La aceleración de la Historia, esa que lleva produciéndose aproximadamente desde después de la Revolución Industrial, se ha instalado definitivamente en nuestras vidas cotidianas. Programadas como personas multitarea, obligadas a exprimir (“aprovechar”) incluso el ocio, vivimos vidas invisibles, vidas a las que no llegamos, ese constante “estoy cansado, estoy cansada” que caracteriza y resume nuestras conversaciones diarias.
No se trata simplemente de una autopercepción más o menos acertada sino que ya incluso hay filósofos, como el surcoreano Byung-Chul Han, que se lanzan a investigar esta forma de estar en el mundo que tiene el ser humano (ese mamífero) del siglo XXI. Para Han, vivimos los tiempos de la autoexploración en búsqueda de la realización. Las redes nos han enseñado que todas las personas somos especiales y, por tanto, urge dejar una impronta.
Sin embargo, este vivir en constante ansiedad, este estrés cotidiano y esta falta de tiempo, va en contra de nuestra propia naturaleza y la salud (la física, la mental y la social) se resiente llegando a provocar incluso serios accidentes corporales.
Por eso, en el editorial que cierra el curso y abre las puertas al verano, queremos invitar a nuestra comunidad a parar el tiempo. A bajar el ritmo y a prepararse para el curso que viene. Será intenso, con los nuevos gobiernos y sus nuevos retos, así que merece la pena detenerse.
A la vuelta, les esperamos, como siempre, con los Premios Alandar la última semana de septiembre para abrazarnos, impulsarnos y retomar la vida. ¡Que descansen!
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