Eppur si muove, (Y, sin embargo se mueve, dicho en castellano)

En este otoño de crisis en todos los sentidos, en el que se caen las hojas, empieza a hacer frio, cambian la hora y se hace de noche pronto, busco motivos para la alegría.

En este otoño de resaca tras un verano que nos trajo, según los organizadores, a casi un millón de jóvenes (y no tan jóvenes) dispuestos a gritar ¡Viva el papa!, reflejando una realidad eclesial mediática, mediatizada (por no decir idiotizada, que ganas no me faltan) y masificada; una realidad eclesial que, al menos en Madrid, ha dado una vuelta de tuerca más sobre las escasas alternativas asociativas juveniles en su seno, haciendo desaparecer (ellos no lo llamarán así) al Movimiento Junior, trato de encontrar razones para avanzar en la construcción de un Reino que se me antoja diferente al de tantos y tantas convocados por la institución eclesial en el caluroso agosto madrileño.

En un otoño de elecciones en las cuales dos partidos parecidos luchan por no perder y, en su caso, aumentar su cuota de poder y sus privilegios (PSOE y PP la misma cosa es… dicen los indignados de la calle) y que se blindan en esas posiciones con una reforma que obliga a los partidos extraparlamentarios a aportar una serie de avales, firmas y garantías de tener reconocimiento, base social (como si ellos tuvieran un respaldo real) busco una sola razón para acercarme a las urnas y depositar mi voto. Que no se extrañen sus señorías si el 20-N decido irme a pasera por la sierra con mis hijos en vez de acudir al colegio electoral.

En un otoño de recorte brutal al llamado Estado del bienestar, con unos profesores (y padres y madres y alumnos) en pie de guerra por tener que trabajar 20 horas (según dicen Figar y Aguirre, aunque esta última ya se haya disculpado y retractado); con un sistema sanitario público en demolición… busco motivos para seguir apostando por un Estado fuerte, para seguir pagando impuestos y para seguir usando con confianza los servicios de todos para todos.

En un otoño caliente, donde nos han reformado con agosticidad y alevosía una Constitución ya añeja, que sirvió quizá a los intereses y las circunstancias de una época pasada pero que no parece contentar ni encajar en el s. XXI. Donde, tras años y años sin atreverse a tocar una coma, por mandato imperativo de los mercados han metido mano a unos artículos sin preguntarnos (¿democracia no era el sistema político en el que la soberanía reside en el pueblo?). Ya se ve quien manda aquí.

En un otoño de crisis económica, paro creciente, recesión tras recesión, caídas de primas de riesgo españolas que no sabemos muy bien que significan pero que sufrimos cual patada en el culo propio, intento sonreír y convencerme de que, en el fondo, soy un privilegiado que vivo en el hemisferio Norte zona de la Derecha (eso según se mire, que la Tierra dicen que es redonda y se mueve), que como todos los días caliente, tengo casa con hipoteca, coche y los fines de semana me tomo una cerveza con los amigos.

Eppur si muove que dicen que dijo Galileo tras retractarse delante de la Inquisición de sus teorías alejadas de la ortodoxia eclesial. Digan lo que digan se mueve. Frente a kikos, roucanianos, opusinos y demás jóvenes absortos y felices de haber visto en la distancia el espectáculo de luz y sonido papal, frente a jerarquías que obligan a disfrazarse a las religiosas que quieren ver al papa, hay toda una Iglesia que celebra, que trabaja, que vive, que se encarna y que está donde y con quien tiene que estar. Desde aquí, por cierto, un recuerdo para Julio Lois.

Ante los dos partidos desconectados de la calle y sus preocupaciones, el indignado 15-M primaveral se ha reforzado en las calles, los barrios , las asambleas, las redes sociales virtuales y sobre todo ha ilusionado a muchos y muchas que, como los de Pirandello, eran personajes en busca de autor. Ciudadanos con inquietudes en busca de un partido, se (nos) definen (definimos) los que construyen EQUO (en mi próxima columna hablaré largo y tendido de esto)

Frente al desmantelado Estado del bienestar sigue habiendo profesionales (profesores, médicos, enfermeros, conserjes) con vocación de servicio público, con ganas, con proyectos y estudiantes, pacientes, enfermos, familiares convencidos de ello. En noviembre, por cierto, me toca revisión de mi codo roto hace cuatro años y que ha quedado casi, casi perfecto. ¡En un hospital público!! Ante la reforma constitucional, la esperanza de la desobediencia y la protesta civil.

Y, sin embargo, se mueve. ¿Recurso al pataleo? No, convicción y optimismo de que lo que estamos construyendo merece la pena. A pesar de la lluvia, el frio y las hojas caídas.

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