El agua del grifo está de moda. Campañas de sensibilización, investigaciones periodísticas, encuestas, y ahora una propuesta que llega directamente al parlamento italiano: todo para tutelar «un bien primario colectivo y de óptima calidad, donde lo es». Respecto al marketing ensordecedor de las empresas de aguas minerales.
Para convencer a los consumidores que tienen que beber agua embotellada en el 2005 en Italia se gastaron 379 millones de euros en espacios publicitarios. «Una paradoja -explica Camillo Piazza, diputado de Los Verdes, que ha presentado la propuesta -: los acueductos públicos por el contrario parecen tener casi miedo de comunicar la bondad de sus aguas, que al ciudadano cuesta poquísimo». Víctimas de la publicidad. Como se lee en el documento presentado al parlamento italiano, en el 1991 las inversiones publicitarias estaban en torno a 31 millones de euros, esa cifra hoy ha aumentado del 122%. Crece la publicidad pero también el consumo: cada italiano consuma una media de 188 litros de agua embotellada al año. «El problema es la poca visibilidad de los entes públicos –prosigue el diputado -: sin una contrainformación las personas no pueden elegir y ello da ventaja a las multinacionales que aprovechan un bien primario al cual todos tienen acceso».
Controlada, barata, cómoda: el agua pública entra en las casas preparada para ser usada. Pero muchos no se dan cuenta. En la propuesta, aparte de pedir una reglamentación clara para la publicidad de agua en botella, los firmantes piden al Parlamento italiano que sostenga iniciativas de información y sensibilización sobre la calidad de los acueductos. «Es aun prematuro, pero querríamos llegar también en este sector a la factura transparente -propone el diputado de los Verdes -: debería exponer los datos y los análisis orgánicos y microbiologicos sobre los pozos de los que viene extraída». La ofensiva contra el marketing del agua en botella ha iniciado en las páginas de la revista Altreconomia. Las adhesiones recogidas hasta ahora en www.altreconomia.it/acqua son más de 2.000. Una batalla nacida desde abajo que ha llegado al Parlamento. Otra vez la conciencia de los ciudadanos es la que empuja a remediar a los derroches.