Las flores del mal

255movimientos-economiaconjusticia.jpgUna historia llena de espinas, la de las rosas que provienen de Kenia. Las llaman “las flores del mal”. Son un negocio gigantesco, 70 mil toneladas de pétalos al año. En un decenio la floricultura se ha convertido en la segunda industria por su facturación en divisas, superada sólo por la producción del té y más importante que el turismo y el café. Flores cortadas por la mañana al borde del lago Naivasha que llegan por la noche a los mercados europeos, donde el 25% de las ventas provienen de Nairobi. Un negocio de 500 millones de euros al año, que da trabajo directamente a 100.000 personas, e indirectamente a 700.000, según el Kenya Flower Council, la asociación del sector. No es poco si se piensa que la tasa de parados es del 40% sobre una fuerza de trabajo de 10 millones, y que el resto de la economía está estancada desde hace años, bajo el peso de un sistema político corrupto.

Coste ambiental

Pero el coste ambiental es muy alto. El 65% de los trabajadores – 9% mujeres – no tiene derechos sindicales ni de tutela sanitaria; sobrevive con 15 euros al mes en condiciones inhumanas: la Kenia Human Rights Commission cada año denuncia centenares de casos de ceguera, enfermedades de la piel, esterilidad debidas a la exposición a los pesticidas.

En el valle de Naivasha, las multinacionales europeas producen hasta 250 capullos de rosas por metro cuadrado, regados, en una tierra sedienta por años de sequía, con siete litros de agua al día. “El lago podría desaparecer si no cesa el uso salvaje de sus aguas” dice Margaret Otieno, responsable de una organización ambientalista local. No sólo, algunas de estas empresas vierten sustancias prohibidas y es imposible pretender controles. Tienen el apoyo del gobierno, donde muchos miembros son grandes cultivadores. Entre tanto se están muriendo los hipopótamos y los ganaderos no saben cómo dar de beber al ganado”. Otieno cuenta de los trabajadores-esclavos, obligados a convivir amasados en barracas: “Si protestan, el día siguiente hay otras 100 personas fuera del recinto dispuestas a ser reclutadas a las mismas condiciones”.

Respetar las reglas

Alex Zanotelli, misionero comboniano en las barrancópolis de Nairobi denuncia una connivencia entre los grandes productores en Kenia, en su mayoría extranjeros, y los consumidores europeos. “Quien gana en este enorme negocio no son ciertamente los keniatas”. Y anuncia una campaña internacional, coordinada por la Human Rights commission, para el boicot de los productos de las empresas que no respeten las reglas sindicales y las normas sanitarias, además del compromiso de dedicar parte de las cultivaciones a la horticultura para consumo local.

Kathini Caines, de la Women Workers Association ha presentado un dossier a la FAO denunciando casos de abusos sexuales, permisos de maternidad no concedidos (en Kenia son de una sola semana), esterilidad generalizada entre las obreras de los invernaderos. “Detrás de la gentileza de las flores se esconde una nueva, arrogante, forma de colonialismo”. Dos tercios de las exportaciones van a Holanda, que domina el mercado mundial de las flores cortadas a través de las subastas de Ámsterdam, donde los grandes distribuidores como la Zurel o la Weerman compran para reexportar al resto del mundo. Y han sido los holandeses los que han montado los invernaderos en Kenia beneficiándose de las ayudas del Banco Mundial y de los acuerdos de intercambio favorables entre la Unión Europea y ciertos países africanos, beneficios que según la convención de Cotonou deberían cesar a partir de 2008. Pero Etiopía, Uganda y Tanzania conservarán el estatus. Por este motivo está iniciándose la deslocalización de los grandes importadores y productores holandeses. El presidente de la Kenia Flower Council, Erastus Mureithi, prevé un palo para la frágil economía del país. “El éxodo ha comenzado hacia Etiopía, donde, además de las ventajas en el intercambio comercial con el mercado europeo, los productores pueden contar con una mano de obra aun más barata de la keniata. El impacto económico y social de este cínico nomadismo será enorme.”

Y de la tierra de los tulipanes han iniciado las represalias prohibicionistas contra las pocas, potentes empresas keniatas que podrían amenazar el dominio holandés sobre el mercado europeo: nuevas reglas para ponerlas en dificultad con medidas sanitarias excesivas que comportan sanciones fortísimas para las empresas africanas. Decidlo con flores.

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