África: desarrollo, independencia, democracia…

Foto: Ricardo OlmedoEs un caso único en el periodismo español. Casi cuarenta años informando sobre África en la más veterana publicación especializada en este continente: Mundo Negro. Gerardo González, pese a todo, se define como un “afrooptimista”. Recientemente jubilado, quedamos con él para hablar sobre este año que ahora acaba, en el que se cumple el quincuagésimo aniversario de las independencias africanas.

¿En qué basa Gerardo su “afrooptimismo”? En la puesta en marcha en estos años de los procesos democráticos en la mayor parte de los países africanos: “Con todos los peros y reparos que se pueden poner, ya estamos hablando de un proceso irreversible. Si hay golpe de Estado, inmediatamente ese país queda excluido de la Unión Africana y se le va a exigir que retome la senda democrática. Ya no queda impune quien da un golpe. Están funcionando pautas de buen gobierno en muchos países africanos. Hay tópicos que todavía permanecen como también hay conflictos que son reales y ahí están; hay casos de violaciones de derechos humanos y de muertes y situaciones muy duras”.

Sin embargo, frente a ese “buen gobierno” del que habla, aún quedan algunas democracias hereditarias: “Claro, y para eso hay que ahondar en los procesos democráticos. Yo soy de los que creen que África necesita la democracia para salir adelante. No se pueden tener unas “dictaduras honestas”. Hubo las malas experiencias de las dictaduras militares y de los partidos únicos que acapararon todos los resortes del poder. Ahora hay corrupción y malas prácticas de gobernabilidad. Claro que las hay. Pero la democracia debe ayudar a que se avance en un proceso de mejora de las sociedades africanas. Soy “afrooptimista” porque creo en el hombre africano –y sobre todo en la mujer- como resortes de cambio. Este proceso va a ser lento. Estamos celebrando ahora el cincuentenario de las independencias. Por tanto, es un periodo corto para que en todas partes se respete a la ciudadanía, sobre todo cuando es tan fácil caer en la corrupción, dado que África subsiste de las materias primas y quien concede la explotación de esos recursos son los gobiernos de cada momento. De ahí que sea muy fácil caer en la tentación de la corrupción. Es mucho el dinero que está en juego”.

Foto: Pueblo de DiosTercera colonización

Lo que está claro es que las independencias sólo fueron un primer paso. Gerardo ha escrito mucho sobre las otras dependencias y sobre lo que llama la “tercera colonización”: “Las independencias políticas hay que celebrarlas porque África es un continente descolonizado a excepción de esa vergüenza llamada Sáhara Occidental. Ahora bien, no basta con una soberanía política que no vaya enganchada con la económica y cultural. Ésta es la gran batalla que tienen que librar los países africanos”.

Quienes estaban más interesados en explotar los recursos eran las antiguas metrópolis, a las que se le han añadido las nuevas potencias emergentes como China, India y Brasil. Son países que necesitan materias primas y las encuentran en África a precios demasiado bajos porque los que marcan las pautas no son los países africanos, que están siendo neocolonizados. Para ser dueños de su destino tendrán que aumentar la transformación de las materias primas in situ. Ninguna potencia quiere que eso ocurra porque eso haría salir a África del subdesarrollo dándole una plusvalía al producto. Mientras los ingresos africanos dependan de la venta de los recursos en bruto y no de esos recursos transformados, África seguirá siendo un continente dependiente y tendrá que importar esos productos transformados que salieron como materias primas. Ése es el gran salto cualitativo que habría que dar porque, además, fijaría mucha mano de obra cualificada que ahora escapa del continente. Esto se podría hacer por áreas regionales, planificando bien y para no entrar en competencia unos con otros. Si hay fábricas de cerveza, ¿por qué no hacerlo con el café, con el cacao, con minerales? El gran problema de África es que la quieren dejar como un mero productor de materias primas y tenerlo como reserva para el desarrollo de otros países”.

pag4-5_temadeportada2_web.jpgY en esta situación de desigualdad económica también hay que tener en cuenta que África se ha convertido en un mercado donde los países emergentes venden sus productos baratos: “Recuerdo la visita del presidente chino a Sudáfrica, cuando aún la presidía Thabo Mbeki. Hubo una contestación muy fuerte para que se obligase a Mbeki a que hiciera una moratoria que impidiera a China exportar sus textiles a Sudáfrica porque estaba poniendo en juego cien mil puestos de trabajo. Esto que pasaba entonces está sucediendo en otros muchos sitios”.

