Windows vista: inducción a envejecer

Bill Gates ha lanzado Windows Vista, el más importante para la empresa desde el Windows’95. El sistema operativo, que sustituirá Windows XP en los ordenadores de todo el mundo, es un monstruo fruto de cinco largos años de trabajo, llenos de contratiempos técnicos, cambios de estrategia y demás. Pero aunque el sistema no ha sido probado suficientemente, la empresa no ha podido retrasar su presentación, obligada, por un lado, por la obsolescencia del XP y por otro, por la competencia de Apple y Linux.

Su lanzamiento busca también dar lustre a la opaca imagen de la empresa, que tiene aun una causa pendiente con Europa por comportamiento antimonopolio. A pesar d ello, visto que según las previsiones, traerá a Europa un facturado extra de 32 mil millones de euros, si no consigue ablandar al Antitrust, por lo menos hará entrar en las arcas de la Microsoft el dinero necesario para pagare la multa que le ha impuesto Europa: 3 millones de euros al día por no haber atendido a su petición de separar el Media Player del sistema operativo, y difundir las indicaciones necesarias a los otros productores para interaccionar con productos Bigm, rompiendo la obligación de usar sólo hardware y software. “Microsoft compliant”.

¿Qué mejor entonces que ofrecer un software “más fiable y seguro” que promete soportar un mayor número de periféricos, con una gráfica nueva y un motor de búsqueda interno avanzado cuanto Google desktop? La duda, sin embargo, que entra es: ¿El ordenador que me compré el año pasado funcionará con Vista? ¿Quién lo sabe? Para los PC nuevos la respuesta está clara: más de 250 productos hardware tendrán la etiqueta “funciona con Windows Vista”, pero, vistos los precedentes, la duda es obligatoria.

Desde el punto de vista de los consumidores los problemas es otro. La obsolescencia inducida de los sistemas operativos y de las máquinas necesarias para hacerlos funcionar, “programadas para romperse” como afirma el libro de Giles Shade “Make to breake, technology and obsolescence in America” (Harvard University Press).

Lo que es cierto es que llegarán a las casas y a las oficinas unos 100 millones de copias del nuevo sistema operativo, que explotando el mecanismo de la obsolescencia inducida obligarán a los usuarios ya las administraciones públicas a actualizar enteramente sus máquinas, con un impacto ambiental, social y político pesantísimo.

¿Por qué? Según las Naciones Unidas, cada ordenador incide en la producción de gas invernadero como 200 kg de petróleo, necesita el empleo de 22 Kg. de sustancias químicas y el desperdicio de 1,5 toneladas de agua. En el libro de Slade se cuenta que solo en el 2004 se tiraron y sustituyeron 314 millones de PCs que funcionaban. Una operación que se traduce en toneladas de residuos electrónicos, tóxicos y pesados, que a menudo vuelven a África a agravar el fardo ambiental con el que carga el continente.

Y, ¿de qué depende esta carrera a la basura? Para Slade, de la obsolescencia inducida. Porque también tú que estás leyendo, aunque no seas de los que persiguen los últimos modelos, tendrás que adaptarte, si continuarás a usar el sistema Windows Software más pesados necesitarán ordenadores más potentes que consentirán el sudo de programas siempre más pesados y sofisticados. Que alguien intentará venderte, en un círculo vicioso infinito.

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