Optan por la «noviolencia»

Foto: Synne Tonidas.Pese a todo, hoy por hoy hay personas, movimientos y colectivos que optan, decididamente, por la no violencia. Hemos recogido a continuación algunas de esas experiencias para tener presente que los movimientos pacíficos siguen adelante y que esta opción tiene sentido en nuestros días.

Resistencias que rompen muros

Con menos ruido del que hizo el de Berlín al caer, Israel lleva casi una década construyendo un muro que, más que separar, encierra y quiere destruir Palestina.

Bil’in es un pequeño pueblo de unos 2.000 habitantes a 15 Km. de Ramallah, ocupado por el ejército israelí tras la Guerra de los Seis Días (1967). En 2002 empezó a crecer el muro, oficialmente por seguridad, aunque la motivación real es ganar terreno para la expansión del asentamiento judío de Modin Illit y, a su vez, impedir el crecimiento natural de Bil’in. Aunque la Corte Internacional de Justicia de La Haya dictaminó en 2004 que el muro era ilegal, eso no ha impedido que siga creciendo.

Pero este pueblo decidió no resignase. En 2005 empezaron a manifestarse cada viernes contra el muro. Lo que al principio era un acto en el que sólo participaban palestinos de Bil’in rápidamente empezó a llamar la atención de activistas israelíes e internacionales, que se sumaron a una acción que congrega a centenares de personas.

A pesar de que los medios israelíes hablan de «choques violentos» entre manifestantes y soldados, la única violencia es la que emplea el ejército para reprimirla, que ya ha causado las muertes de los hermanos Bassem y Jawaher Abu Rahman en 2009 y 2010, más de 1.400 heridos y decenas de personas detenidas.

Este verano celebraron una victoria, aunque parcial, al ver cómo Israel derribaba parte del muro. Ahora, además de símbolo de resistencia, Bil’in lo es también de los avances que puede conseguir la lucha no violenta. «Nuestra victoria demuestra que el camino de la lucha no violenta es el correcto. Si nos lo creemos y vamos todos unidos podemos lograr más éxitos, a pesar de las dificultades y del coste que supone la resistencia», comenta Mohammed Khattib.

Este verano celebraron la sexta Conferencia Internacional sobre Resistencia Popular Palestina, un encuentro anual cuyo objetivo es debatir, aprender y mostrar al mundo técnicas de resistencia contra la ocupación alejadas de la estrategia de los cohetes y los cinturones de explosivos que tanto daño han hecho a civiles palestinos e israelíes, además de a la propia legitimidad de la causa palestina.
Otros pueblos, como Nil’in, Nabi Saleh o al-Massara, que también se han visto invadidos y con sus tierras confiscadas, han decidido seguir su ejemplo y también celebran manifestaciones todos los viernes, habitualmente con la presencia de activistas internacionales e israelíes.

No entramos a por uvas

Ilustración: Favianna Rodríguez.

En los años sesenta, la United Farm Workers (UFW) puso contra las cuerdas a los grandes propietarios de viñedos californianos con estrategias no violentas, inspiradas en Gandhi y Martin Luther King. El sindicato fue creado por dos chicanos (estadounidenses de origen mexicano), Cesar Chávez y Dolores Huerta, para defender los derechos de esta población que los terratenientes utilizaban como mano de obra barata.

Tras un largo trabajo de concienciación y organización, que terminó convirtiéndose en uno de los más grandes movimientos de resistencia “noviolenta”, convocó en 1965 una huelga, que de poco sirvió al principio, porque los terratenientes encontraron trabajadores que, necesitados de dinero para sobrevivir, les salvaron la cosecha.
Comienza entonces el boicot nacional de la uva de mesa. En las entradas de los supermercados de las principales ciudades se instalaron piquetes para explicar al público la difícil situación de los trabajadores y trabajadoras del campo que había motivado la huelga. Tuvieron que soportar la violencia de los matones de los propietarios; se les acusó de perturbar el orden público; el presidente Nixon se puso del lado de los terratenientes. Sin embargo, la situación dio un vuelco cuando los estibadores británicos se negaron a desembarcar uva californiana en solidaridad con los obreros chicanos.

