La historia no camina al ritmo de nuestra impaciencia

Esta frase llena de significado se encuentra en uno de los últimos escritos del gran poeta español Antonio Machado, al partir hacia el exilio, al final de la Guerra Civil Española, cruzando la frontera con su madre moribunda. Él mismo moriría semanas después.

En un texto que escribí en las primeras horas de la madrugada del día 30, yo, que había vivido el golpe de Estado en Brasil cuando fui apresado inmediatamente el 4 de abril de 1964 y después el golpe en Chile, donde mi estatuto de funcionario internacional de las Naciones Unidas nos protegió a mí y a mi familia y partí hacia México unos meses después, me preguntaba: ¿vendrá otro golpe? Sí, dos golpes militares y ahora un golpe parlamentario. Éste, en cierta medida, más insidioso, por estar travestido de pseudolegalidad: las liturgias procesales cumplidas en cuanto a las formas, aunque no escondiesen su profunda ilegitimidad, al haber depuesto a una presidenta elegida por el voto y acusada por cuatro pretextos pequeños e irrelevantes, reducidos a polvo por las contundentes afirmaciones de Dilma Roussef que, valiente y con competencia y firmeza, se enfrentó durante horas a sus acusadores.

Hay un primer momento de profunda tristeza, viendo a un poder legislativo que sigue encubriendo los crímenes del expresidente de la Cámara, Eduardo Cunha y ahora con filigranas legales depone a una presidenta inocente, honesta, digna y extremadamente competente, como se evidenció en su presencia espontánea en el Senado, cuando demostró su gran capacidad para decidir y gobernar y su gran franqueza.

A través de gestos de aparente “humanidad”, en palabras de Renan Calheiros -probablemente encubriendo una buena dosis de mala conciencia- el quórum no alcanzó la mayoría necesaria para retirarle los derechos políticos. Entre los 61 senadores que la alejaron del cargo, había antiguos miembros de su gobierno; un Cristobal Buarque que, presumiendo de imparcial, en realidad mostraba su vanidad herida por las forma en que fue destituido del Ministerio de Educación por el presidente Lula; una Marta Suplicy, elegida prefecta años atrás por el PT y que ahora se postula candidata al mismo cargo por el sector fisiológico del PMDB; un Fernando Collor, antiguo acusado en un proceso semejante, que no escondía su rencor y que buscaba una revancha del PT, que había participado en su acusación.

En aquel texto anterior yo, sin querer perder la esperanza decía que, en caso de que venciera el impeachment, pensaba en las palabras de Salvador Allende poco antes de morir que traigo aquí ampliadas: “Más temprano que tarde volverá el pueblo a las grandes alamedas…La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Por eso no pierdo el ánimo ante un percance momentáneo. Y recurro de nuevo a Antonio Machado en uno de los versos que otro poeta, Dámaso Alonso, consideraba el más bello de la lengua castellana: “Yo voy soñando caminos”. Sigo soñando y esperando.

Una mujer muestra una pancarta en la que se lee “Fuera Temer, no al golpe” durante una manifestación de apoyo a Dilma Rousseff en Brasilia. Foto. AP Photo / Eraldo Peres
(AP Photo/Eraldo Peres)

He escrito varias veces que no podemos quedar inmovilizados por el corto plazo -en nuestra impaciencia- sino mirar más lejos, en un proceso de construcción de la democracia marcado por contradicciones y retrocesos, pero también sin duda avances. Para eso es necesaria la construcción de un frente amplio, progresista, democrático y nacional. Movimientos como Frente Popular de Brasil y Frente del pueblo sin miedo abren camino en esa dirección.

Eso es fundamental cuando vemos al liliputiense y rencoroso nuevo gobierno de Temer comenzar a elaborar medidas antisociales y antinacionales. En lo social va a herir derechos de la clase trabajadora y de los jubilados, con una reforma draconiana de las prestaciones y cuando los programas sociales, que tuvieron gran fuerza en los gobiernos de Lula y Dilma, van siendo soterradamente vaciados de contenido, a pesar de las engañosas declaraciones de que lo social no será tocado sino, incluso, incrementado.

Y gravísimas son las medidas antinacionales, de vuelta al tiempo que Amaury Ribeiro Júnior llamó la “privataria tucana” (el “privateo del PSDB, Partido Social Demócrata Brasileño”). Se ve venir un proyecto de Estado mínimo, de corte fuertemente neoliberal, que deja libre el poder de los sectores dominantes nacionales y, especialmente, los internacionales.

