Un diamante es para… ¡nunca!

Hasta el 90% de los diamantes extraídos en todo el mundo se limpia e pule en India, y según las estimas más prudentes presentadas por la Organización Internacional del trabajo son más de 20.000 (en el 2006) los niños indios que trabajan para los productores de diamantes, entre las 12 y las 14 horas al día. Además la extracción de los diamantes es una actividad nociva para el medio ambiente. Los geólogos buscan constantemente nuevos filones de kimberlita y de lamproita ricos de diamantes y los yacimientos más grandes son siempre los mismos: Sierra Leona, Angola, Botswana, Congo, Brasil…

Vale que existe el “Proceso Kimberley” (al que han adherido 45 países), un código para la certificación de los diamantes que lucha contra los “diamantes ensangrentados”, extraídos en zonas de conflicto y vendidos clandestinamente para financiar guerras africanas. A pesar de eso la conciencia no está limpia, como no lo está el medio ambiente de las zonas de extracción: entre los problemas ecológicos está el blanqueamiento de millones de toneladas de suelo y rocas (con grandes cantidades de energía) y la contaminación consecuente que acaba en los ríos cercanos a la mina.

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