Intentos de unidad

La conversación deriva sobre estructuras supranacionales: “En su día fue un gran paso adelante terminar con la Organización para la Unidad Africana, que fue una institución importante en los tiempos de la lucha anticolonial y de liberación. Digo que fue importante dar un paso porque habían pasado cuarenta años y estábamos en otro panorama. La actual Unión Africana está poniendo el énfasis en apoyar los procesos democráticos y en exigir prácticas de buen gobierno. Tiene muchos retos, porque no basta con enumerar las buenas intenciones teóricas y, más que los formalismos y otras ideas como la de crear un parlamento africano al modo europeo, habría que potenciar las agrupaciones regionales”.

A África hay que darle tiempo –comenta Gerardo-. Hace cuarenta años había 300 millones de africanos. Hoy hay 1.000 millones. Hace cincuenta años proclaman su independencia 17 países y ahora hay 53 países soberanos, a falta del Sáhara Occidental. Quiero decir que estamos juzgando y valorando a países relativamente nuevos con parámetros de viejos países que, en teoría, han llegado a altos niveles de desarrollo después de mucho tiempo. Por tanto, tiempo es lo que necesita África. Tiene la ventaja de que es un continente joven y allí la vida fluye y eso, al final, tiene que triunfar”.

Hay ventanas para el optimismo según este veterano periodista: “Por ejemplo, en Tanzania ha habido elecciones democráticas de una forma muy normalizada, como podría haber ocurrido en cualquier país europeo. Otro país con una cierta madurez democrática es Botswana. Aquí nunca hubo un golpe de Estado, se descubrieron en su día minas de diamantes y, sin embargo, sus dirigentes no se deslumbraron sino que las gestionaron bien. En Kenia se ha aprobado una constitución después de un intenso debate. En Costa de Marfil también ha habido elecciones después de mucho tiempo y parece que se va normalizando la situación después de la intervención de Francia, que descompuso el país por los intereses empresariales”.

La herida de la República Democrática del Congo

Surge en la conversación el reciente informe de Naciones Unidas sobre la violencia ejercida contra civiles hutus en la República Democrática del Congo (RDC) entre marzo de 1993 y junio de 2003. En el documento, el organismo afirma que existen indicios de genocidio y señala como culpables a fuerzas combatientes de Ruanda y Uganda. “De todos los conflictos que hubo en Ruanda y Burundi, de la tragedia de los Grandes Lagos, el telón de fondo fue siempre la República Democrática del Congo y sus recursos minerales. Desde la independencia, a ese país no se le ha dejado vivir en paz. Salvo un periodo de paz que tuvo con Mobutu, quien se convirtió en el gran depredador de los recursos del Congo”, señala Gerardo González.

La gran riqueza de este país es su gran problema. Y Ruanda, de una forma u otra, aún no ha quitado su garra de encima del Congo. Lo de Kagame en Ruanda es un ejemplo de dictadura. Tiene un ejército que no tiene parangón en el resto de África. ¿Por qué a Kagame se le permite todo? Porque es la salvaguarda para que otros países puedan hacer en el este de Congo lo que quieran. Es un ejemplo de la gran maldición que pesa sobre África: que se reduzca a un abastecedor de materias primas y que esas riquezas no redunden en su beneficio. Es lo que está pasando en el delta del Níger con el petróleo. La gente que vive en la zona de donde extraen el petróleo son las más empobrecidas de toda Nigeria: le han devastado los bosques, envenado la pesca y arruinado la vida”, concluye el veterano ex director de Mundo Negro.

¿Un nuevo país africano en 2011?

La previsión de un referéndum para la independencia del Sur Sudán respecto del norte mantiene en vilo a muchos africanistas. “Yo no soy partidario de que exista una separación”, afirma Gerardo González. “Creo que eso no resolverá los problemas y podrían venir en cascada otros países. Lo que es cierto es que Sudán, tal y como ha venido funcionando hasta ahora, no es viable políticamente. Otra cosa es que se llegara una confederación, como ocurrió con Tanganica y Zanzíbar”, los dos estados que componen Tanzania como federación.
Foto: Pueblo de Dios.
Yo creo que esto sería más viable para el futuro de Sudán, en caso contrario, me temo que surja un nuevo conflicto bélico en el momento en que el sur de Sudán proclame que quiere ser independiente”. ¿Y dónde ponemos las fronteras? Porque el fondo de la cuestión son los recursos petroleros. “Los ánimos están caldeados y lo han estado siempre. En Sudán ha habido dos grandes guerras civiles que duraron mucho tiempo. Un problema añadido es que el Sur no es homogéneo, no tiene una identidad coherente y cohesionada, también es verdad que nunca lo permitió el Norte con la política del “divide y vencerás” entre las distintas etnias sureñas. No veo muy claro que, tras el referéndum, se pueda proclamar un país soberano. Porque tampoco nos olvidemos de Egipto y el Nilo. Está por ver si Egipto permitiría que las aguas del gran río las gestionase un Sur independiente. Es decir, hay una serie de problemas muy entrelazados unos con otros”, advierte González.

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