Un tercio

Mira tu cubo de basura. Ya sé que no es forma de comenzar un artículo, mucho menos si lo primero que te propongo supone dejar de leer para observar algo que no es precisamente agradable. Lo siguiente que te sugeriría es separar tus desperdicios, cosa que no pretendo que hagas, al menos por esta vez. Espero que después de leer lo que viene a continuación puedas cambiar ciertas actitudes y actos. Si no, tranquilo,  como casi siempre, tendrás nuevas oportunidades para que las cosas cambien… a mejor.

Lo que te sugiero es algo tan sencillo como observar la realidad. Casi siempre se nos escapan detalles cotidianos a los que no damos importancia. Parte de la basura que generamos, sobre todo de tipo orgánico, podría ser aprovechada mejor. Con la cantidad de comida que sobra en bodas, cenas de empresa y demás eventos de este tipo, podría comer, al menos, otra mitad de la gente que asiste. En Europa y Norteamérica la cantidad de alimento por persona que arrojamos a la basura durante el año es de unos 100 kilogramos. En Asia Meridional, Sudeste Asiático y África Subsahariana está en torno a los nueve kilogramos. La necesidad obliga a aprovechar más los recursos. Lo que para algunos no es útil, para otros es de gran utilidad. Paradojas de la vida, lo que producen en África subsahariana, unas 222 millones de toneladas, es el equivalente a lo que se desperdicia anualmente en los países ricos.

La producción anual de comida en Africa subsahariana es lo que se desperdicia en los países ricosPor otra parte, te preguntarás dónde se pierde tanta comida. Pues la realidad es que casi todos intentamos aprovechar al máximo lo que tenemos. A la hora de la producción, comercialización y consumo, muchos alimentos se quedan en el camino y son desechados. En otros casos se pierden debido a la precariedad de las infraestructuras, el bajo nivel tecnológico y la falta de inversiones. Los tomates, manzanas y otras verduras con tan buena pinta, son fruto de una selección para que los consumidores quedemos cautivados y los compremos. Tristemente, este mecanismo comercial se aplica a otras realidades cotidianas, como la vida laboral o la selección de personal. Los guapos, guapas y aquellos con buena presencia parecen tener más puntos que los demás, por aquello de las apariencias, que tantos quebraderos de cabeza traen desde la infancia hasta bien entrada la ancianidad. Os  propongo comprar tomates -u otras verduras- que no sean atractivos. Elijamos aquello que otros desprecian. No rechacemos lo que no tiene buena presencia, tal vez nos estemos perdiendo la riqueza que se oculta tras un aspecto poco agraciado; entonces entraremos a formar parte del club de las Bienaventuranzas, que sigue en auge aunque no lo parezca.

La FAO,  Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, ha calculado que 1.300 millones de toneladas de alimentos se pierden o desperdician cada año, lo que es el equivalente a un tercio de la comida que se produce en el mundo. A este ritmo, la balanza se rompe. Tanta descompensación no hace sino desequilibrar y producir mayor desestabilidad. Son muchos los que se caen y perecen en el intento por incorporarse de nuevo, ya que ni las fuerzas ni sus recursos dan para ello.

Ahora no hace falta que vayas al cubo de basura a mirar lo que contiene, pero cuando vayas a tirar algo -y a la hora de comprar- contempla con ojos rasgados del sudeste asiático, con aquellos que miran los que ven la realidad reducida a un tercio de lo que es.

jukaprieto@hotmail.com

Juan Carlos Prieto
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