Iroko, inserción laboral entre tablones y virutas

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La presidenta de Federación de Asociaciones Empresariales de Empresas de Inserción (FAEDEI), Nieves Ramos.Son ya casi 20 los años que Iroko lleva mejorando la empleabilidad de jóvenes del barrio de Vallecas (Madrid) gracias a la formación y experiencia laboral que ofrecen en su taller de ebanistería y carpintería. Diez personas (cinco con contratos laborales de inserción y otros cinco en prácticas no laborales) pasaron por sus instalaciones el año pasado.

A la presidenta de Federación de Asociaciones Empresariales de Empresas de Inserción (FAEDEI), Nieves Ramos, le gusta decir que esta modalidad empresarial del sector de la economía social dirigido especialmente a ofrecer experiencias laborales y empleos a personas para las que las puertas del mercado resultan casi imposibles de abrir “están resistiendo la crisis mejor que las empresas ordinarias, más que nada por que funcionan según otros valores y antes de despedir a quienes los trabajadores o cerrar, tiran de creatividad para repartir equitativamente los sacrificios, cuadrar las cuentas o buscar apoyos de los sectores afines”.

Pero la llamada “Gran Recesión” ya dura demasiado y no hay cuerpo que aguante como si nada. Paco Carazo, “alma mater” de Iroko, no tiene más remedio que admitir que “en la perspectiva general, en medio de una crisis económica, social y política enorme, empresas como la nuestra que aspiran a encontrar soluciones a personas que no cuentan para el mercado encontramos muchas dificultades”. Empezando por la dejación de la propia Administración, que no solo ha recortado las partidas destinadas a sufragar algunos de los gastos que suponen los contratos de inserción o la subvenciones para fomentar este tipo de empresas, sino que además ha retrasado sin miramientos los pagos ya comprometidos, cuando no los ha anulado directamente. Además, como explica Carazo, “donde más se ha notado la bajada de los pedidos ha sido entre nuestros clientes institucionales, ya sean centros dependientes de las administraciones que tienen ahora menos dinero para mantenimiento y renovación o entidades del tejido social a las que les llega menos dinero público que antes”, apunta Carazo. Esto explica que si en 2011 las administraciones y asociaciones representaban el 60% de la facturación de la empresa, en 2012 apenas llegaran al 26%.

“A pesar de que el consumo general ha descendido, los particulares han seguido más o menos solicitando nuestros servicios y productos”, apunta Carazo. De hecho han pasado de suponer el 15% de los pedidos en 2011 al 29% en 2012. Ante este panorama, Iroko ha intentado diversificar su oferta para atender la previsible demanda de arreglos y reparaciones de los equipamientos existentes, cuyo reemplazo se retrasa sine die. No obstante, a pesar de todo, se puede leer en la memoria de esta empresa impulsada por la Asociación La Kalle, “nos sentimos muy reconocidos por las distintas administraciones por la calidad y buen servicio que venimos prestando a lo largo de estos años”.

Marcos de Castro durante los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid. Marcos de Castro es uno de esos clientes satisfechos que puede corroborar el buen hacer de esta particular entidad. Hace años recurrió a ella para poner una librería a medida en el despacho de su piso de Entrevías. Sabía de su existencia gracias a su ocupación como presidente de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES). Había sido director de consumo de Eroski y representante de la cooperativa Mondragón en Madrid. Su trayectoria profesional en las empresas sociales le convenció de que sus hábitos cotidianos como consumidor debían reflejar sus convicciones personales. La experiencia resultó “muy positiva”, reconoce de Castro, quien apunta que además le solucionaron “algunos problemas con alguna puerta”. Contra lo que suele pensarse, “no sale más caro” que en una empresa capitalista al uso, con la ventaja de que “uno tiene la recompensa de haber cooperado con una forma de empresa más coherente con sus valores y sus creencias”.

Para el antiguo empleado de Mondragón -ahora jubilado pero muy comprometido con la difusión de la Responsabilidad Social Empresarial y la defensa de las personas discapacitadas, al acudir a las empresas de inserción-, “se potencia un sistema empresarial que crea empleo para personas a las que el mercado laboral ya no mira a la cara, simplemente las rechaza y excluye. Si no fuera por este tipo de empresas muchas más personas estarían en la cuneta social, con el coste social que ello comporta”.

En la actualidad, Iroko no ha podido generar más de tres puestos de trabajo de inserción por el momento -a los que hay que sumar el personal técnico necesario- y espera que la Administración termine de cumplir la legislación que tantos años costó aprobar. Entre tanto, busca nuevos clientes y aspira a fortalecer nuevas alianzas y simpatías con cooperativas, comunidades vecinales y el resto de empresas de la economía social en las que encontrar el apoyo necesario para resistir y avanzar en el desarrollo de un nuevo modelo de hacer economía que responda a las verdaderas necesidades personales y sociales.

Para más información:
www.carpinteriairoko.org
www.faedei.org

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