1. ¿Cuál es su lectura de lo que sucede en Cataluña en estos momentos y las salidas posibles?
Vivimos tiempos “contradictorios”. Sufrimos un paro desmesurado, un fraude fiscal permitido por los gobiernos y unos recortes drásticos de los servicios públicos que hacen aumentar las desigualdades. Noto una creciente perplejidad entre mis conciudadanos y conciudadanas, no tanto por la posibilidad de imaginar un país independiente y querer decidirlo democráticamente, sino por la desconfianza ante unos políticos que pueden estar manipulando las ilusiones soberanistas del pueblo para esconder unos presupuestos antisociales y unas interesadas privatizaciones de los servicios públicos de la enseñanza y la sanidad.
Por otra parte, los tiempos de crisis son, a la vez, tiempos vibrantes, esperanzados, sorprendentes y creativos. Y he descubierto personas de pensamiento y talantes muy diferentes que afrontan la crisis con creatividad y lucha solidaria. Son personas con esa apertura de visión de la que hablaba Molara Ogundipe, feminista nigeriana, cuando decía que para el pueblo yoruba tener «cultura» es ir más allá de las necesidades egoístas e individuales y cultivar un ensanchamiento de la conciencia social y comunitaria.
2. ¿Qué cree que debe y puede hacer la Iglesia catalana en esta coyuntura?
Sorprendentemente para muchos compañeros y compañeras del Proceso Constituyente que provienen de organizaciones de izquierdas, hemos podido hacer algunos encuentros y reuniones en los espacios de escuelas concertadas o centros parroquiales con más facilidad que en espacios municipales, como centros cívicos. Y ha habido solidaridad y complicidad con órdenes religiosas y centros católicos.
También veo en las comunidades de base y en la institución eclesial, pues, esta actitud abierta y luchadora que se corresponde con una «mística de ojos abiertos» o de una teología de la resistencia, que lleva a comprometerse a favor de la justicia social y de la libertad de expresión y de pensamiento. No hace falta decir que hay intentos, dentro de la Iglesia católica de todo el Estado de acallar personas con voz crítica y pacífica.
Veo, a menudo, la frescura y la alegría de las caras de la gente al oír un discurso esperanzado que invita a sentirse sujeto de pleno derecho y que encomienda a la acción. Y nos encontramos, tanto personas creyentes como no creyentes, en una charla sobre espiritualidad o bien participando arriesgadamente en las acciones contra los desahucios, contra la subida de los transportes públicos o contra los recortes sanitarios y el cierre de ambulatorios en los barrios.
Neus Forcano i Aparicio es miembro del Proceso Constituyente
Quisiera contactar con Neus Forcano i Aparicio.
Fui muy amigo de su padre, Manuel. Dejé de contactar con él al marchar de Cataluña por asuntos profesionales. Hablo del año 1972.
He cuelto a trabajar en Cataluña como abogado y me gustaría contactar con Neus.
Gracias.