“El pequeño Miguel llevaba varias horas agachado solo, en el parque. Era la hora de la siesta y la plaza aparecía desierta, con la arena achicharrada bajo la despiadada solanera estival. Don Luis, que vivía frente al parque que cada tarde se llenaba de algarabía, había durante ese tiempo almorzado, lavado los platos y visto un trozo de su programa favorito de sobremesa. Cada vez que miraba por la ventana veía a Miguel y se preguntaba qué haría allí medio acurrucado y en soledad. No pudiendo resistir más la curiosidad y ante la creciente preocupación de que le ocurriese algo, salió en pantuflas y batín y cruzó la plaza haciendo visera con la mano para llegar a su encuentro
-¿Qué haces aquí tan solo, Miguel?- le preguntó amigablemente. El niño alzó la cabeza ante la inesperada aparición. Don Luis no pasó por alto que había estado llorando, tal y como evidenciaban los surcos limpios que cruzaban sus mejillas llenas de manchurrones infantiles.
-Estoy buscando una cosa- contestó el crío, que inspeccionaba la arena arañándola con los dedos.
-¿Se te ha perdido algo?- quiso saber el anciano, agachándose como buenamente pudo al lado del niño. Se sorprendió de que sus castigadas rodillas no protestasen.
Miguel negó con la cabeza.
-A mí no; a mi madre…
Don Luis se rascó su poblada barba cana, sorprendido por aquella respuesta.
-¿Y dónde está tu madre?- aprovechó para preguntar.
-No lo sé- admitió el niño después de un momento- Pero papá le grita y le pega y ella llora y dice que ha perdido la esperanza. Se ha ido, creo que para buscar eso que dice que ha perdido… Yo solo quiero ayudarla a encontrarlo, para que vuelva.
A Don Luis, a su edad, se le saltaron las lágrimas.
Alzó al niño por los brazos y, haciendo acopio de unas fuerzas desconocidas, se lo cargó a los brazos.
-Ven conmigo- resolvió.
-¿Adónde vamos?- susurró Miguel frotándose los ojos.
-A buscar a tu madre para devolverle la esperanza.
Éste es uno de los relatos, firmado por Belén Conde Durán, de Málaga, que recoge el libro Lágrimas de Esperanza, coeditado por la editorial San Pablo y la Fundación Luz Casanova. El libro contiene las 22 obras finalistas del I Concurso de Relatos Cortos sobre violencia de género convocado por la Fundación Luz Casanova el pasado año y un prólogo escrito por la periodista Carmen Sarmiento.
Se recibieron 547 relatos en total , muchos de ellos de una gran calidad. Llegaron de muchas partes del mundo, especialmente de América Latina: Argentina, Colombia, Cuba, México… En ellos se relataba la violencia que sufren las mujeres en cualquier lugar del planeta, aunque bien es cierto que muchos de ellos dejaban vislumbrar rasgos propios de la violencia del propio país. Uno de los relatos, procedente de Colombia, narraba la doble violación sufrida por una muchacha que vivía en la selva colombiana. Primero fue violada por el ejército y después, por los guerrilleros que llegaron a la aldea.
En los trabajos seleccionados se ha querido subrayar aquellos que han presentado una luz al final del túnel de la violencia que se ejerce contra la mujer, relatos que reconocen que siempre hay una esperanza y una salida, que después de un maltrato se puede empezar de nuevo, aunque es cierto que no siempre es fácil.
Una de las historias que mejor subrayan esta capacidad de resiliencia de la mujer maltratada es la ganadora del concurso, procedente de México: Los ancianos sabios. Pone de manifiesto que la violencia que sufre la mujer no solo es personal y se da en el ámbito familiar, sino que la sociedad, la tribu o los ancianos sabios, en este caso, ejercen una presión y violencia estructural de la que muchas veces es difícil escapar. Aunque siempre queda un resquicio, como es el caso de la protagonista de la historia, que sale fortalecida y dispuesta a ayudar a las mujeres como ella: “Bajó del autobús en la loma para contemplar el pueblo. Con el título de Trabajadora Social obtenido durante su reclusión, lucharía porque ninguna mujer padeciera los usos y costumbres”, este es el comienzo de Los ancianos sabios.
El segundo de los premios está contado por una niña, un elemento recurrente en muchos otros relatos, hija de una mujer víctima de malos tratos, una niña que a su vez también es víctima y que no quiere ser “princesa” porque este es el nombre que precede siempre a los golpes que su padre da a su madre. Cree que en la vida le irá mejor si es policía o “secaría”, aunque no sepa bien qué es eso.
La autoestima es algo que las mujeres víctimas de la violencia pierden en un grado extremo, sobre todo si el maltrato se ha sufrido durante largos años. En Más que una noche, el tercero de los premios, se aborda este tema con gran creatividad.
A las historias aquí contadas se unen las ilustraciones de Rogelio Núñez “Partido”, bien conocido por los lectores de alandar por sus valiosas colaboraciones mensuales desde hace ya muchos años. Las excelentes ilustraciones de Partido dan aún una mayor fuerza a la que ya tienen estos relatos.
Este libro quiere ser una denuncia de la violencia contra la mujer a la vez que una llamada para que nuestro silencio nunca sea cómplice de estos hechos
Lagrimas de Esperanza. Relatos del mundo sobre violencia de género
Varios autores
Editado por la Editorial San Pablo y la Fundación Luz Casanova. 2017