Hubo momentos difíciles, en los que el movimiento estuvo a un paso de ceder a la provocación y usar la violencia; Chávez ayunó durante veinticinco días para lograr que los obreros, especialmente los más jóvenes, se mantuvieran en la “noviolencia”. Tras más de cinco años de huelga y boicot, los propietarios cedieron y firmaron un convenio trianual con el sindicato que reconoció condiciones de trabajo dignas. Chávez declaró que el éxito de la huelga se debió a que la presión había “tocado el corazón de los propietarios”, ya que “su corazón es su cartera”.

La lucha noviolenta de César y Dolores no acabó aquí. Chávez, también militante medioambiental, murió en 1993 cuando participaba en otro boicot de uvas para protestar contra el uso de pesticidas dañinos. El 31 de marzo, día de su nacimiento, es festivo en su memoria, siendo el único latino que ha recibido este honor.

Dolores sigue trabajando por causas progresistas. Reconocida como figura clave del movimiento por los derechos civiles, participa en organizaciones como la Feminist Majority Foundation. Ha sido detenida en 22 ocasiones por participar en huelgas y actos de desobediencia civil.

¿Es «noviolento» el 15-M?

Foto: Jesús G. Pastor
Aunque para muchas de las personas que participan en él o lo miran con simpatía resulta claro que el 15-M es un movimiento pacífico, en cuyo ADN está la “noviolencia”, la cosa no es tan evidente. De hecho, ha sido y es tema de debate, como puede fácilmente comprobarse en la red.

Resulta particularmente interesante el que se generó a raíz de la asamblea celebrada en Madrid el 1 de agosto. La discusión tiene todos los ingredientes que suelen cocinarse cuando de “noviolencia” se trata: gente a la que se le ve la militancia de años, junto a otras que ni les suena (hay incluso a quien le resulta increíble que se pueda hacer un taller sobre algo tan simple como no hacer el bestia); ¿ideología o estrategia?, ¿motivos éticos o motivos prácticos?, además de las consabidas disquisiciones terminológicas, conceptuales, incluso gramaticales.

Como señala alguien en el debate, las fotos que recogen las respuestas que se han dado a los apaleamientos policiales testimonian que, incluso quienes no estaban por la “noviolencia”, la practican. Y es que probablemente tienen mucha razón quienes opinan que la “noviolencia” está en su código genético. Para empezar, viene y recoge denuncias y reivindicaciones de un amplio espectro de movimientos –pacifistas, ecologista, feminista, vecinal, etc.- de tradición no violenta.

Se organiza de manera horizontal, cooperativa, no jerárquica, sin un centro que controle; se articula con una comunicación en red, que posibilita a toda persona ejercer su derecho a la palabra, a opinar, proponer y decidir. Los espacios en los que la comunidad se visibiliza son las plazas, las asambleas y la red, por naturaleza, abiertos, libres e igualitarios. Esto es participación y también toma de poder, porque es asumir la propia responsabilidad; reivindicar y constituirse en sujetos políticos. Que viene a ser poner en cuestión un modelo de organización social que es violencia estructural.

Desde luego, es genuinamente no violento por sus estrategias, en la mejor tradición pacifista: toma de espacios públicos, resistencia a las agresiones, libre expresión, autogestión, etc. Sin olvidar hacer de la imaginación una de las claves de su eficacia, no sólo el 15-M, sino todo el movimiento de indignación que a lo largo del año recorrió buena parte del mundo. Como muestra, la imagen del joven islandés en el tejado de la cámara legislativa sustituyendo la bandera nacional por la de una cadena de supermercados, un trapo amarillo con un cerdo sonriente.

“Nadie dice que la ‘noviolencia’ garantice que podamos construir ese mundo nuevo al que aspiramos. Pero es seguro que por la violencia no lo lograremos jamás” proclama una intervención en el debate.

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