A lo largo de toda esta cuarentena son muchas las respuestas que la Iglesia española, desde sus distintas diócesis y desde parroquias concretas, ha dado a la profunda crisis sanitaria y social de la Covid-19. Aún así, ha mantenido un perfil bajo y, en algunas ocasiones, la respuesta se ha podido quedar corta. Analizamos en un reportaje como ha sido su actuación.
IGLESIA Y CORONAVIRUS: ACCIÓN SOCIAL, PERFIL BAJO
Desde el principio de la crisis del coronavirus, la Iglesia española ha presentado un perfil bajo. Sin una estrategia de comunicación más algunos errores episcopales, los mismos medios que atienden cada palabra de Francisco ignoran a la Iglesia en España. Pero ante la pandemia, la Iglesia ha estado y está ahí

LAS DECLARACIONES
Tan bajo ha sido el perfil público de la Iglesia en la crisis que muchos se han preguntado dónde estaba la que es la principal institución social del país y han reclamado una llamada más potente a la altura de la gravedad de las circunstancias.
El 20 de abril, el portavoz de la Conferencia Episcopal apoyó el ingreso mínimo vital propuesto por el gobierno con tantos matices sobre el carácter no permanente que debería de tener, que ese apoyo quedó desvirtuado y muchos medios lo recogieron como un rechazo. Lo que sorprendió y provocó reacciones inmediatas. Un manifiesto del Grupo Erasmo de profesionales cristianos pidiendo un compromiso claro de los obispos a favor del ingreso mínimo vital y una movilización general de los cristianos ante la crisis reunió 600 firmas en pocos días. Redes Cristianas pedía, poco después, una corrección pública de la toma de postura de Argüello y, apoyándose en las palabras del Papa y en los estudios de Cáritas, reclamaba el ingreso mínimo vital.
Argüello no corrigió públicamente sus declaraciones, aunque se sabe que en privado reconoció lo desafortunado de las mismas. Pero, Alandar ha podido confirmar que, muy poco después de la rueda de prensa, se constituía en el Ministerio de Trabajo, Inclusión, Seguridad Social y Migraciones una comisión de trabajo con Cáritas. Detrás estaban contactos al más al alto nivel entre el Ministerio y la Conferencia Episcopal.
En vísperas del 1 de mayo, Iglesia por el trabajo decente, una plataforma oficial de entidades de la Iglesia, entre las que están Cáritas, la Hoac, Joc y Jec y Justicia y Paz, apoyaba el ingreso mínimo vital y añadía la petición de prestaciones por desempleo para las empleadas del hogar y la regularización extraordinaria para inmigrantes en situación irregular.
La mesa por la hospitalidad de Madrid apoya esa regularización extraordinaria, porque «hay que hacer legal lo que ya es real»: en esta pandemia no se ha negado ayuda a nadie ni por raza ni nacionalidad y se han agilizado los trámites para que sanitarios extranjeros puedan ejercer, lo que no hace sino poner de manifiesto que «todos necesitamos de todos».
INFORMACIÓN Y PRIORIDADES
La Conferencia Episcopal estableció en su página Web un apartado especial sobre la Iglesia y el coronavirus, para, poco después, crear una página especial: IglesiaSolidaria.es, donde se actualizan las principales actuaciones de cada diócesis en relación con la pandemia. Allí puede encontrarse mucho de lo que se hace, aunque reducido a unas líneas escuetas. La estructura diocesana de la Iglesia es una dificultad añadida para ofrecer una imagen unitaria, incluso en la recogida de datos.
En general, la actividad de la Iglesia se ha concentrado en tres grandes apartados: la pastoral on line, la acción social y el acompañamiento.
Y en tres mensajes: atención social a los más vulnerables, una respuesta espiritual a la crisis y llamadas a primar la unidad sobre las diferencias políticas. Si nos guiamos por la campaña de televisión «Rezamos por ti», se diría que la Iglesia española quiere hacer hincapié público en el apoyo humano y espiritual.
SERVICIOS PASTORALES: CREATIVIDAD ON LINE
La actividad pastoral se ha mantenido, aunque no haya habido misas presenciales. Aquí los obispos han sido firmes en seguir las recomendaciones de las autoridades al respecto, por lo que han tenido que soportar la presión de los grupos más ultramontanos que han hecho de los sacramentos en directo su bandera. Misas por televisión y oraciones por Internet han estado y están a la orden del día. En Pascua, los monasterios, los obispados y muchas parroquias y cofradías han ofrecido los Oficios y otras propuesta de oración por Internet.
El encierro ha estimulado la creatividad: se han adaptado materiales de catequesis para ser impartidos vía telemática. Y hasta se ofrecen películas católicas para tiempos de confinamiento, como en la diócesis de Jaca. La de San Sebastián ha creado un servicio de difusión de noticias y de compartir recursos a través de whatsApp. También en la diócesis de Mallorca se difunden mediante whatsApps meditaciones breves, de 5 minutos, para mantener la fe y la esperanza: Vacunas de fe, las llaman, para creer en tiempos de crisis. Y la diócesis de Orihuela-Alicante ha puesto en marcha una iniciativa nacional para compartir materiales de reflexión y oración entre agentes pastorales, son los #circulosdelsilencioencasa.
Se ha triplicado la demanda a Cáritas y el 40% de los atendidos son nuevos pobres
ACOMPAÑAR A LAS PERSONAS
El acompañamiento personal, humano y espiritual, está siendo un gran esfuerzo. Para enfermos y familiares, pero también para el personal sanitario y para tantas personas que acusan la soledad. Cáritas dice recibir numerosas llamadas de auxilio no relacionadas con temas económicos sino de angustia y ansiedad. Ha crecido mucho el número de personas con dificultades psicológicas o emocionales por causa del aislamiento y/o la pérdida de un ser querido. Muchas diócesis han puesto en marcha teléfonos de atención 24 horas y se ha reforzado en general la atención telefónica. Los capellanes de los hospitales de la diócesis de Ferrol ofrecen sus teléfonos para atender a quien lo necesite: «siempre hay alguien dispuesto a hablar contigo», es el mensaje.
En la página web de la diócesis Barcelona, volcada a la pandemia, la Iglesia ofrece nuevos servicios, como la atención espiritual para servidores públicos, para todo el que trabaja para combatir el coronavirus. Servicio diferenciado del que se ofrece a enfermos hospitalizados o a quienes piden una oración por un difunto. La web de la diócesis de Madrid, bajo el lema «la Iglesia de Madrid sigue abierta», enlaza también a diversos servicios de escucha, distinguiendo entre personas solas, personas que viven un duelo y quienes precisen una atención espiritual urgente. Voluntarios, religiosas y sacerdotes atienden estos servicios, a pesar de que ellos mismos son colectivos afectados. Solo en Madrid hay 130 sacerdotes contagiados, 21 de los cuales han fallecido.

LA ACCIÓN SOCIAL DE LA IGLESIA
En el terreno de la acción social, en todas las diócesis se han puesto a disposición de las autoridades los seminarios y las casas de ejercicios.
En Soria, el seminario acoge a la Unidad Militar de Emergencias (UME). El de Sevilla, a las víctimas de la pandemia. En Mérida-Badajoz se ha abierto un albergue nuevo para los sin techo, se han ofrecido todas las instalaciones diocesanas y se prestan servicios a domicilio de medicinas y comida. Toledo ha cedido la casa de ejercicios como alojamiento y, en Santiago, el seminario de Belvís acoge a personas sin hogar. Murcia ha ampliado las plazas de sus albergues, ha donado material sanitario al Ayuntamiento y ha cedido los salones parroquiales para la entrega de alimentos. Valencia, Soria y Pamplona también han ofrecido sus seminarios y el de Palencia se ha convertido en un centro de acogida para personas sin hogar. Al igual que el de Burgos, convertido en Albergue Municipal. El de La Seo de Urgell acoge a 18 personas mayores para aislarlas y protegerlas. La casa de ejercicios de Burlada, Navarra, aloja a enfermos dados de alta por la Covid-19. Mientras que Cantabria acoge en la casa de espiritualidad diocesana de Soto de Iruz a 30 albaneses.
El obispado de Ávila ha puesto a disposición del ayuntamiento 600 camas de varias instalaciones, entre ellas el Centro de la Mística. La diócesis de Huesca ha preparado un pabellón deportivo para acoger a personas sin hogar y reparte menús a personas necesitadas y tarjetas telefónicas a presos para que puedan comunicarse. La iglesia de Zaragoza ofrece 240 comidas diarias en la plaza de La Seo. En Álava, la pastoral juvenil lleva alimentos y medicinas a personas mayores. En Tenerife, las unidades móviles de atención en la calle entregan alimentos, sacos de dormir y productos de higiene a los más vulnerables.
A los servicios de las Cáritas y otras iniciativas diocesanas hay que añadir los de cofradías, conventos, órdenes religiosas y movimientos. Como ejemplo, 140 familias atendidas en Sevilla por Fraternitas, proyecto social que agrupa a las cofradías de la ciudad y ofrece sus «carros solidarios» y ayuda alimentaria especialmente a familias del polígono sur.
O, en Madrid, la comunidad de San Egidio, que reparte compras solidarias y tres días por semana ofrecen la cena, artículos de aseo y mantas a personas sin hogar. Han ampliado el servicio a familias que vivían del pequeño comercio o la venta ambulante y que ahora se han visto obligadas a reagruparse en unidades de 10 o 15 personas y necesitan apoyo para comer a diario.
