Destacamos por su pertinencia y por su actualidad esta reflexión de nuestra compañera Charo Marmol en el blog de la Fundación Luz Casanova en la que profundiza en los sucesos que han acompañado en el último mes a la ONG Oxfam Intermón.
En estos días ha salido a la luz un hecho totalmente repugnante y reprobable: el caso de acoso y abuso de poder y sexual que sucedió por parte de algunas personas que estaban trabajando con Oxfam en Haití en 2011.

Siempre que se han dado este tipo de comportamientos ha contado, cuentan y seguirán contando con mi más absoluta condena. Este caso aún me duele más porque al abuso sexual de esas mujeres, y parece ser que también de menores, se une el hecho de que el acto está realizado por personas que pertenecen a una organización que en su origen y misión tiene la ayuda y el desarrollo de las personas y pueblos más vulnerables. Muchas personas tenemos en nuestra memoria las imágenes terribles del terremoto que sufrió Haití y que dejó aún más desolado y pobre a este país. Por eso imaginarnos un acto como este en una situación semejante no puede más que producirnos una inmensa repulsa y un gran dolor. Como se lo produjo y se la ha producido a las personas, buenas personas en su inmensa mayoría que trabajan en Oxfam, muchas de ellas aquí en España grandes amigas y amigos míos, trabajadores incondicionales desde hace muchos años.
He escuchado y visto algunas de las informaciones que están dando los medios y eso es lo que me anima a escribir en este blog. Nada de lo que ha pasado invalida el trabajo de Oxfam. Merece la pena para ello revisar algunas de las últimas campañas de Oxfam Intermon. Lo que sí quiero compartir son mis pensamientos sobre este hecho.
Estamos viendo como en los últimos tiempos están surgiendo continuamente denuncias de malos tratos, acoso sexual, violaciones… principal y mayoritariamente contra mujeres. Se ha dado en el mundo del deporte por sus entrenadores y médicos, en el cine, entre los médicos y personal sanitario, en el ámbito educativo con los profesores, con los cascos azules en las misiones de ayuda, entre los militares y los sacerdotes y también entre los periodistas, colectivo al que pertenecen algunos de los que hoy criticaban a Oxfam en la televisión… Desgraciadamente estos comportamientos violentos y machistas se dan en todos los campos, en todos los sectores, en todos los colectivos… sólo que en unos nos conmueven y nos alarman más que en otros. Este es el caso.
Pero por favor, pensémoslo bien: no todos los profesores ni la educación es mala, no todos los sacerdotes son pedófilos, no todos los cascos azules son unos violadores…. Y así hasta el infinito. No invalidemos el trabajo bien hecho de muchas personas por la conducta de unos pocos. No se puede ser responsable del comportamiento de los individuos que conforman un gran colectivo como puede ser el caso de Oxfam, sí se es responsable de cómo se dirime y gestiona esas actuaciones y, creo que en este caso Oxfam lo ha hecho bien: en su momento abrió una investigación y despidió a los culpables y ahora ha salido inmediatamente pidiendo perdón y denunciando los hechos, cosa que en otros colectivos no se ha realizado en su momento. En este enlace está todo el proceso que se ha seguido desde el comienzo de estos hechos.
En Oxfam y en otros ONGs que conozco personalmente muy de cerca, hay unas excelentes personas, buenas gentes, con una buenísima formación y que en muchas ocasiones han renunciado a otros puestos mejor remunerados para poder ejercer su profesión trabajando en favor de un mundo mejor.
La pregunta que me hago al final de todo esto es ¿qué les pasa a los hombres, a algunos hombres, que estén donde estén, vengan de donde vengan, pertenezcan al colectivo que pertenezcan, no pueden contener esa pulsión sexual, violenta, de poder y en algunas ocasiones incluso de muerte, para realizar estos actos contra las mujeres? ¿Qué les pasa a algunos hombres? ¿Qué es lo que tenemos que hacer para eliminar esto desde la raíz?
Lo primero de todo creo que es huir del silencio, denunciarlo… parece que por aquí algo se va avanzando. No podemos en ningún momento ser cómplices de estos actos con nuestro silencio.
Hay una última pregunta que me hago ¿Por qué surge esto ahora? La respuesta que encuentro merece más reflexión por mi parte y muy probablemente mayor desarrollo en futuros artículos de alandar.
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