A veces la belleza está escondida, no detrás de un obstáculo que imposibilita su visión, sino que somos ciegos a dicha belleza porque, como ocurre muchas veces con la fe, la ceguera no desaparece hasta que algo o alguien nos transforma a través de un encuentro.
Una reflexión parecida debió llevar adelante David García-Asenjo, doctor en arquitectura, cuya tesis trató sobre la arquitectura religiosa contemporánea, y que se ha planteado el reto de hacer que todo el mundo aprenda arquitectura y sea capaz de valorar la belleza que atesora, con la ayuda de algunos templos madrileños.
Para ello la editorial libros.com ha sacado un crowdfunding, esto es una financiación a través de micromecenazgos, para editar el libro Manifiesto arquitectónico paso a paso en el que el autor quiere descubrirnos cómo el estudio o la observación de esas iglesias contemporáneas puede ayudar a comprender y admirar más este arte, aunque es el propio autor el que nos deja claro, en la conversación que Alandar tuvo con él, que “aunque suele considerarse un arte, yo quiero pensar que (la arquitectura) tiene más que ver con un oficio que tiene como fin la construcción de espacios adecuados al usuario que va a habitarlos”.
En general la arquitectura, especialmente la contemporánea, no siempre es muy comprendida. Para García-Asenjo no es tanto que esté infravalorada, sino que “por estar inmersos en ella no llegamos a valorarla”. Además, añade, “está infrarrepresentada en los medios de comunicación, por una presencia muy escasa”. Sin duda su proyecto busca transformar nuestra mirada hacia este arte o este oficio para que seamos capaces de disfrutarla.
En la imagen colectiva valoramos mucho las catedrales góticas y renacentistas que salpican nuestro país, que para el autor del libro “son de gran calidad, y por suerte están bien conservadas”. Aparte son la oportunidad de valorar no solo el propio edificio, sino que “se puede apreciar el espíritu de una sociedad para dar lo mejor de sí misma”. Quizás por eso la mirada a las iglesias contemporáneas sea también una oportunidad de mirarnos a nosotros mismos como colectivo. Porque también se añade que “las iglesias son edificios de acceso libre y, por lo general, tienen unas características que ayudan a analizar muchos de los aspectos de la arquitectura: estructura, construcción, manejo de la luz; que generalmente están más condicionados por las necesidades del uso que en un templo”, comenta David.
Como para toda la Iglesia, el Concilio Vaticano II supuso una auténtica revolución también para la arquitectura, que “recogía el espíritu que se venía fraguando desde los primeros años del Siglo XX”, para el autor; aunque “sí hay gente que entiende que los cambios que se introdujeron en la arquitectura y en la configuración de los templos se debió a una mala interpretación de los documentos del Concilio, que realmente es vago en cuanto a las directrices arquitectónicas”. Esto ha generado que la arquitectura postconciliar sea heterogénea, aunque según el autor “no es un problema, para mí, eso es una riqueza”.
Iglesia, poder y arquitectura
La arquitectura se ha establecido como un ejercicio y signo de poder, mucho antes incluso de que la propia arquitectura fuese reconocida como tal. Cabañas, pirámides o catedrales eran capaces de mostrar la posición de dominio de sus dueños. Para García-Asenjo la arquitectura “es una herramienta ideológica desde el momento en que necesita mucho dinero para poder construirse. Y quien lo tiene suele emplearla para transmitir, de forma más o menos clara, un mensaje”.
De este modo hablar de la arquitectura religiosa de las últimas décadas también han sido un ejemplo de esto, así, el autor nos dice: “cuando se ha producido buena arquitectura religiosa es porque la jerarquía ha apostado por ella”. Eso se puede notar, por ejemplo, en la Catedral de la Almudena, donde se “opta por un tipo de obras de arte” que están “señalando el camino que quiere la jerarquía. En este caso más alejado de la modernidad, en muchos aspectos”.
El autor sí que destaca los buenos resultados de la arquitectura religiosa de los años 50 y 60 del siglo XX, donde se empleó “el mejor arte de su tiempo para construir los mejores espacios”. Aunque más adelante “el empeño de hacer iglesias adecuadas a su tiempo no ha tenido un impulso colectivo, sino que depende más de cada parroquia y no siempre se apuesta por la calidad, se está más por complacer el gusto general, con obras mucho menos interesantes”.
Un libro y un paseo por Madrid
David García-Asenjo nos hace una propuesta para acercarnos a esa arquitectura de desarrollaron nombres como Miguel Fisac, Luis Moya o José Luis Fernández del Amo, entre los inicios del franquismo hasta los años inmediatamente posteriores al concilio.
Por supuesto que este paseo será más completo si recogemos las ideas de este manifiesto arquitectónico. Para conseguir el libro se puede colaborar con el crowdfunding, a pesar de estar ya financiado por completo y asegurada su fabricación y publicación, a través de este medio en el enlace de la editorial libros.com.
El paseo nos invita a pasear por el barrio de Chamartín y su entorno a través de algunas de sus iglesias:
- Iglesia del Espíritu Santo, Miguel Fisac.
- Iglesia de San Agustín, Luis Moya.
- Basílica Hispanoamericana de la Merced, F. Javier Sáenz de Oíza y Luis Laorga
- Iglesia de los Sagrados Corazones, Rodolfo García-Pablos.
- Basílica de Guadalupe, Féliz Candela.
- Parroquia de la Araucana, Luis Moya.
- Nuestra Señora de la Luz, José Luis Fernández del Amo.
- Parroquia de Santa María Magdalena, Miguel Fisac.