Padre nuestro,
que hiciste un mundo de inmensas posibilidades y recursos
para que en él pudieran vivir todas tus criaturas felices y en paz;
que habitas en el corazón de todos los acontecimientos que se dan en el espacio y en el tiempo,
y desde ellos colaboras con los humanos
a fin de que lleguen a saber que el amor es la ley suprema que rige el universo;
que quieres ser reconocido como el amigo de la vida,
solidario desde adentro en todas las empresas de justicia y bien común;
que estableces tu reinado eterno en todo abrazo de sincero amor
entre hermanos
y en todo gesto de servicio desinteresado al prójimo:
que no tienes más voluntad que el pleno desarrollo de todos los valores de la vida,
de toda verdad, bondad y belleza, que alimentan una existencia humana digna…
Danos hoy nuestra justa indignación
ante tantos atropellos que afean y denigran tu imagen viva en tantas mujeres y hombres del momento que vivimos,
ante tantas leyes injustas puestas por los poderosos para mantener su hegemonía explotadora
sobre masas de débiles e indigentes y sobre las riquezas productivas de la Tierra;
danos no decaer en la protesta que grita la abolición del dinero
como árbitro supremo de los destinos de los pueblos;
danos la audacia y la generosidad de estar siempre de parte de los que más sufren las injurias y el escarnio de este inicuo sistema;
y no nos dejes caer en ningún tipo de resignación ni conformismo:
ante la mentira que se empeña en negar que todos somos hermanos,
ante la violencia que prefiere la destrucción incontable de vidas humanas
al diálogo que construye la Paz con la necesidad del otro,
ante todos los empeños de pretender salvar al Mmndo con otras armas que no sean:
el respeto a la libertad de todos,
la formación de una conciencia solidaria universal por la que sea imposible mantener el “¡sálvese quien pueda!”,
y el respeto sagrado a la Tierra que nos sostiene y de la que somos parte,
haciendo al fin imposible toda globalización que no sea la de ponernos todos al servicio de todos,
aportando cada uno sus posibilidades y necesidades de vida,
y partiendo siempre del más necesitado para la búsqueda del irrenunciable bien común.
¿No es así, como nos veremos libres, Señor, de todo mal? Amén.
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