Por Miguel Ángel Mesa
El último libro de Luis Aranguren, San Romero de los derechos humanos. Lecciones éticas, desafío educativo (San Pablo, 2017) es un magnífico empeño del autor por recuperar la figura y el mensaje de Monseñor Romero y ofrecerla como un regalo para renovar la opción por una sociedad más fraterna, más justa y solidaria, tanto en niveles educativos como ciudadanos, para que nos sirva como ideal y espejo al cual seguir mirando, para mantener la esperanza en la construcción de otro mundo posible, por el cual millones de personas siguen creyendo y haciendo lo que cada una puede para hacerlo posible.
En la casa de la Comunidad intercongregacional de Lavapiés nos vemos desde hace algún tiempo. Allí nos reunimos a celebrar la vida en una oración interreligiosa con inmigrantes -sobre todo musulmanes- y mujeres y hombres que trabajan diariamente a su lado por el respeto de sus derechos, por recuperar su dignidad vulnerada, luchando por eliminar fronteras que nos distancian como personas, para sentirnos así miembros de una misma familia humana.

Óscar Romero sigue despertando inquietudes 37 años después de su asesinato.
Conforman esta comunidad Mayte, Carre y Pepa Torres, que es quien ha realizado el prólogo del libro. Nuestra común amiga dice en el mismo: “Me ha sucedido con la lectura de este libro, que la novedad de la perspectiva en el enfoque de la figura de Óscar Romero me ha atrapado por completo desde las primeras líneas. Pero, ¿es posible decir algo sobre Romero?, se preguntarán algunos y algunas. Luis Aranguren Gonzalo tiene la osadía y la humildad de hacerlo”. Y así es, porque el libro te engancha desde el inicio y ya no puedes parar de leerlo hasta el final.
Estas páginas nacieron tras una conferencia que Luis pronunció el 16 de agosto de 2017 en San Salvador, en el marco del Foro Internacional que se celebró en la patria de monseñor, con motivo del centenario de su nacimiento.
La perspectiva desde la que se presenta a Óscar Romero es su lucha y la defensa de los derechos humanos en su país, para construir una sociedad más fraterna, justa y, por lo tanto, en paz. Luis cree que el mensaje de Romero y, sobre todo, el testimonio de su vida, siguen vigentes y son completamente actuales. Por eso piensa que su palabra y su ejemplo pueden ayudarnos en la realidad del mundo actual que vivimos, para imprimir un rumbo distinto al mismo, mediante un desafío educativo que desde distintos ámbitos culturales, políticos, sociales, religiosos y solidarios, ayude a recuperar la dignidad y los derechos de la gente tan duramente golpeada por la crisis, en especial de los más desfavorecidos de la sociedad, tal como lo pretendió Romero.
Inicia el libro presentando “el acontecimiento Romero”, porque eso es lo que fue monseñor para El Salvador desde 1977 hasta 1980, cuando le asesinaron. Según Ignacio Ellacuría “con monseñor Romero, Dios pasó por El Salvador”, aunque no como hubieran deseado las familias de la oligarquía, los partidos y numerosos miembros de la jerarquía salvadoreña.
Pero Óscar Romero queda tocado por los rostros sufrientes de su pueblo obrero y campesino, masacrado y oprimido por las élites empresariales y políticas del país, convirtiéndose en su defensor. Por eso defiende la necesidad y la urgencia de que el pueblo se organice para defender sus derechos, que se haga justicia y así se pueda conquistar la paz verdadera.
Este proceso de concientización y lucha debía llevar a la humanización plena de las personas que entran en esta dinámica, creándose así un nuevo humanismo en este proceso vital, junto a un cambio de estructuras más justas y una reconciliación basada en la verdad.
Su autoridad moral se va agigantando en aquellos tres años como arzobispo de San Salvador, tanto a nivel nacional como internacional. Una mayoría de salvadoreños escucha sus homilías de cada domingo, en las que denuncia los atropellos y asesinatos que la Oficina de tutela legal del Arzobispado había identificado durante esa semana. Es prácticamente la única voz de la jerarquía que lo denuncia, junto a un gran equipo de colaboradores, catequistas, sacerdotes, religiosos y religiosas, que le acompañan fieles en aquellos difíciles momentos de El Salvador.
Ni siquiera tuvo un respaldo de Juan Pablo II cuando fue a visitarle al Vaticano, sufriendo un verdadero calvario, humillaciones y desdén hasta poder ser recibido por el papa, que no estuvo en absoluto receptivo ante la situación de persecución a su persona y sobre las masacres y violencia que le presentó monseñor, diciéndole únicamente que no tenía tiempo para leer la documentación que le presentaba y que lo que debería hacer es reconciliarse con el gobierno.
Después de más de 37 años de su asesinato, monseñor sigue en el recuerdo de buena parte del pueblo sencillo y empobrecido de El Salvador. Saben que Óscar Romero continúa viviendo en medio de su pueblo, especialmente de los más desfavorecidos. Así nos lo hace descubrir Luis Aranguren en estas páginas. También él le ha ayudado a resucitar, por el cariño y la pasión que ha plasmado en este magnífico libro.