Los profetas, cuando hacen pintadas, concretan mucho. El que escribió este muro, probablemente miró a su alrededor y vio arena. Ni árboles, ni plantas, ni verde alguno que llevarse a la retina. El desierto.
¿El desierto? Dice el diccionario que el término “se aplica al lugar donde no habita o no hay nadie”. Y el autor de la pintada vio que no, que eso no: hay gente. En el desierto al que la pintada se refiere hay personas que luchan, que no se rinden, que no se hunden, que no responden a la opresión con violencia, ni a la injusticia con ira. Gente que hace frente al confinamiento construyendo un pueblo.
Todo eso vio el profeta. A fin de cuentas, ¿no es la mirada lo que distingue a los profetas, su capacidad para entender el verdadero significado de las cosas?
El desierto florecerá como un palmeral. Como un pueblo.