Preparando el camino ignaciano

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Antes de una peregrinación se prepara el cuerpo, el alma y la bicicleta. Por estas cosas que tienen los tiempos y las gestiones de la edición de la revista, cuando estés leyendo este artículo ya habré realizado el camino ignaciano y, probablemente, ya esté escrita la segunda parte de este artículo, sobre la realización final. Confío en que este artículo pueda ayudarte a preparar esta u otra peregrinación o te motive a aventurarte a una experiencia como esta peregrinación o cualquier otra, que seguro que es una experiencia única y transformadora.

Mi camino, un camino espiritual

A lo largo de mi vida he hecho varias peregrinaciones, la mayoría de las veces (tres) llegando a Santiago. Aunque también he realizado otras peregrinaciones, como a Guadalupe. Este año la experiencia quiero que sea un poco distinta.

Estoy preparando la peregrinación en solitario. La distancia y el recorrido se presentan exigentes. El no llevar compañía y lo poco transitado que aparenta ser el camino hará que el silencio sea un compañero pertinaz, pero también permitirá que la experiencia pueda ser más espiritual. Al menos este es mi planteamiento, que el camino sea mucho más que un calibre del esfuerzo.

Conjugar vacaciones y experiencia de encuentro

Es difícil conjugar una experiencia más extensa en el tiempo con las vacaciones en cualquier empresa. Este año no han cuadrado mucho las fechas y ante mi idea inicial de estar casi dos semanas de camino, he tenido que reducirlo a nueve días. Así perderé capacidad para hacerlo más despacio, disfrutando más del camino, pero no por ello quiero dejar que sea una experiencia fuerte. Mi compromiso es dedicar media hora de mi día a la oración, antes de la salida de cada etapa y, si en la localidad de llegada encuentro una eucaristía, celebrarla siguiendo los pasos de San Ignacio.

No puedo confirmar que funcione de cara a tener una experiencia más fuerte, pero sí quiero poner todo de mi parte para que no se quede en un mero viaje turístico. Tener la sensación de agradecimiento al llegar a Montserrat o a la Cova de Sant Ignasi en Manresa. Hacerme consciente de que mi camino en solitario ha estado acompañado cada día y saber ser agradecido por ello.

El camino, la credencial y la ignaciana

La base histórica del Camino Ignaciano es el camino que realizó San Ignacio de Loyola desde su casa natal y familiar junto a Azpeitia hasta Manresa. Él pensaba llegar hasta Barcelona pero, tras llegar a Montserrat, su confesor le recomendó unos días para reposar todo lo que había supuesto ese camino de transformación personal. Así llegó a Manresa, donde pasó más de un año antes de continuar su camino hacia Barcelona y, después, Jerusalén. Desde hace unos años los jesuitas prepararon un recorrido bajo la base histórica con el objetivo de, caminando en 28 etapas, tener la oportunidad de realizar los Ejercicios Espirituales en un entorno y como una experiencia única.

Para comprobar la realización del camino, al estilo del Camino de Santiago, se ofrece una credencial que se puede ir firmando o sellando por los pueblos al pasar. La pena es que solo se puede conseguir en los centros jesuíticos del camino: en Loyola, Manresa, Zaragoza o algún pueblo más pequeño. Al finalizar el recorrido y tras la comprobación de pasos y cumplimiento de los requisitos -100 km andando o 200 km en bicicleta- se procede a la entrega de la ignaciana, un diploma acreditativo del final del camino. Como curiosidad y aunque se plantea con inicio en Loyola y final en Manresa, se entrega la ignaciana en Loyola si el destino de la peregrinación es el santuario.

Por último, conviene no olvidar que desde el 1 de agosto, tras la fiesta de San Ignacio, se ha abierto el primer año jubilar del camino ignaciano y durará hasta la misma fecha de 2016.

Preparación previa

Lógicamente, para poder llevar a cabo esta peregrinación no me estoy preparando únicamente de manera física. La preparación espiritual está siendo, probablemente, más fuerte que la física.

Este año la editorial Mensajero ha sacado dos libros para la preparación del camino. El primero es una guía más tradicional de las 28 etapas propuestas y una guía para llevar a cabo los ejercicios espirituales en esas mismas etapas. Sin duda es la guía más actualizada, que se completa con la información en la web del camino ignaciano sobre alojamiento, recorridos y cualquier información importante a conocer. Ayuda saber que está encuadernado con el objetivo de recibir el peor trato posible. Tiene un precio de 16€ y es una ayuda imprescindible para vivir el camino de la mejor manera posible.

Ayudando a esta preparación he querido conocer mejor la vida de San Ignacio, así que la lectura de Ignacio, nunca solo, biografía escrita por el jesuita Jose María R. Olaizola. La transformación del caballero al santo. El encuentro con Jesús resucitado y el compromiso de amistad con él y con el resto de sus compañeros. Sin duda otra gran ayuda para coger el camino con más ilusión.

Por último, está la web, que complementa al libro, para decidir la duración de las etapas, los kilómetros a recorrer diariamente y los perfiles de cada día. Por supuesto, si vas a llevar GPS puedes encontrar los recorridos en la misma web o en wikiloc (URL).

En cuanto a la preparación física, tiene que ser un poco exigente, ya que estoy preparando etapas de más de 120 km, no todos los días, pero sí varios. Esto es debido a las exigencias de mi calendario, pero es fácil llevar a cabo la peregrinación en etapas de 60km que se pueden llevar a cabo en cinco o seis horas.

También es importante preparar a mi compañera de la ruta. El camino lo haré en una bicicleta híbrida o de trekking, es decir, una estructura de bici de montaña pero con capacidad para rodar como una de carretera. Antes de salir a una aventura así es bueno que pase por un taller especializado, donde podrán darle los mejores cuidados.

Espero que estos consejos te hayan sido útiles. Te invito a continuar el camino en el próximo número de alandar.

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