Están también los conventos volcados en confeccionar mascarillas y material sanitario. O el Hospital de san Rafael, en Madrid, de la orden de San Juan de Dios, que se puso desde el inicio al servicio de las autoridades y ha volcado toda su capacidad apara atender a enfermos del coronavirus. O la Universidad de Deusto, que ha dedicado 750.000 euros para ayudar el curso que viene a estudiantes y familias. Un rosario de acciones de diferente envergadura por toda la geografía nacional. Se necesita más, pero no ha sido poco.
CÁRITAS, LA JOYA DE LA CORONA
Resulta imposible cuantificar las ayudas económicas movilizadas por la Iglesia pero están siendo importantes. Como ejemplos, Badajoz ha creado un fondo de 300.000 euros, Bilbao ha destinado 500.000 euros a la crisis sanitaria y Santiago de Compostela 150.000. Muchos sacerdotes han cedido su sueldo, así como los obispos. Y la Conferencia Episcopal ha donado 6 millones de euros a Cáritas, la joya de la corona de la acción social de la Iglesia.
Cáritas, sin embargo, no quiere dar cifras todavía. No lo harán al menos hasta junio. Están concentrados, desbordados por atender a una demanda creciente que se ha multiplicado por tres. Por eso la campaña actual se orienta a triplicar también las donaciones para atender a tanta necesidad. Son 70 las Cáritas diocesanas que deben de proporcionar datos para dibujar el mejor mapa de la acción social de la Iglesia ante el coronavirus. De momento han reforzado todos sus servicios, sin cerrar ningún programa de atención, lo que ha exigido abrir nuevos espacios residenciales, flexibilizar horarios y tiempos de estancia o llegar a conciertos con hoteles, así como elaborar un plan de seguridad para el personal y los voluntarios. También han reorientado el esfuerzo de sus 70 empresas de reinserción social, que dan trabajo a 1.500 personas.
Cáritas se concentra, de entre los 8,5 millones de personas en exclusión social, en el 1,8 millones en situación de especial vulnerabilidad, a las que apoya en sus necesidades básicas pero también abriendo puntos de abastecimiento de agua en asentamientos o prestando servicios de Internet para la escolaridad a familias sin acceso a la Red. Pero reconoce que hoy se acercan a ella muchas personas que nunca han precisado su ayuda. Son ya el 40% de los atendidos, los nuevos pobres creados por la pandemia. El 90% de ellos necesitan ayuda para las necesidades básicas: comida, luz, agua, transporte.
Todas las diócesis han ofrecido los Seminarios y Casas de ejercicios a las autoridades. Los tres mensajes de la Iglesia en la crisis: atención a los más vulnerables, respuesta espiritual y unidad. Se ha constituido en el
Ministerio de Seguridad Social una Comisión de trabajo con Cáritas
UNIDAD DE ESFUERZOS ANTE LA CRISIS QUE SE AVECINA
Prepararse para lo que se nos viene encima y mantenerse unidos es la tercera pata del mensaje de los obispos.
Cáritas de Barcelona, que ha atendido a 28.000 personas desde el inicio de la pandemia, advierte de que «después esta crisis sanitaria, vendrá una crisis social y económica. Estamos empezando a notar las consecuencias y hay que estar preparados».
Finalmente, hay que aludir a los llamamientos a la unidad como uno de los servicios que la Iglesia quiere seguir prestando. Lo ha expresado muy bien en las páginas de La Vanguardia el arzobispo de Barcelona y presidente de la CEE, Juan José Omella:
«No es tiempo para críticas. Es cierto que será necesario evaluar lo sucedido para aprender de los errores y pedirnos perdón. Pero ahora tenemos que prescindir de siglas políticas y de medallas particulares». Omella pide a los medios que apoyen esa idea de trabajar todos juntos «para sacar lo mejor de cada uno de nosotros». Hay que esperar que el mensaje se escuche.
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Son demasiadas las referencias de la jerarquía eclesiástica a los templos cerrados. Muy fuera de sitio algún comunicado cercano al Vaticano y con la firma de obispos y cardenales hablando de «borrar siglos de civilización cristiana» con la excusa del virus. Una grave preocupación de infinidad de curas de permanecer con la liturgia en la red. Algunos desvaríos incluso de curas subidos en terrazas diciendo misa o con capa pluvial y custodia subidos en una camioneta. El mensaje que transmiten no es esperanzador: Dios está en las liturgias y no en corazones, En sus ministros y no entre vosotros. En el templo más que en los corazones, en el toque de campanas y el Angelus más que en el aplauso de las 8 a los sanitarios. Leyendo algunos textos se diría que sin los sacerdotes celebrando, el mundo no tiene acceso a Dios.
Los esfuerzos no se dirigen a fortalecer la experiencia de fe en medio de una pandemia sino a reivindicar un lugar al sol y un protagonismo que la sociedad no les reconoce. Hace tiempo ya que la sociedad contemporánea sufre, razona, disfruta y se salva sola.. Hemos pasado juntos estos días cosas peores que no ir a misa. No, no es tan importante ese templo de piedra.