La segunda lectura de hace algunos domingos podría servir muy bien como editorial de alandar, sin añadir nada más. En la carta de Santiago que se leyó en iglesias y parroquias semanas atrás se dice: “Vosotros los ricos, gemid y llorad ante las desgracias que se os avecinan. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego. ¿Para qué amontonar riquezas? Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido por vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos del Señor todopoderoso”. Ahí queda eso.
Los casos de sueldos millonarios e indemnizaciones también millonarias de directivos en cuyas empresas se producen ERE salen cada vez más a la luz. El estilo de vida de quienes más tienen apenas ha cambiado con la crisis, mientras que la capacidad de consumo de las clases medias se derrumba. La horquilla salarial entre la persona que menos cobra y la de mayor sueldo en muchas empresas españolas es escandalosa. Vemos en televisión carros llenos de dinero negro incautado, pero parece que escandalizan más los carros llenos de comida “robada” por activistas. Y, aunque lleva casi un año en el poder, el gobierno de Mariano Rajoy no parece estar tomando muchas soluciones.
La situación es vergonzosa y, como bien dice en las páginas interiores nuestro columnista Carlos Ballesteros: “esto de la crisis nos esta? haciendo bajar el listo?n hasta límites insospechados”. El mensaje es idéntico a aquel con que exhortaba Santiago a los ricos en la misma carta leída hace algunos domingos: “Habéis condenado, habéis asesinado al inocente y ya no os ofrece resistencia”… el miedo se está apoderando de la sociedad, como nos recuerda el filósofo Josep Ramoneda, entrevistado en este número.
Por eso, las páginas de alandar se convierten hoy en un clamor para decir que hasta aquí hemos llegado. Los gritos de los segadores de la epístola son ahora las proclamas y acciones de una ciudadanía exhausta, harta de injusticia y desigualdad. Salimos a la calle, promovemos la desobediencia civil organizada –a la que dedicamos el tema de portada de la revista en esta ocasión– y, ante todo, apoyamos y respaldamos todas las acciones que, desde particulares y colectivos se están llevando a cabo para salvar esta situación.
Una vez más, reclamamos lo que parece ya nuestro leit motiv para mantener la esperanza, para salir del pesimismo y buscar alternativas. Ya que ni el gobierno ni las grandes empresas parecen dispuestas a hacer nada por las personas, que seamos las personas quienes hagamos algo por la sociedad. Ya está clamando, que se preparen.