Salimos

Parecía que las cosas no iban a ponerse peor, había quien hablaba de brotes verdes, con esperanza. Pero empieza el otoño y la realidad económica, política o social nos hace pensar que todavía queda recesión, que todavía pueden empeorar más las cosas.

Una vez pasadas las elecciones municipales y autonómicas llegan los recortes que afectan, para empezar el curso, a los pilares del estado del bienestar: educación, salud y gastos sociales. Se caen las prestaciones, como caen las hojas y los ánimos. Para muchas personas cada vez es más difícil llegar a fin de mes. Madrid y muchas ciudades en toda España son el escenario de manifestaciones casi diarias.

Y mientras tanto, crece la demagogia, la manipulación del lenguaje, la instrumentalización de unos y otros de cara a las segundas elecciones del año. Nos las pronostican como un mal telefilme, donde todo el mundo sabe de antemano cuál va a ser el final. Convierten así a la ciudadanía en mera audiencia, receptora pasiva que parece que no tiene otra opción que “tragarse” la programación (léase: reformas, recortes, impuestos, resultados…) que le imponen.

“Las crisis financieras tienen una manera curiosa de conseguir que las reformas radicales parezcan razonables”, dicen los economistas Nouriel Roubini y Stephen Mihm, autores de un libro con el interpelante título ¿Cómo salimos de ésta?. Cómo salir globalmente y también en lo personal, esa es la pregunta que nos hacemos mucha gente en nuestro día a día. También se hace este cuestionamiento la plataforma ¿Quién debe a quién?, que a principios de este mes celebra unas jornadas tituladas ¿Y si no pagamos? Vivir en deudocracia, por un final diferente para este cuento.

Un final diferente para este cuento de la crisis. Una continuación diferente para esta historia, que es la Historia de la Humanidad. Soluciones creativas. No ir por los caminos ya recorridos sino buscar otros alternativos, construir nuevas vías. En eso, no hay duda de que también tenemos un papel crucial como cristianos y cristianas. Para aportar nuestra creatividad pero, sobre todo, para exigir que esas soluciones respeten los derechos humanos, que tengan en cuenta a quienes más sufren, a las personas excluidas de nuestra sociedad. Y no al contrario.

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