La soledad es una pandemia silenciosa que afecta a 30 millones de personas en la Unión Europea. Una experiencia personal que tiene importantes consecuencias sociales y económicas y afecta sobre todo a las personas mayores y a jóvenes menores de 24 años.

UN MINISTERIO PARA LA SOLEDAD
Los británicos toman muy en serio el problema de la soledad. Fueron los primeros en percibir la extensión de la soledad no deseada y sus consecuencias sociales y en adoptar medidas para afrontarla. En 2020 crearon la Red para Afrontar la Soledad (Tackling Loneliness Network) y el Ministerio de la Soledad. Japón fue el segundo país en hacer lo mismo, tres años después.
En 2020 en Gran Bretaña se creó la Red Nacional para Afrontar la Soledad y el Ministerio de la Soledad
Durante el COVID, Gran Bretaña estaba mejor preparada que otros países para hacer frente a las consecuencias del aislamiento forzado impuesto por el virus. Hizo una campaña nacional para que nadie estuviera completamente aislado, planteando el compromiso hacia las personas más solas como un esfuerzo nacional, que debía implicar a las administraciones, las empresas, las ONG, asociaciones de voluntarios y hasta las redes de transporte. Sobre todo, debía sustentarse en la conciencia ciudadana y el deseo de cuidar al vecino.
Pensaron que la soledad era considerada un estigma social, de modo que articularon una campaña: “Hablemos de la soledad,” que incluía comentar ese sentimiento sin complejos, llamar a los vecinos, chatear con amigos y familiares, y un grupo de voluntarios dispuestos siempre a mantener una conversación telefónica. Se apuntaron empresas que empleaban casi un millón de trabajadores. Se contrató de forma extraordinaria a 1000 trabajadores sociales para detectar, especialmente, a la gente sola y ayudarla y acompañarla en sus necesidades de contacto social, proporcionando apoyo en dietas saludables, cómo maximizar el dinero en relación con los alimentos… ayudando, así, a descubrir y utilizar los recursos públicos disponibles. Un servicio especial de WhatsApp permitía recibir información acerca de esos recursos con el envío de un mensaje.
Se elaboró un primer informe sobre la soledad: entre el 6% y el 18% de personas se sentían muy solas. Los grupos más vulnerables eran las personas mayores con alguna deficiencia física o enfermedad de larga duración y personas jóvenes entre 16 y 24 años. En todos los casos, el porcentaje era más alto en zonas deprimidas económicamente.
Los grupos más vulnerables son los mayores, los enfermos y los jóvenes entre 16 y 24 años y el porcentaje más alto en zonas económicamente deprimidas
«Una sociedad conectada» fue el lema de la siguiente campaña nacional en la que se invitaba a las personas a detectar a su alrededor a quienes veían con más riesgo de padecer soledad y se proponían medidas sencillas contra el aislamiento. También se advertía que se precisaba paciencia con las personas que llevaban mucho tiempo aisladas, porque podían responder negativamente a los intentos de ayuda, acercamiento o conversación. Se pedía atención especial a las personas con grandes cambios en sus vidas, como tener un hijo, mudarse de barrio, jubilarse o perder a un ser querido, circunstancias todas que pueden acrecentar el sentimiento de soledad.
Los consejos estrella fueron y siguen siendo mantenerse siempre en relación con la gente de alrededor, proponer a los vecinos iniciativas sencillas de contacto como pasear al aire libre o tomar un café, unirse a un grupo online y ayudar a otros a sentirse conectados. También se recomienda no centrarse en la propia soledad, realizar actividades placenteras, compartir los sentimientos con gente cercana y no compararse con otros con quienes hablemos o veamos en los medios.
Con el soporte público y la ayuda de voluntarias y voluntarios salieron adelante numerosas iniciativas que significaron un cambio radical para la vida de muchas personas, especialmente en zonas rurales, como el empleo de coches comunitarios, la apertura por parte de los vecinos de una tienda local que, además de centro de suministros, es lugar de encuentro y reunión, una cafetería móvil que cumple el mismo papel y es lugar de acogida de nuevos vecinos, lecciones por internet, formación de grupos para padres solos para compartir sobre la crianza y un largo etcétera de iniciativas que demuestran que la voluntad de contacto y servicio nos puede llevar lejos.
El Ministerio de la Soledad, integrado en Asuntos Sociales, publica un informe anual y las cifras no han bajado a los niveles anteriores a la pandemia, al contrario, han subido ligeramente: el 7% de la población (3,8 millones de personas) sufre soledad severa. Quienes más la sienten son las personas con enfermedades de larga duración y los jóvenes.
El 7% de la población británica (3,8 millones de personas) sufre soledad severa
Para la campaña de invierno de 2022 se contrató a 2000 nuevos trabajadores sociales para ayudar a la gente sola con sus problemas emocionales y también prácticos. Invertir contra la soledad sale a cuenta. El coste de la soledad severa se estima en más de 9900 libras por persona y año. Los problemas derivados se asocian a pérdidas empresariales de 2500 millones anuales.
El coste de la soledad severa se estima en 9900 libras por persona y año
CIFRAS SIMILARES EN ESPAÑA
En España estamos lejos de tener conciencia de lo que significa la soledad no deseada (SND) desde las administraciones públicas. No tenemos un plan similar al británico, pero nuestras cifras son similares: en el primer Informe de la percepción de la SND, de 2021, el 10,9% de los encuestados reconocían haberse sentido solos o muy solos sin desearlo en el último año, en mayor número las mujeres y sobre todo las personas jóvenes. Se trata de un porcentaje ligeramente superior al británico, aunque, igualmente, los discapacitados y los enfermos de larga duración son las personas más vulnerables a la soledad, junto a mayores y jóvenes, especialmente en zonas pobres.
La mayoría asociaba la soledad con no tener familia. Para el 72% debería ser un tema prioritario para las administraciones públicas, aunque lo situaban sólo como el quinto problema social importante, por detrás del paro, la sanidad, la economía y la desigualdad y por delante del cambio climático. Finalmente, una gran mayoría consideraba que la soledad no deseada es un problema invisible y cada vez más importante.
El informe lo realizó el Observatorio de la Soledad No Deseada, patrocinado por la ONCE y presidido por Matilde Fernández, ex Ministra de Asuntos Sociales.
En dicho informe se define la soledad no deseada como “un problema silencioso que afecta cada vez a más personas en España, en Europa y en el mundo. Supone una fuente de sufrimiento” y tiene importantes consecuencias para la salud, el bienestar y la actividad de los afectados, con grandes costes sociales y económicos. La soledad favorece la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, además de deteriorar la salud mental e influir en la depresión y otras patologías.
En el informe del Observatorio de 2023 el coste de la soledad no deseada en España se estima en 14.141 millones de euros, el 1,17% del PIB. Es hora tal vez de comenzar a invertir para abordar el problema y de preguntarnos por qué en un mundo hiperconectado tantas personas se sienten tan solas.