En los últimos meses estamos asistiendo a un aumento de tropas occidentales en África: en Mali, francesas y algunas más, como los 400 soldados británicos y las colaboraciones de otros países de la Unión Europea, entre ellos España; en Níger, norteamericanas y francesas…
A esto hay que sumar las tropas desplegadas en el continente con anterioridad, como los 9.000 soldados franceses estacionados en Costa de Marfil, Senegal, Gabón, República Centroafricana, Chad y Yibuti, las fuerzas norteamericanas del Comando África de Estados Unidos (AfriCom), con base en Yibuti y cuyo número exacto se desconoce, los 100 “asesores” norteamericanos con base en Uganda y la República Centroafricana para ayudar a los ejércitos de la zona a localizar a Joseph Kony, las tropas británicas estacionadas en Kenia y Sierra Leona, más el centro de entrenamiento que tienen en Pretoria (Sudáfrica)…
También hay que recordar los numerosos entrenamientos a tropas del continente o las maniobras conjuntas que los ejércitos de Estados Unidos, Francia o Reino Unido, junto a otros occidentales, realizan asiduamente en África.
Tampoco hay que olvidar que, a finales de 2012, Estados Unidos comunicó que había aprobado el envío en 2013 de 3.000 nuevos soldados para engrosar los ya adscritos a AfriCom, los cuales, según declaró el General de división David R. Hogg, estarán disponibles para ser desplegados en cualquier rincón del continente, en cualquier momento.
Ante la posible pregunta que pudiéramos hacernos de por qué este continuo y constante aumento de tropas extranjeras en África, la respuesta es bien sencilla: los países occidentales necesitan asegurarse el acceso a las materias primas del continente, ya sea el petróleo, el coltan, el uranio, la pesca… Ya sabemos que en este campo los países del norte nunca han escatimado ningún medio, desde favorecer golpes de Estado, armas insurgentes, provocar y financiar guerras o la intervención directa, todo por la economía.
Basta con estudiar los orígenes de AfriCom. Surgió en los últimos años de la administración del ex presidente norteamericano George W. Bush (2001-2009), tras el informe del Institute for Advanced Strategic and Political Studies (IASPS) en el que se decía que, para el año 2013, la cuarta parte del petróleo y de las materias primas que se consumirían en Estados Unidos deberían provenir de África.
Por otro lado es bueno recordar que muchos de los mercenarios y fanáticos religiosos fundamentalistas que campan por África en sus orígenes tuvieron el apoyo, la financiación, el entrenamiento, el asesoramiento… de la CIA y otros servicios secretos occidentales. Ahora, ya formados, empiezan a dar problemas, crear caos, violar derechos humanos y, evidentemente, Occidente no puede quedarse de brazos cruzados ante tanto abuso y debe intervenir. Ya tenemos la excusa necesaria para extender a África la guerra contra el terrorismo internacional. Y así, con el beneplácito de la ciudadanía occidental y entre los aplausos de la “liberada” africana, los ejércitos extranjeros abren el camino al nuevo neocolonialismo y le asisten en su búsqueda de recursos naturales y control geopolítico.
En estos momentos, el escenario de la última actuación de las tropas internacionales, apoyadas por ejércitos africanos entrenados por ellas en África es Mali y la causa, las minas de uranio del norte de este país y del vecino Níger, que son explotadas principalmente por la compañía francesa Areva.
El resto lo dejo a la imaginación de quienes lean este artículo…
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