El papa Francisco declaró en 2015 el día 1 de septiembre como la Jornada Mundial de la Oración por el Cuidado de la Creación. Se suma, así, a una iniciativa promovida por la Iglesia Ortodoxa desde 1989.
La Iglesia madrileña ha tardado un año más en realizar en su ámbito local un acto acorde con dicha convocatoria. El 3 de septiembre de 2016 -se pensó que posibilitaría mayor participación al trasladarlo a sábado- tuvo lugar un encuentro ecuménico para la ocasión.

Las reuniones preparatorias se prolongaron varios meses debido al gran número de organizadores que participaron en la comisión mixta: Asamblea Episcopal Ortodoxa de España y Portugal (Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y la Iglesia Ortodoxa Rumana), Iglesia Siro-Ortodoxa de Antioquía, Arzobispado Católico Romano de Madrid (Vicaría de Pastoral Social e Invocación, Justicia y Paz, iniciativa de comunión diocesana Ubuntu-Entre Todos), Parroquia de Santa Cristina, Compañía de Jesús, Grupo Cristianismo y Ecología, Movimiento Scouts de Madrid y PP. Capuchinos de Madrid.
Simplemente el hecho de juntarnos a rezar y a reflexionar desde tan variadas procedencias y sensibilidades supone una enorme riqueza. La crisis socio-ambiental es de una complejidad y envergadura tal que la respuesta debe brotar de cuantos más lugares sea posible.
La jornada comenzó a las 17:30 en la parroquia de Santa Cristina con una limonada de bienvenida elaborada con una bicilicuadora que se encargaba de exprimir el zumo de unos limones de cultivo ecológico servidos en vasos que, una vez lavados, volvieron a su procedencia. Todo un símbolo de lo que la tarde nos depararía.
La crisis socio-ambiental es de una complejidad y envergadura tal que la respuesta debe brotar de cuantos más lugares sea posible
A las 18:00 comenzó una mesa redonda en torno a espiritualidad y ecología práctica. Las visiones católica, ortodoxa y de los movimientos ecologistas estuvieron representadas por José Eizaguirre (miembro de Cristianismo y Ecología), el P. Demetrio Sáez (archimandrita del patriarcado ortodoxo de España y Portugal) y Yayo Herrero (presidenta de la FUHEM y miembro de Ecologistas en Acción).

Hubo un intercambio fluido de reflexiones, vivencias personales y sueños en los que el cuidado fue puesto en valor desde diferentes perspectivas. La sala estaba abarrotada con cerca de 200 personas que salieron con la mirada ensanchada y las ganas crecidas.
Una vez terminada la mesa redonda, los asistentes a la jornada recorrieron a pie un kilómetro para llegar al cerro de la Torrecilla, en el mayor parque público de Madrid, la Casa de Campo, que cuenta con 1.700 hectáreas. Otro símbolo de ponerse en marcha y acercarse a la naturaleza.
Allí tuvo lugar la oración ecuménica a las 20:00 presidida por el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro; el metropolita del arzobispado ortodoxo de España y Portugal (Patriarcado Ecuménico de Constantinopla), monseñor Policarpo; el obispo de España y Portugal de la Iglesia Ortodoxa Rumana, monseñor Timotei; y el arzobispo de la Iglesia Siro-ortodoxa, monseñor Nicolaos Matti.

La oración alternó lecturas bíblicas de alabanza al Creador, momentos de toma de conciencia del maltrato que estamos inflingiendo al planeta, homilías del arzobispo católico y el metropolita del patriarcado constantinopolitano, cantos en griego, en rumano y en castellano, estos últimos animados por el grupo Ain Karem y momentos de invitación a ahondar en el cuidado de la creación.
En esta línea, tras la lectura de la declaración conjunta y la bendición final, se repartieron a los asistentes una planta de albahaca, menta o ruberkia que estuvieron decorando la oración bajo en ambón, como recordatorio de esa reverencia a la vida y cuidado de la misma que se cultivó a lo largo de toda la tarde.
La sala estaba abarrotada con cerca de 200 personas que salieron con la mirada ensanchada y las ganas crecidas
De esta manera se procuró que la oración promoviera el crecimiento personal y el acercamiento ecuménico, manteniéndose cerca del residuo cero. Crecer cuidando de las personas y de la casa común que es la Tierra.
Ya de anochecida, los 300 asistentes regresaron a sus quehaceres con un buen sabor de boca y un buen aroma entre las manos. Degustando el regalo de la naturaleza.
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