Un teatro que busca el máximo de la persona, pero sin pasarse

  • por

Moisés Mato es el creador del teatro de la escucha. El teatro es un medio privilegiado para disfrutar de una buena historia, para conectar con ella y sentirla como propia. Sin embargo, el teatro también puede ser un medio de denuncia y, desde esta perspectiva, nace el teatro de la escucha.

Moisés Mato es el fundador de esta nueva técnica y metodología teatral que, al extrapolarla, puede llegar a ser incluso un estilo de vida. Moisés es, ante todo, una persona coherente y comprometida con el mundo que le ha tocado vivir. Este pedagogo, director teatral y escritor (entre otras muchas cosas) sintió la necesidad, hace ya casi 20 años, de dar una respuesta distinta «en un momento en el que había una lógica social muy vinculada a las ONG, donde el teatro se estaba poniendo de moda como un instrumento de sensibilización. Sin embargo, al darnos cuenta de que las herramientas utilizadas tenían un sentido publicitario, vimos la necesidad de crear un teatro con una identidad propia, con procesos de comunicación global que contuviesen un cuerpo político y de acción«. Es así cuando, tras varios años experimentando en su pequeño reducto de Madrid (la sala Metáforas), se crea el teatro de la escucha. Un teatro que analiza y responde a una realidad social caracterizada por la violencia estructural y la manipulación de conciencias.

Además, el teatro de la escucha «nace de la necesidad de encontrar caminos en los que la comunicación sea una herramienta liberadora, que no traicione la verdad«. En esa búsqueda de la verdad, la escucha es imprescindible. Hay que aprender a escuchar. Escuchar al otro, al mundo y a sus necesidades para luego poder comunicar, actuar y cambiar la realidad que nos rodea y nos asquea. A día de hoy, sin embargo, escuchar la realidad parece una tarea imposible: «Tanto la sobreinformación como la manipulación han llegado a desarrollos muy sutiles que, unidos a la capacidad del mercado para integrar todas las propuestas, hacen difícil la posibilidad de desarrollar procesos creativos liberadores«.

Este sistema teatral, por tanto, «quiere justificar la comunicación como resultado de una escucha, es decir, como búsqueda de la verdad«. Para ello se apoya en una abundante fundamentación teórica que abarca planteamientos filosóficos, antropológicos y políticos. Desde ahí se han elaborado numerosas técnicas y estrategias que permiten ver y corregir la realidad y crear respuestas creativas y de comunicación para ponerlas en práctica y actuar. Como ya explicó Moisés en Diagonal Periódico «podemos distinguir el teatro encuesta (con técnicas que ayudan a trabajar sobre la realidad para extraer datos objetivos y experiencias concretas), el teatro diálogo (que nos permite elaborar procesos comunicativos que suponen una toma de postura ante la realidad en diálogo con ella) y el teatro grito (que supone micro-acciones que, en sí, ya inciden en la realidad)«.

Chusa Pérez es actriz en lengua de signos. Una de los lemas del teatro de la escucha es «al máximo, sin pasarse». Quizá sea el ámbito social en el que mejor se entienda y perciba dicho concepto, pues tiene que ver mucho con la promoción de la persona y la ayuda otorgada a los países empobrecidos. Es necesario descubrir la capacidad máxima del otro ya que «si no lo hacemos, éste tenderá a adaptarse a esa lógica y pronto se hará pequeña«. Cada vez que no llegamos a ese máximo, tendemos a ser paternalistas y asistencialistas, tendemos a humillar y a despreciar a la otra persona y, lejos de ayudar, la hacemos más dependiente todavía. Si, por el contrario, nos pasamos y rompemos los límites, la persona, nuevamente, se cierra y se defiende. En definitiva, tal y como reconoce Moisés Mato, lo único que nos permite acercarnos a la promoción y al protagonismo personal y colectivo es ir al máximo, teniendo siempre en mente ese límite para no pasarnos. Es como cualquier relación de amor, insiste Mato, «se trata de amar como los demás necesitan que les amemos. Si les amamos como a nosotros nos conviene, ya sabemos el resultado«.

Las técnicas del teatro de la escucha son técnicas que liberan a la persona y, por tanto, se pueden aplicar en diversos ámbitos al ser: educativo (trabajando la creatividad y la imaginación a partir de temas sociales lejos de los modelos que imperan en la sociedad como la moda, la publicidad o la agresividad), social (realizando trabajos con diversos colectivos en situación de riesgo o marginación), político (poniendo en circulación mecanismos de acción política o de denuncia inspirándose en la historia de la noviolencia) y, obviamente, las artes escénicas. Es, precisamente, dentro de este último ámbito donde situamos el teatrozero.

El teatrozero es una forma de hacer teatro, ante todo, peculiar y distinta. Sus actuaciones no se realizan en las grandes salas teatrales de nuestro país, ni mucho menos en la Gran Vía madrileña. El escenario elegido es el salón de casas particulares en los que se cuida hasta el último detalle. El tema o el texto a representar también se alejan de convencionalismos e, incluso, «de los intereses de quienes suelen organizar dichos encuentros«. Son auténticos gritos y acusaciones a nuestra indiferencia. Tras la representación, se establece un diálogo con el público, sin duda lo más enriquecedor y novedoso de esta forma de hacer teatro. Como reconocía Moisés Mato en una entrevista realizada en Diagonal Periódico, “en las casas se producen situaciones que en un teatro no se dan. El nivel de diálogo, de sinceridad y de honestidad es muy alto”.

Los actores y propulsores de teatrozero rechazan categóricamente identificarse con un teatro de élite o lujo. De hecho, las aportaciones económicas son libres y voluntarias. Sin embargo, sí admiten que se les relacione con el teatro que durante siglos se ha representado en países sometidos a dictaduras. Como explican en su web, en aquellos momentos los actores «acudían al calor y también a la intimidad de una casa para alentar los espíritus, recuperar la memoria y, llegado el caso, habilitar una respuesta de resistencia«. En este sentido, el teatro de la escucha lanza esta nueva propuesta con el objetivo de «seguir empujando la posibilidad de un teatro social que pueda unirse eficazmente a los esfuerzos de los que luchan de verdad por la transformación de la realidad«.

Una de las compañías dedicadas al teatrozero es Los Últimos. Impulsados por la actriz, pedagoga e intérprete de lengua de signos Chusa Pérez de Vallejo en 2006, Los Últimos son, a día de hoy, el grupo más representativo de esta novedosa forma de entender el teatro social. Desde entonces, sus representaciones han recorrido toda España y Argentina con unos textos imposible de dejar indiferente, como Ensayo sobre la mirada y Extraño (ambos relatan el drama de la inmigración ilegal) o Escribo sobre ti para vencerte (acerca del miedo), todos ellos escritos por Moisés Mato.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *