Parece que pocas cosas puedan mantenerse tanto en el tiempo. Más aún hoy en día, que todo es volátil y parece temporal. Sin embargo, la congregación de los dominicos celebra ocho siglos de existencia.
Desde la publicación de las Bulas promulgadas por el papa Honorio III, confirmando la fundación de la Orden en 1216 y 1217, han pasado 800 años. Casi una era dedicados a la predicación y al anuncio de la Buena Noticia. Tan nutrido aniversario merece la celebración de un año jubilar, que se desarrolla desde el 7 de noviembre de 2015 al 21 de enero de 2017 con el lema “Enviados a predicar el Evangelio”. Con motivo de este aniversario hemos hablado con Fray Xabier Gómez, presidente de la Comisión de los frailes para el Jubileo que nos acerca al sentido de esta celebración y a las actividades que se llevarán a cabo.
¿Qué quieren ustedes transmitir a través este año de aniversario?
Es un Jubileo en familia: monjas contemplativas, hermanas, laicos y frailes queremos no solo celebrar el pasado, sino ser enviados de nuevo a continuar predicando juntos. Predicadores y predicadoras que aman lo mejor del mundo y aman la Verdad encontrada en Jesús. Precisamente por nuestro interés y experiencia en la búsqueda de la verdad, estamos vacunados contra dos extremos: el fundamentalismo y el relativismo. 800 años enseñan mucho. Somos una familia que se quiere y sabe trabajar en la complementariedad de estilos de vida diversos. Esto, en sí mismo, es ya un mensaje para la sociedad y la Iglesia de hoy.

Ocho siglos es mucho tiempo, el mundo se ha transformado completamente. Entonces, ¿qué tiene de actual el carisma de Santo Domingo?
El carisma de Santo Domingo siempre es contemporáneo, porque se identifica con la misión esencial de la Iglesia de todos los tiempos: el testimonio y anuncio del Evangelio en cada momento y cultura. Lo propio de la familia dominicana desde sus orígenes es responder con creatividad a los desafíos que cada época plantea a la predicación. Y lo hacemos con un valor añadido: insistiendo en la visión positiva de una antropología cristiana integral. Nacimos en un momento en el que se cuestionaba la humanidad de Jesucristo, el valor de todo lo creado. Por eso, desde Santo Domingo, hasta la actualidad seguimos extrayendo lecturas positivas del hecho de la Encarnación. Desde entonces, la familia dominicana en todas partes trata de poner voz a las palabras de amistad que encuentra en el Evangelio. Contempla la Palabra y entrega lo contemplado.
Se hace urgente una pedagogía que permita a las personas encontrarse a si mismas, no en la negación sino en la convivencia integradora
A lo largo del programa de celebraciones se ve un marcado interés por la cultura. ¿A qué se debe esto?
El mundo de la cultura es uno de nuestros ecosistemas. Nacimos casi al mismo tiempo que las universidades y con ellas aprendimos el valor de las ciencias y saberes humanos. La familia dominicana en España tiene la titularidad de unos cien colegios que suman unos 50.000 alumnos. La Orden regenta en España la facultad de teología de San Esteban en Salamanca y, junto a la diócesis de Valencia, la facultad de San Vicente Ferrer. Hay escuelas de teología repartidas por muchas ciudades donde tenemos presencia, además de la Universidad on line dominicana DOMUNI y más de 50 dominicos y dominicas que ejercen como profesores en distintas universidades. ¿Cómo no interesarnos por la cultura? Además, fuera del ámbito educativo también tenemos proyectos de diálogo con las artes y los artistas. Predicamos en el continente digital, promovemos proyectos sociales con otros colectivos, generamos cultura y tratamos de aportar a la cultura una sabiduría acuñada durante 800 años. En este sentido, uno de nuestros actos centrales del jubileo será un congreso internacional en Salamanca sobre responsabilidad social, creación de ciudadanía y cultura en la universidad.
Hablan ustedes, además, de un modo especial sobre la cultura contemporánea, ¿qué se entiende por este concepto desde la óptica dominicana?
Cada ser humano está inmerso en una cultura, en ella influye y de ella depende. Las culturas comparten el dinamismo de una misma época y, al mismo tiempo, beben en los tiempos anteriores. Hoy en día asistimos a una voluntad de homogenización cultural, donde una cultura predominante y alimentada por determinados modelos económicos se va imponiendo. Al mismo tiempo asistimos a una cierta banalización o manipulación de la cultura y su gestión, reducida a espectáculo de masas. Luego están las crisis de identidad que levantan muros por miedo a las nuevas síntesis culturales que resultan mestizas. Pero vamos hacia un mundo donde la diversidad es oportunidad y se hace urgente una pedagogía que permita a las personas encontrase a sí mismas, no en la negación sino en la convivencia integradora. Por eso, como dominicos, tenemos tanto interés por escuchar lo que los artistas en sus diversos lenguajes y símbolos nos están adelantando. Ellos están mostrando una visión sobre el mundo, sobre el ser humano y sobre su futuro. Lo dominicano es entrar en diálogo con ellos, escucharles activamente e iniciar juntos una búsqueda de respuestas. Nos gusta el arte que nos dé qué pensar, qué sentir, que nos provoque a tomar partido por una mundo con un futuro más humano, por tanto, más cercano al proyecto de Dios.
