La paz llega, está llegando, después de 40 años de guerra más o menos abierta entre el gobierno filipino y los rebeldes musulmanes del sur del país. La guerra, que ha causado más de 150.000 muertes, dará lugar a una nueva región autónoma: «Bangsamoro».
Parece que la rebelión de los musulmanes del sur de Filipinas está en camino de llegar a su fin con la firma en Manila el pasado 15 de octubre, del Acuerdo de Bangsamoro (FAB) entre el gobierno filipino y el Frente Moro Islámico de Liberación (MILF por sus siglas en inglés).
El representante del MILF dijo en el momento de la firma que se había «firmado el más importante documento de nuestra historia, un documento fundamental que devuelve a nuestro pueblo su identidad y su tierra, su derecho al autogobierno y la capacidad para construir su futuro con sus propias manos».
Durante la firma el presidente Aquino dijo que el acuerdo daría lugar a una «paz auténtica y duradera en Mindanao». «Ante el pueblo filipino y ante tantos amigos de diferentes partes del mundo, nos comprometemos con la paz, una paz que se base en la democracia, que cure las heridas y fortalezca a todos, que reconozca la diversidad del pueblo filipino y que una a todos ellos en una única aspiración por un desarrollo justo.»
El acuerdo es en realidad el camino hacia una paz definitiva que se hará realidad en 2016 cuando se dé a la población musulmana de Mindanao una autonomía mayor de la que han tenido desde los acuerdos de Trípoli de 1976.
Mientras tanto, las negociaciones continúan en Kuala Lumpur con el objetivo de finalizar los tres documentos anexos que detallarán el reparto del poder entre el gobierno central y la región autónoma, el reparto de impuestos y la normalización. El punto clave del acuerdo es el establecimiento del Bangsamoro, un nuevo territorio que incluye la actual región autónoma de los musulmanes y musulmanas de Mindanao.
El acuerdo también garantiza los derechos civiles básicos de quienes residen en la región, como el derecho a la vida y la inviolabilidad de la persona en su dignidad, la libertad de expresión y de religión, el derecho a la privacidad y el derecho a expresar libremente las propias ideas, así como a luchar democráticamente por las propias ideas políticas, a buscar los cambios legislativos y constituciones por medios pacíficos y legítimos, a escoger libremente el lugar de residencia, a la inviolabilidad de los hogares, el derecho de las mujeres a participar en la vida política, a que todas las personas tengan iguales oportunidades para participar en la vida económica y social y en el servicio público, sin importar la clase, el credo, el género o el origen étnico, a establecer asociaciones de tipo cultural o religioso…
El acuerdo establece que el proceso de normalización es vital para llegar a la paz. A través de esa normalización será como las comunidades de la zona, del signo que sean, podrán volver a las condiciones que les permitan alcanzar la deseada calidad de vida y la participación política en una sociedad en paz. Por eso, el acuerdo establece que «el objeto de la normalización es posibilitar la seguridad para todos en Bangsamoro. La normalización ayudará a construir una sociedad comprometida con los derechos humanos, donde las personas estén libres del temor ante la violencia o el crimen y donde las tradiciones y valores del pasado sigan siendo valorados.» Cómo se llevará todo eso a la práctica se determinará en el anexo al acuerdo en el que todavía se está trabajando.
Además de las negociaciones propiamente dichas, ha habido grupos locales que han apoyado y promovido el diálogo en torno al proceso de paz. Hay que señalar a Defensores de la Paz de Zamboanga (PAZ por sus siglas en inglés – Peace Advocates Zamboanga) y al Movimiento Interreligioso Solidario por la Paz. Ambos están localizados en Zamboanga y ambos han recibido en los últimos años abundantes ayudas de la Agencia Española de Cooperación (AECID) para financiar diversos proyectos y actividades en favor de la paz y del diálogo.
Ambos movimientos han propiciado muchos momentos de diálogo y conferencia donde se han estudiado y debatido los temas que estaban en la mesa de negociaciones, con participación de todas las partes interesadas en el conflicto. De esa manera, se favorecía la transparencia del proceso y se promovía el apoyo popular al proceso de paz.
En este sentido, el presidente de PAZ, P. Ángel Calvo cmf ha dicho públicamente: «Pido a todos que apoyen este acuerdo porque ofrece un camino claro para llegar a una nueva región autónoma en 2016. Estoy seguro de que con el compromiso mostrado por el gobierno de Aquino y por los líderes del MILF, junto con el apoyo activo de tantos grupos internacionales, la paz verdadera está comenzando a ser una realidad en Mindanao.»
La firma del acuerdo ha sido bien acogida internacionalmente. Desde el secretario de Naciones Unidas hasta el gobierno de Estados Unidos pasando por los gobiernos de Canadá e Inglaterra han visto en el acuerdo el punto de partida de un nuevo futuro para la zona.
Nos podemos quedar con las palabras del primer ministro de Malasia que, en el momento de la firma, dijo: «En este día de esperanza y promesas, no podemos olvidar los desafíos que tenemos por delante. La tinta del papel no salvará ni una vida a menos que esté acompañada de un verdadero e inamovible compromiso por la paz. Todas las partes deben apoyar los principios básicos del acuerdo: respeto por la religión de cada uno, rechazo de la violencia y apoyo a los derechos humanos. Este no es un punto final sino un comienzo. Queda mucho por hacer.»
Los orígenes
La rebelión musulmana en Mindanao comenzó en 1972 cuando el entonces presidente Marcos declaró en el país la ley marcial. Los rebeldes se organizaron pronto en el Frente Nacional Moro de Liberación (MNLF por sus siglas en inglés). En 1976 se firmaron unos acuerdos de paz en Trípoli, que dieron lugar a la creación de una primera comunidad autónoma, que consistió en 5 provincias en lugar de las trece estipuladas en el acuerdo. El MILF continuó la lucha por el descontento con el acuerdo y su aplicación. En 1997 comenzaron las negociaciones entre el gobierno filipino y el MILF, auspiciadas esta vez por el gobierno de Malasia. La colaboración internacional, especialmente la Unión Europea, ha ayudado a las partes a superar las dificultades que surgen siempre en este tipo de negociaciones al tiempo que aseguraba que había una tregua real entre las partes.
- Francisco, el primer milagro de Bergoglio - 10 de marzo de 2023
- Naufragio evitable en Calabria; decenas de muertes derivadas de la política migratoria de la UE - 27 de febrero de 2023
- Control y represión, único lenguaje del gobierno de Nicaragua - 21 de febrero de 2023