para sacar conclusiones. Estamos todavía en estado de shock, de incredulidad ante lo que está sucediendo. De un día para otro, todo se tambalea bajo nuestros pies. Lo que sí es cierto es que en el tema de residencias todo ha sido caótico. Comprendo que es muy difícil gestionar algo así, de dimensiones incalculables y que no ha sucedido nunca. Hay muchas lecciones que podemos sacar de esto.

Sin querer generalizar, la primera lección que deberíamos sacar es que no cualquiera vale para gestionar lo público, y hablo más de mandos intermedios, que son los que están fallando en esta situación. Los profesionales hemos tenido una sensación de abandono grande, y ahora que están de moda los símiles militares, de enviarnos al frente sin medios y sin ninguna estrategia de combate.

Junto a esto, hay imágenes que se han grabado en mi retina y que nunca olvidaré. El primer día que llegue a la residencia, me impactó ver el trabajo de las auxiliares, casi todas jovencitas, atendiendo y dando de comer con un cariño extraordinario a aquellos mayores infectados y lo hacían sin ningún equipo protector, tan sólo mascarilla y guantes. Yo iba equipada de arriba abajo, y debo confesar que aún así tenía miedo. Su ejemplo me interpeló. ¡Que grandes eran en lo pequeño!

Otra lección que deberemos aprender, que sólo podemos sostener nuestra vida en Dios. La ruptura de todas nuestras seguridades, la fragilidad del mundo que nos hemos creado, nos debe llevar a buscar el absoluto en el que cimentar nuestra existencia. Nos creíamos invencibles, consumiendo, viajando, con agendas apretadísimas, y de repente, todo se cae, se desmorona, y algo microscópico pone en peligro nuestra vida, nuestra salud, nuestra economía, nuestro mundo. En estos días, las frases que más he escuchado entre los profesionales de la salud, es “sólo Dios puede sacarnos de esta”, ”estamos en manos de Dios”. Es increíble cómo la gente de repente vuelve la cara hacia Dios, se da cuenta de la ineficacia de cualquier solución que esté en manos del hombre. Ante el fallo de lo público, las redes de solidaridad han sido otra de las cosas buenas de esta crisis.

Nos hemos dado cuenta de que podemos vivir con muchas menos cosas, hemos estado mas en familia, a través del balcón hemos descubierto a vecinos con los que jamás habíamos hablado antes.

¿Está modificando en algo esta experiencia tu manera de vivir tu profesión? ¿Y tú manera de vivir tu fe, de estar en familia, de situarte en lo público?

Por supuesto. Está siendo todo un reto. En cuanto a mi profesión es servicio y así lo vivo, pero estos días con una intensidad mucho mayor, buscando tratamientos, consultando con otros compañeros, leyendo la últimas publicaciones, probando tratamientos, etc.. Envidio las curaciones de Jesús en el evangelio y las de los apóstoles en el libro de los Hechos, con qué facilidad las hacían.

En cuanto a la familia, estamos compartiendo mucho más, pero añoro el tiempo de los abrazos y los besos. Ahora valoro las cosas que antes daba por supuesto. Esto está fortaleciendo los vínculos entre nosotros y creo que marcará un antes y un después.

Respecto a lo público, esto me hace relativizarlo todo, y al mismo tiempo me da miedo ver cómo el sistema no ha sido capaz de dar una respuesta ágil en un momento decisivo.


Cuando escuché “Trovadoras del Amor”, tu disco tan bello sobre las beguinas, me pregunte por qué una mujer como tú, médica y con vocación política, se podía dedicar a la mística medieval. ¿Cómo llegaste a ellas?

Bueno, en realidad, aunque en esta situación límite que estamos viviendo soy médico al 100%, en la vida normal, la realidad es que soy 50% médico y 50% música. Son dos vocaciones que he vivido desde pequeña a la vez y que ahora intento hacerlas con el mismo grado de profesionalidad ambas.

Hace 10 años, junto con otro compañero músico lanzamos AuraMúsica, un proyecto de fusión de distintos estilos musicales, aunque ambos veníamos del mundo clásico. Lo cierto es que ya tenemos 4 discos en el mercado con colaboraciones de Pablo Milanés y Kepa Junkera y cientos de conciertos realizados.

A las beguinas las descubrí a través de un amigo. Yo quería hacer un disco sobre mujeres místicas y, cuando conocí la historia de las beguinas, me impresionó. Descubrí que su vida, su doble vocación, se parecía también a la mía. Su coraje, su valentía, su manera de desafiar todo orden establecido solo puede realizarse desde una vida fundamentada en el amor. Me pareció injusto que hubieran sido olvidadas durante tantos siglos y me propuse traerlas a la luz mediante la música. Su ejemplo nos puede alumbrar en nuestro camino hacia la igualdad.

Es decir, que no sólo hay un descubrimiento estético y poético sino un camino personal detrás.

Efectivamente. Yo estaba en búsqueda espiritual y me encontré con ellas. Me han ayudado muchísimo a entender mi encuentro personal con Dios y a hacer de la mística algo cotidiano, accesible para todo el mundo. Y esto es un tesoro tan grande, que no se puede quedar guardado sólo para unos pocos. Ese es el otro objetivo del disco, acercar la mística al publico general

Cómo acogieron tus colaboradores la propuesta?

Sorprendentemente bien. Están fascinados con la historia de estas mujeres. Este disco tiene algo de misterio, es como si todas las puertas se abrieran. Cuando estábamos ensayando, tenía la sensación de que éramos instrumentos. No había podido salir algo tan bello de nosotros.

¿Qué crees que aportan las beguinas al mundo de hoy? ¿Y a las mujeres en particular?

Aportan profundidad. Una mirada de la vida y del mundo en toda su plenitud, en toda su verdad.

Para nosotras son una referencia, un ejemplo a seguir. Un modelo de autenticidad, de libertad, de valentía, de independencia. Integraron el compromiso social y la mística de una manera natural en sus vidas, como las dos caras de la misma moneda. Desarrollaron la cultura, el arte, el estudio, siendo mujeres y en plena edad media. Me parece heroico.


¿Cómo haces compatibles esos mundos aparentemente distantes como son la profesión médica, la vocación política y la música volcada ahora en difundir la poesía de estas místicas medievales?

Al igual que ellas, como dos caras de la misma moneda. En Dios todo se integra. En mí siempre ha habido atracción por la belleza y por ayudar a los demás, una sustenta a la otra. Mi vocación política también la entendí como un servicio a los demás.

¿Con qué texto de los escogidos para el disco nos despedirías en este momento de dificultad e incertidumbre?

Sin duda con Silencio. Está basada en un texto de Hadewijch de Amberes y habla de la necesidad del silencio en nuestras vidas como fuente de donde beber y donde encontrar. Estos días me está llamando gente diciéndome que escuchar la canción de silencio les estaba dando paz en medio de esta angustia.

Busca en tu interior silencio
Calla la razón, silencio
No habrá palabras ya, silencio
Ya no hay que sentir, silencio
Permanece así, sin miedo
Como en un desierto, sin miedo
No puedo entender
¡Qué misterio!
Busco y deseo
Y mi boca no puede expresar
Lo que ve en la profundidad
En tu intimidad, silencio
Más allá de ti, silencio
Abre el corazón, sin miedo
Escucha su voz, sin miedo
No puedo entender
¡Qué misterio!
Busco y deseo
Y mi boca no puede expresar
Lo que ve en la profundidad
Hadewijch de Amberes, (Bélgica, siglo XIII)

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