También, en algunas ocasiones, ustedes utilizan la expresión «In-Ex». ¿A qué se refieren con ella?
“In-Ex” s una plataforma de amistad en la que confluimos dominicos y dominicas con amigos o simpatizantes de nuestro carisma, para practicar la escucha y reflexionar juntos sobre cuestiones de actualidad (sociedad, cultura, ciencia, política, religión…). Invitamos a expertos en diversos temas a debatir junto a nosotros para facilitar a quienes participan de los encuentros un modo de evitar encerrarse en esquemas autorreferenciales . “In-Ex” es un espacio para escuchar latidos del mundo más allá de los muros institucionales. Un sano ejercicio de diálogo y búsqueda inclusiva con otros, de dentro y de fuera.
Los artistas están mostrando una visión sobre el mundo, sobre el ser humano y sobre su futuro
En el programa de actividades del Jubileo se incluye una exposición de artistas dominicos, ¿se da frecuentemente una inclinación hacia el arte desde vuestra orden?
La amistad entre los dominicos y el arte nos acompaña desde los inicios. El arte hecho por dominicos es consecuencia de nuestra visión antropológica, de una teología y un fuerte humanismo donde todo lo sensible adquiere mucha importancia como camino para la experiencia de la gracia, del Dios amor. Nos tomamos en serio todas las capacidades humanas para expresar lo mejor del ser humano. No se comprende la obra de Fray Angélico, por ejemplo, sin la teología de Santo Tomás de Aquino o la espiritualidad de Santa Catalina de Siena. He citado al pintor más famoso de nuestra familia, pero hay más: el maestro de Rafael, fray Bartolomeo, Juan Bautista Maíno, sor Plautilla Nell –primera mujer pintora renacentista autodidacta. Y también hemos dado arquitectos, vidrieros, poetas, músicos, científicos, una Nobel de literatura… Así hasta nuestro momento, donde seguimos contando con pintores, poetas, escultores o arquitectos. Desde los comienzos hemos apoyado a los artistas y al arte y nos hemos apoyado en el arte para comunicar la buena noticia con todos los lenguajes posibles. Dos referentes importantes de esta relación de amistad con los artistas del siglo XX han sido Marie-Alain Couturier en Francia y el padre Aguilar en España.
El arte siempre ha estado unido a la religión (en la Edad Media, el Renacimiento, el Barroco…) pero parece más difícil unir el arte contemporáneo a la fe. ¿Dónde están los vínculos hoy? ¿Puede el arte contemporáneo hacer aportaciones a la fe?
Lamentablemente, hace tiempo que el arte y los artistas iniciaron su progresivo éxodo de las Iglesias o la religiones. Pero no fue solo movimiento de una parte. La Iglesia, asustada por la modernidad y sus avances, en ocasiones ha reaccionado encerrándose sobre sí misma. Podemos preguntarnos qué subyace bajo este alejamiento entre manifestaciones artísticas y experiencias de fe. Analizar estos factores ofrece pistas para situarnos mejor en el presente y el futuro. Sin embargo, es curioso encontrar muchos artistas con sensibilidad abierta hacia lo espiritual y transcendente. Creo que los vínculos pueden recrearse y fortalecerse desde esta propuesta. Escuchar sin prejuicios y fijarse en lo común. Quizá suene extraño, pero el arte de vanguardia desde su dimensión social puede ofrecer puntos de encuentro con aspectos de la dimensión ética cristiana. En otros puntos habrá disenso, que no hay que disimular sino razonar y respetar. La buena noticia es que entre los artistas emergentes hay más cristianos y creyentes de los que pensamos haciendo arte contemporáneo. Tenemos que apoyarles, ellos son un referente para retomar el diálogo fecundo entre arte y fe. Esta frontera es una de las misiones prioritarias para la familia dominicana.
El arte de vanguardia desde su dimensión social puede ofrecer puntos de encuentro con aspectos de la dimensión ética cristiana
¿Podría contarme algo más sobre el proyecto expositivo «Silencios»? Se impulsa desde el «Atrio de los Gentiles», ¿en qué consiste dicha plataforma?
