Fueron años felices

Comencé a colaborar en Alandar allá por el año 1985, dos años después del lanzamiento del periódico. Desde escribir y poner etiquetas hasta llevar el periódico a Correos, hice de todo. Era lo que tocaba. En 1988, cuando estaba trabajando en la Cadena SER en Galicia, recibí una llamada de Julián del Olmo diciéndome que por qué no me hacía cargo de la dirección de Alandar (faltaban dos meses para mi regreso a Madrid). Acepté. Ya a finales de 1988 comencé en la dirección.

En esa etapa, además de la consolidación de los folletos Alandar, quisimos reforzar la infraestructura del periódico. Ampliamos las páginas para pasar de 16 a 20. Compramos un local (con hipoteca, evidentemente), contratamos a Mari Carmen Matarranz (eficiente secretaria y gran amiga) y a Carmen, religiosa ursulina, con María Jesús Méndez y Pilar Bodego a cargo de las suscripciones, y consolidamos todo lo que teníamos. Nos trasladamos de la calle Valderrey a la calle Armenteros, también en el barrio de Saconia. Para ello contamos con la ayuda de Ricardo Gayol, consejero delegado de la ONCE por aquel entonces, y miembro de comunidades cristianas de base. Con el encargo de publirreportajes sobre la Organización Nacional de Ciegos, pudimos hacer frente en los primeros momentos a la compra del local. Como las alegrías en la casa de los pobres duran poco, con el cambio de dirección en la ONCE se acabó esa estupenda ayuda que teníamos. Pero la aventura siguió con el apoyo de los de siempre: los suscriptores y los voluntarios. También contamos con el apoyo en forma de avales, que no es poco, para solicitar la hipoteca de la imprenta que imprimía Alandar: Impresa.

Recuerdo las entregas de los Premios Alandar, generalmente en el colegio mayor Chaminade, donde se entregaban galardones (que consistían en la entrega de un diploma, creado por José Luis Cortés con el símbolo de Alandar, la tortuga, y un cheque de una peseta) a las personas que considerábamos relevantes a lo largo del año por sus valores sociales y también religiosos. Aprovechábamos la ocasión para la presentación de algún folleto que salía a la luz en esos días. Y terminábamos las fiesta con esa estupenda limonada, a cuyo cargo estaba Jacinto, que nos servía para pasar un largo y entrañable rato de charla y cháchara con amigos y conocidos.

Recuerdo también, con mucha alegría, aquellas cenas/reuniones (creo que eran una vez al mes) en un restaurante de la calle Almansa donde, además de arreglar el mundo, planificábamos los números siguientes de Alandar. Era un ambiente distendido, alegre, serio, comprometido, ilusionado…

Dos años y medio en la dirección: de noviembre de 1988 a mayo de 1991. Fueron años felices.

Autoría

1 comentario en «Fueron años felices»

  1. Soy suscriptor de Alandar desde el inicio. No he recibido el último editado en papel. No se que ha podido pasar.
    Mi nombre:
    Pedro Sanz Martín
    c/ Francisco Hernández Pacheco, 8 4º B
    47014 Valladolid
    móvil 687162701
    Muchas gracias. Un fuerte abrazo,
    Pedro

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