En Italia hay muchos periódicos, muchas radios, muchas cadenas de televisión. Pero muchos canales no siempre significa muchas voces. Italia es una república, un régimen democrático tradicional, con sus tres poderes tradicionales. Los medios de comunicación, también tradicionalmente, se dice que son el cuarto poder que se contrapone a los otros tres para ejercer una especie de control (más o menos) ciudadano. Pero ¿qué pasa si todos esos poderes están en las mismas manos? Los medios de comunicación forman parte en estos tiempos (también en Italia) de grandes emporios empresariales a cuyos intereses suelen servir, antes y más que al manoseado derecho ciudadano a la información.
Cuando gobierno, medios y poder económico tienen la misma sede, los medios dejan de ser espejo para convertirse en pantalla. Y eso sucede en Italia.
Pero lo que los medios callan lo gritan las paredes y, junto al Gran Canal, hay una muestra de la hartura de un ciudadano o una ciudadana, o un grupo de ellos y ellas. Tanta hartura que no se limitaron a pintar, sino que se fabricaron una plantilla. Donde callan las linotipias (perdón por la nostalgia) hablan los esprais.
En fin, esto pensé ante la pintada. La pena es que se trata de una página web real, desgraciadamente fascista. Sí, todo es manipulable. Pero los gritos de las paredes, como dijo el cartero de la poesía, no son de quienes los escriben, sino de quienes los necesitan. La lucha continúa.