La familia dominicana en España ha sido pionera recogiendo el impulso misionero de la iniciativa “Atrio de los gentiles” puesta en marcha por Benedicto XVI. Llevamos más de cinco años organizando encuentros entre creyentes y no creyentes en torno a temas de actualidad, convocando a artistas para escuchar sus propuestas creativas y su visión de la realidad, para entrar en diálogo con ellos. Continuamos haciéndolo como una respuesta a las demandas de sentido y, en cierto modo, de belleza que detectamos en muchos ámbitos. Aunque el arte contemporáneo no tiene porque ser siempre bello y tiene sus argumentos. Hemos reunido artistas, comunicadores, teólogos, poetas. Hemos conectado el arte contemporáneo y la vanguardia con nuestros centros educativos. Seguimos aprendiendo de la escucha y la convivencia en la frontera del diálogo con los artistas y otras gentes de la cultura.
Por nuestro interés y experiencia en la búsqueda de la verdad, estamos vacunados contra dos extremos: el fundamentalismo y el relativismo
El programa del Jubileo incluye también una línea de trabajo sobre los derechos humanos. ¿En qué consistirán estas actividades?
Sí, es otro aspecto en el que incidimos durante el Jubileo: nuestro compromiso con la defensa y promoción de los derechos humanos. Parte de nuestros actos centrales en España tienen como protagonista este compromiso. Por ejemplo, celebraremos un encuentro internacional sobre “Dominicos por la defensa de los derechos humanos” y, de hecho, el Gesto Jubilar de familia dominicana en España alumbrará un Observatorio de Derechos humanos para coordinar y potenciar acciones o misiones –presencias–, que forman parte intrínseca de nuestra tradición y legado a la humanidad, como hermanos de Francisco de Vitoria o Fray Bartolomé de las Casas. Una familia que ha dado a la Iglesia cientos y cientos de mujeres y hombres santos (mártires, místicos, predicadores, confesores, vírgenes, papas, obispos, doctores y doctoras de la Iglesia, defensores de los empobrecidos…) y que sigue trabajando en la actualidad para encarnar la compasión, la misericordia dominicana en tantas periferias y fronteras. Es uno de nuestros ejes a la hora de organizar nuestra vida junto al estudio, la oración y la comunidad.
Santo Domingo de Guzmán y su legado
- El Jubileo de la Orden de Predicadores es una oportunidad para acercarse a Domingo de Guzmán, “ese personaje español tan desconocido”, afirma Xabier Gómez, quien lanza una invitación a que el santo y su legado, “sean redescubiertos en su novedad por las generaciones más jóvenes: se sorprenderán”.
- Nació en Caleruega (Burgos) en 1170, en el seno de una familia profundamente creyente y muy encumbrada. Sus padres, don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes castellanos y de León, Aragón, Navarra y Portugal, descendían de los condes-fundadores de Castilla. En su infancia y adolescencia recibió esmerada formación moral y cultural y, en ese tiempo, despertó su vocación hacia el estado eclesiástico. Más adelante estudió artes y teología y se hizo Canónigo Regular en la Catedral de Osma. Al concluir la Teología en 1194, se ordenó sacerdote y fue nombrado Regente de la Cátedra de Sagrada Escritura en el Estudio de Palencia. Allí, a los veintiocho años de edad, el Obispo le encomienda la presidencia de la comunidad de canónigos y del gobierno de la diócesis en calidad de Vicario General de la misma.
- En 1205, por encargo del Rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al Obispo de Osma, Diego, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe Fernando. Con este motivo, tuvo que hacer nuevos viajes, siempre acompañando al obispo Diego a Dinamarca y a Roma, decidiéndose durante ellos su destino y clarificándose definitivamente su ya antigua vocación misionera. De acuerdo con el papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se estableció en el Langüedoc para predicar entre los cátaros, rehusando a varios cargos de obispo. Siguiendo esta vocación, en 1215 establece en Tolosa la primera casa de su Orden de Predicadores.
- Viajó a Roma para participar en el Concilio de Letrán y solicitar del papa la aprobación de su Orden, como organización religiosa de Canónigos regulares. De regreso de Roma elige con sus compañeros la Regla de San Agustín para su Orden y, en septiembre de 1216, vuelve a Roma, llevando consigo esta Regla y un primer proyecto de Constituciones para su Orden. Así, el 22 de diciembre de 1216 recibió del papa Honorio III la Bula Religiosam Vitam, por la que confirma la fundación de la Orden de Frailes Predicadores.
- A esto sucedieron años de intenso trabajo y viajes que dieron como fruto el crecimiento de la Orden que, menos de una década después de su nacimiento, ya estaba perfectamente estructurada y contaba con más de sesenta comunidades en funcionamiento. Agotado físicamente y tras breve enfermedad, Domingo de Guzmán murió el 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y un años de edad, en el convento de Bolonia, donde sus restos permanecen sepultados. En 1234, su gran amigo y admirador, el papa Gregorio IX, lo canonizó.
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