Cambios en las finanzas vaticanas

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Tarcisio Bertone, recién destituido como Secretario de Estado del Vaticano. Hablamos mucho de la corrupción. Está por todas partes. Es difícil hacer una limpieza total. Muy difícil. Sobre todo porque el gran problema no es la corrupción ilegal sino la legal, la que está permitida por la letra de las leyes (aunque, es de suponer, no por su espíritu).

Esa corrupción “legal”, para entendernos, afecta a todos los estamentos del poder. También a la jerarquía eclesiástica. Basta con prestar atención a lo que se publica en los periódicos, incluso en aquellos que, en principio, parecen libres de toda sospecha del anticlericalismo.

Al grano. El 3 de septiembre pasado, coincidiendo con la destitución del cardenal Bertone como Secretario de Estado del Vaticano, se publicaba un breve en el periódico ABC titulado Así será la nueva vida de Bertone. Se hablaba de los cargos que retiene (hasta su jubilación o retiro seguirá siendo camarlengo, etc.). Terminaba el breve con unas líneas en las que se comentaba que también seguirá siendo miembro de la comisión de cardenales encargada de supervisar el funcionamiento del Instituto para las Obras de Religión (IOR), es decir, del banco del Vaticano.

  • Y, casi como quien no quiere la cosa –quizá por llenar el periodista el espacio que le habían concedido–, se añaden al final del breve tres líneas muy interesantes. Dicen así: “Precisamente, entre las primeras medidas de austeridad del papa Francisco, se encuentra la supresión del bonus de 25.000 euros anuales a cada uno de los cinco cardenales que forman esa comisión.” Punto final.

Estamos hablando, sí, de cardenales de la Iglesia. Y estamos hablando de un bonus de 25.000 euros anuales por formar parte de una comisión que, casi con total seguridad, no se ha estado reuniendo ni diaria ni semanalmente. En el mejor de los casos las reuniones tendrían una periodicidad mensual. Eso significa que la reunión se cobraba a 2.000 euros y pico. Mínimo. Se podría decir que es por los viajes pero de los cinco cardenales solo dos (Scherer de São Paulo, Brasil y Toppo de Ranchi, India) no residen habitualmente en la curia romana. Es mucho dinero por poca cosa.

Seguro que el bonus era legal. Seguro que cumplían la letra de la ley. Pero el sentido común dice que así no se deben hacer las cosas. No en la sociedad civil. Mucho menos en la Iglesia. Es una vergüenza. Y es de alabar que el papa Francisco haya intervenido con firmeza y hecho desaparecer el maldito bonus. Seguro que no se habrá ganado amigos pero el Evangelio brilla un poco más en medio de la oscuridad romana.

Un euro acuñado por el Vaticano en conmemoración de la JMJ de BrasilPor nuestra parte, seguiremos manteniendo la esperanza alta. Seguiremos pensando que la jerarquía eclesial se puede reformar. Pero habrá que prestar mucha atención, porque ciertas “costumbres” andan por ahí, semiocultas, justificadas por algunos, dichas a media voz. Para terminar diciendo que son los medios y la conspiración general contra la Iglesia la que publica esas noticias. Sin caer en la cuenta de que lo malo no es que se publiquen –eso es bueno– sino que sean verdad.

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