Se embarcan en un sueño para el que llevan ahorrando largo tiempo. Inician un viaje que saben que será, en muchos, casos sin retorno. Morirán por el camino o no. Si llegan a ese destino soñado, les será muy difícil volver a su patria. Pasan hambre, dolor y miedo por el camino. Y, sin embargo, les vale la pena.
África es un continente de riquezas naturales, tierras, minerales, agricultura, turismo… Y aún hay tertulianos de la televisión pública, como José Manuel González Huesa, director de Servimedia, que se atreven a decir que “llegan buscando un mundo más civilizado”. A estas alturas.
Les merece la pena porque sus países de origen han sido saqueados y se les han arrebatado las materias primas. Porque no encuentran trabajo ni alternativas de futuro. Porque no pueden alimentar a sus hijos e hijas, porque ven a sus hermanos morir de hambre. Porque piensan que aquí se vive mejor y no son solo ensoñaciones fruto de ver series de televisión. Porque si sus países están empobrecidos es porque los nuestros se han enriquecido a su costa.
Y, entretanto, los políticos europeos se pasan la pelota de las responsabilidades y proponen construir muros más altos, barreras de vigilancia, dispositivos marítimos, vallas y centros de internamiento. Pero casi nadie habla de la demacrada ayuda al desarrollo, de los saqueos perpetrados por las grandes multinacionales o del acaparamiento de tierras.
La cosa caerá por su propio peso y llegará el día en que tengamos que despertar. Porque somos miembros de una misma Tierra. “Partos, medos, elamitas, mesopotamios, judíos y capadocios, habitantes del Ponto, de Asia, de Frigia, de Panfilia y de Egipto, venidos de Libia, forasteros romanos, cretenses y árabes”: todos y todas formamos parte de esa que es la verdadera “sagrada familia”, la familia humana.
Mil personas se hundieron en el Mediterráneo. Con sus mil vidas y sus mil historias. Mil hermanos y hermanas nuestros a quienes les merecía la pena subir a ese barco. Mil seres humanos a los que, si siguieran con vida, les seguiría mereciendo la pena intentarlo mientras no cambien las cosas.
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