“Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los ‘cómos’”, Friedrich Nietzsche.
Hay personas que pueden haber perdido por el camino todos los porqués para continuar viviendo. A veces, no hay siquiera un alguien por el que seguir luchando. Incluso puede ocurrir que dejes de mirar hacia delante, te pares en seco y esperes a que todo llegue a su fin. John Lennon, cantante y miembro de la banda de rock inglesa The Beatles, dijo en una ocasión que “la vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes”. Resulta curioso leer esta frase teniendo en la cabeza las astronómicas cifras publicadas por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), respecto al número de personas que, a consecuencia de guerras, revoluciones o persecuciones políticas, se han visto obligadas a huir de su país en 2012.
Hay que tener presente que la agencia de la ONU es un organismo internacional dedicado a proteger a las personas refugiadas y también a las desplazadas internas (IDP, por sus siglas en inglés). Respecto a las cifras que facilita ACNUR, hay que preguntarse: ¿son del todo correctas? No pueden serlo del todo. Del mismo modo que ocurre con las guerras o conflictos armados, en los que no se pueden dar cifras “exactas” hasta el fin del conflicto, con las personas refugiadas e IDP ocurre algo similar. Muchos de los hombres y mujeres que han tenido que huir de sus hogares no constan en ningún documento. Esta falta de registros puede hacer que las estimaciones del Alto Comisionado o de otras instituciones estén por debajo de la realidad.
ACNUR se fundó el 14 de diciembre de 1950 con un objetivo prioritario: “Salvaguardar los derechos y el bienestar de los refugiados, garantizar que todos puedan ejercer el derecho a solicitar asilo en otro Estado y a disfrutar de él e identificar soluciones duraderas para los refugiados, tales como la repatriación voluntaria en condiciones dignas y seguras, la integración en la sociedad de acogida o el reasentamiento en un tercer país”. Por desgracia, no siempre se cumple.
El Alto Comisionado de ACNUR, Antonio Guterres, decía el pasado año, aunque bien se puede trasladar al presente, que “cuando se examina la situación de los refugiados en el mundo es fácil descorazonarse” y él mismo añadía que, cada día, cientos de personas abandonan sus hogares en busca de un lugar en el que poder sobrevivir y en donde tener seguridad. Por desgracia, “no tienen ninguna garantía de encontrar seguridad”, enfatizaba Guterres.
En 1951, cuando se adoptó la Convención sobre los Refugiados de Naciones Unidas, se reconoció mundialmente que este problema tenía ya entonces -y tendría- un alcance y un carácter internacional. Las respuestas solamente podrían obtenerse a través de la cooperación de todos los Estados.
Según ACNUR, a finales de 2011 el número de personas desplazadas forzosamente en todo el mundo se situaba en 42’5 millones, de las cuales 35’4 millones bajo el mandato del ACNUR. Las personas refugiadas eran 15’2 millones: 10’4 millones bajo el mandato de ACNUR y 4’8 millones bajo la responsabilidad de la agencia de Naciones Unidas de asistencia a las personas refugiadas palestinas (UNRWA), como refugiadas palestinas. La cifra total incluye igualmente a 895.000 solicitantes de asilo y 26’4 millones de personas desplazadas internas, de las cuales 15’4 millones tienen asistencia o protección de ACNUR.
“Las tendencias globales indican que el desplazamiento no solo continuará en el futuro, sino que adoptará formas diferentes. Se prevé que la población mundial aumente, pasando de los 7.000 millones de habitantes actuales a 10.100 para 2100”, indicó ACNUR a través de un informe en 2011.
A pesar de los años de este organismo, su presencia en zonas inseguras y en zonas de conflicto es “relativamente reciente”. ¿Cuándo llegó el cambio? En la década de los noventa. El primer conflicto en el que se llevaron a cabo operaciones fue en los Balcanes entre 1991 y 1995. Por aquel entonces, ACNUR también operó en Ruanda (después del genocidio de 1994) y posteriormente lo hizo en países como Afganistán, Colombia, Irak o Somalia entre otros muchos. A pesar de que las guerras interestatales han disminuido, no lo han hecho de igual modo las intraestatales y el organismo internacional ha tenido que adaptarse tanto a los tiempos como a los conflictos.
De acuerdo con el Banco Mundial, “el 90 por ciento de las guerras civiles del último decenio tuvieron lugar en países que habían sufrido ya una guerra civil en los últimos 30 años” y que “la gran mayoría de los países actualmente expuestos a la violencia la experimentan en múltiples formas”. Sin embargo, según ACNUR, no hay solo noticias negativas, ya que cada vez se reconoce con mayor ahínco y decisión “la necesidad de adaptar la necesidad de adaptar los mecanismos de prevención y resolución de conflictos globales para que hagan frente a los desafíos de la violencia contemporánea”.
El mayor problema es que todas estas palabras tienen detrás miles de imágenes de personas sufriendo cada segundo de sus vidas. Personas que, a pesar de no conocer la palabra “planes” o la palabra “mañana”, a pesar, incluso, de la desfavorable situación que viven, se esfuerzan por esbozar una sonrisa. Su situación puede cambiar y todos y todas, sin excepción, somos responsables de lo que les ha sucedido y de lo que les queda por vivir. Las aspiraciones pueden convertirse en una realidad si existe un trabajo unánime.
Desde 2001, la Asamblea General de Naciones Unidas estableció el 20 de junio como el Día Mundial de los Refugiados para coincidir así con el Día de los Refugiados en África, por ser el continente que, según fuentes de ACNUR, alberga a la mayoría de personas refugiadas del mundo.
En su mensaje del 20 de junio de 2012, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, expresó lo siguiente: “Debemos trabajar juntos para movilizar la voluntad y el liderazgo políticos con miras a prevenir y poner fin a los conflictos que desencadenan corrientes de refugiados. […] No obstante las limitaciones presupuestarias reinantes, no debemos volver la espalda a quienes necesitan ayuda. Los refugiados se van porque no tienen otra opción, pero nosotros tenemos la opción de ayudarlos”.
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