Como país de tránsito y destino, Panamá es testigo del sufrimiento de cientos de familias de Sudamérica, Caribe, América Central, África y Asia. Huyendo de sus países de origen, los refugiados e inmigrantes llegan a Panamá unos buscando un mañana mejor, otros utilizando el país como puente a otros lugares que sueñan que puedan convertirse en su hogar. Al ser invisibles, son vulnerables. Al estar indocumentados, su posición es aún más complicada por la incertidumbre legal, la inestabilidad laboral, e incluso el abuso de poder.
Servicio Jesuita para los Refugiados
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