Acaban las vacaciones, comienza un nuevo curso y dejamos atrás un verano teñido de sangre en nuestro mundo. Conflictos, accidentes, epidemias o agresiones han llenado los telediarios, mezclándose con las imágenes estivales de turistas y playas.
Meses en los que Israel ha aprovechado que la comunidad internacional miraba hacia otro lado para masacrar a cientos de civiles en Gaza en la operación llamada “Margen protector”. Bajo la excusa de destruir túneles excavados por Hamás, el ejército israelí ha bombardeado escuelas y refugios, mercados y parques, casas y barrios enteros dejando un balance de víctimas en el que abundan niños, niñas y jóvenes.
El escaso margen de maniobra de las instituciones internacionales da impunidad total al gobierno Benjamín Netanyahu, a quien tampoco el parlamento israelí –controlado por partidos conservadores– puede cuestionar. El hecho de que nuestra revista no se publique en julio y agosto nos ha impedido dedicarle a este asunto el espacio y la profundidad que merece, pero esperamos poder hacerlo en próximos números.
Y la tragedia en Palestina no ha sido el único acontecimiento triste de estos meses. La situación en Ucrania y en Irak también ha marcado la actualidad del verano. Conflictos que esconden intereses económicos y en los que siempre pierden los mismos: las víctimas.
Drama en Oriente Medio, en Asia y también en África, donde el brote de ébola se ha llevado la vida de más de mil personas. Una epidemia muy mediática que invisibiliza a las plagas silenciosas: solo en el África subsahariana han muerto en los últimos seis meses unos 298.000 menores de neumonía y 193.000 de diarrea, mientras que un total de 288.000 personas han fallecido por causa de malaria. Problemas de mucha menos actualidad y en los que, tal vez, no se conjugan los intereses de las farmacéuticas.
Con todas estas preocupaciones iniciamos el curso, con decisión para seguir mirando hacia delante, para alzar la voz y denunciar las injusticias, para seguir creciendo y llegar a más gente, para seguir sensibilizando, ampliando la comunidad de alandar… Para erradicar la tristeza desde su raíz.