Un ejemplo paradigmático y significativo es el caso del petróleo. Y la entrega del espacio marítimo subsalino* a los consorcios internacionales. Eso nos remite a los tiempos de mi juventud, cuando teníamos un lema de lucha: “El petróleo es nuestro”. Y a la campaña soez contra Getúlio que le llevó al suicidio y que en su carta-testamento dice: “Quise crear libertad nacional en la potenciación de nuestras riquezas a través de Petrobrás y, en cuanto comienza esto a funcionar, una ola de agitación aumenta… No quieren que el pueblo sea independiente”.

La tecnología brasileña hizo prospección en las aguas profundas del océano cuando una derecha entreguista afirmaba que no teníamos competencia para (realizar) avances en esa área. Hoy Petrobrás, a pesar de la rapiña delincuente de algunos técnicos y directivos, denunciados por la justicia y por la policía federal, es una de las empresas internacionales de mayor éxito. Y vino el descubrimiento del gran potencial en el espacio todavía más profundo que el subsalino. El gobierno de FHC había abierto de par en par la política petrolera a un régimen de concesión, abierto a empresas privadas, básicamente internacionales. El gobierno Lula, con el descubrimiento del gran filón del subsalino, le creó otro régimen, el de reparto, con la empresa Petrobrás como agente principal. La mitad del petróleo producido está llegando de ese espacio subsalino. Y las enormes ganancias deberían ser encaminadas básicamente para la educación y una parte también para la sanidad.

Pues bien, el senador del PSDB José Serra presentó un proyecto para incluir estas explotaciones del subsalino en el régimen de concesión. Las grandes empresas petroleras están deseosas de entrar en ese campo. Eso nos hace recordar que en 1952, mientras aquí en Brasil  luchábamos por la nacionalización del petróleo, en Irán el primer ministro, Mossadegh, quien nacionalizara allí el petróleo, fue derrocado por un golpe de Estado organizado por la CIA, al servicio de la Shell y de ESSO. Vean la simultaneidad con nuestra lucha aquí, victoriosa con la creación de Petrobrás.

Hoy el señor José Serra es ministro de Relaciones Exteriores del gobierno Temer. Es una ironía del destino: el que fuera presidente de la Unión de Estudiantes (UNE) en el momento del golpe y nuestro compañero en el movimiento de Acción Popular.

A causa de sus declaraciones, él está siendo responsable de la inflexión en la política externa, hasta ahora independiente de Brasil, país miembro de los BRICS (que crearon un Banco de Desarrollo propio, uno de cuyos dirigentes es brasileño), organización solidaria en nuestra región con Mercosur y Unasur.

Serra ya  ha señalado que vamos a pasar de una política común con países hermanos a las relaciones bilaterales. Bilaterales básicamente, ¿con quién? Con las grandes potencias y especialmente con la principal de ellas, los Estados Unidos. Volvemos, entonces, a la posición subordinada de “satélite privilegiado”, de acuerdo a la concepción del general Golbery do Couto e Silna en los tiempos de la dictadura. Hacen mucha falta un Brizola y un Darci Ribeiro para estar en la línea del frente. Pero tenemos la posición independiente y sin temor del senador Roberto Requiao (del PMDB, tan solo vean) y de otros políticos nacionalistas.

La destitución de la presidenta Dilma puede ser un choque que sacuda la conciencia nacional. Como lo fue el suicidio de Getúlio. Y eso podrá reflejarse en elecciones venideras. ¿Muy pronto para las elecciones municipales de octubre? Quién sabe… tal vez sea más posible para las elecciones de 2018. Es por eso que también con estratagemas legales se trata de eliminar la posibilidad de que concurra el presidente Lula, él que está al frente de las encuestas de opinión. Pero debemos mirar todavía más hacia delante con ambición.

Es hora, desde ya, de movilización y de no ceder al pesimismo. Y vuelvo a los ejemplos de Allende y de Getúlio para mirar hacia delante, con creatividad y una gran alianza en la solidaridad con Brasil y su pueblo. Recuerdo las impactantes palabras de Getúlio en su despedida, que despertaron y sacudieron al país: “Y a los que me derrotaron respondo con mi victoria… Luché contra la expoliación de Brasil. Luché contra la expoliación del pueblo. He luchado a pecho descubierto. Os di mi vida… No tengo miedo de nada…Salgo de la vida para entrar en la historia”.

* Subsalino: tipo de extensión productiva de exploración y producción en el que existen áreas prospectivas por debajo de las capas salinas.

 Traducido por María Nair Gutiérrez y Pepa Moleón

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