A punto de cerrar este número de Alandar conocemos la sentencia de la Audiencia de Navarra sobre los hechos del llamado caso “La manada”.
La sentencia ha provocado una reacción inmediata de las mujeres y numerosos hombres en la mayor parte de las ciudades y municipios de nuestro país. Reacción justificada porque la argumentación esgrimida para valorar los hechos hace suponer que nuestro ordenamiento jurídico exige que una mujer, para demostrar que ha sufrido una agresión, debe haber opuesto una reacción heroica y que si no lo ha hecho así, lo que ha sufrido es un abuso.
Este juicio ya levantó indignación cuando hace unos meses se intentó señalar a la víctima por su comportamiento en los días siguientes a los hechos, por haber intentado recuperar su vida, lo que pretendía ser esgrimido como prueba de su consentimiento o, cuanto menos, de no haber sido agredida.
En esta sentencia se esperaba una comprensión profunda, ejemplar, de los elementos que juegan en una agresión sexual a una mujer, pero los magistrados han demostrado ser unos ignorantes al respecto, lo que les hace incapaces para servir a la justicia del siglo XXI.
Muchas mujeres ya son heroínas del día a día. Ante una agresión sexual o de cualquier tipo las queremos vivas y con dignidad, no heroicas.