Sobre, pájaros, almas y libertades…

pag12_hayvida_web-14.jpgHace algunos años quise ser cuentacuentos y uno de mis preferidos se llamaba El pájaro del alma, de Mijaíl Snunit y empezaba así: Hondo muy hondo, dentro del cuerpo habita el alma…y dentro de ella en su centro, de pie, sobre una sola pata, un pájaro: el pájaro del alma…

Me gustaba porque trata sobre la libertad de ser y tomar la vida entre las manos. Hace también muchos años el jesuita Luis Pérez Aguirre, en el contexto de la dictadura uruguaya, terminaba un libro sobre los derechos humanos con un cuento muy parecido, pero esta vez el pájaro tenía un nombre: el pájaro alegría. Desde muy joven me ha apasionado este pájaro y me he esmerado en escuchar su trino y cuidarlo y conozco tantos y tan diversos en su plumaje y canto como diversidad de personas atraviesan mi vida.

Vivo un lugar plagado de asfalto, escombros, calles sucias y estrechas y la ausencia de árboles impide a menudo escucharlos. Sin embargo, a poco que prestemos atención y apuremos el oído, traspasando el gentío, el ruido de los bares y la carga y descarga de los furgonetas de compra al por mayor, es fácil detectar el pájaro del alma en las ansias de libertad de las gentes que recorren sus calles y en la esperanza que arrancan cada día a la vida. Pero el pájaro del alma tiene un secreto y es que sólo puedes detectar su canto si el tuyo está en tu centro, de pie, haciendo el equilibrio de mantenerse en una sola pata.

Este último mes mi pájaro del alma ha estado herido. Enmudeció de espanto en mi último viaje a Frontera Sur en el encuentro con los chicos y chicas de la calle, que transitan por el puerto y se esconden en sus campamentos de chabolas de plásticos. Perdió la voz en la escucha de las historias de vida truncadas por la guerra de los miles de familias sirias hacinadas en el CETI de Melilla, que pasan el día en la orilla del río a la espera de alguna noticia sobre su traslado a la península y su solicitud de asilo. Estas personas no son más que una pequeña muestra de los casi cuatro millones de refugiados y refugiadas que la guerra está generando y a los que la Unión Europea sigue decidiendo abandonar a su suerte. No en vano, España apenas ha ofrecido 130 ridículas plazas para el reasentamiento de estas personas en el año 2015 y a día de hoy aun no se ha llevado a cabo.

El pájaro de mi alma se ha sentido inundado de dolor y vergüenza con las últimas y cotidianas muertes en el Mediterráneo. El alma de Europa se está muriendo con cada inmigrante que alfombra el mar y que ha convertido el agua, símbolo de vida, horizonte y libertad, en un símbolo de muerte y de cultura de crueldad cómplice. Una Europa que permite circular libremente mercancías y capitales pero no personas y que hace del Mediterráneo la mayor Fosa común del mundo. Resulta además escandaloso que operaciones como la “Tritón”, prioricen la protección de las fronteras en lugar del rescate de vidas humanas, así como el escandaloso contraste de los 290 millones gastados en el control de fronteras, frente a los ridículos ocho millones designados para el Fondo de ayuda a los refugiados.

También este mes en Lavapiés ha sido difícil escuchar el pájaro del alma de las gentes que transitan sus plazas. Las plazas han estado vacías muchos días, pues la sombra del miedo a las detenciones, ante la planificación de varios macro vuelos de deportación, ha tomado con su sombra y tristeza las calles del barrio. Como dice un amigo senegalés, hay un mal espíritu cruzando las plazas y llamando a las puertas de las casas de algunos inmigrantes sin papeles, que con engaños y argucias intentan convencerles para que se pasen por las comisarías para un asunto urgente y de su interés, cuando en realidad se trata de una artimaña para ser detenidos y ejecutar su expulsión. A este mal espíritu que anda suelto por el barrio, el Servicio Jesuita Migrante, en su Informe sobre los CIES de este año, le llama “deportaciones express”.

La deportaciones exprés son expulsiones rapidísimas de personas migrantes, vecinos y vecinas que desparecen de nuestras calles de la noche a la mañana vulnerándose, en muchos casos, la tutela judicial efectiva y sin valoración alguna de las circunstancias particulares de cada persona. Actualmente, como denuncia el informe, este tipo de expulsiones supera en número a las que se habían estado realizando desde los CIES.

Creo que el mal espíritu al que se refiere mi amigo durante este mes me ha robado la voz y ha hechizado a mi pájaro del alma. Le ha quitado parte de su fuerza, aunque mi médico me insiste en que todo es culpa de una gripe vírica, incubada desde hace tiempo, que ha tardado en reventar y que, cuando lo ha hecho, me ha dejado físicamente muy agotada. En definitiva, nada que no se cure con unos días de cama, paracetamol e ibuprofeno. Pero yo, la verdad, creo que mi silencio y la pérdida de vitalidad del pájaro de mi alma tiene más que ver con la tristeza que ha tocado mi corazón por el dolor, el miedo y la violencia compartida día a día con tantos amigos del mundo en este mes tan duro que hemos atravesado juntos.

Por eso, para curarme no hay mas medicina que la de seguir a su lado escuchando su grito y denunciándolo, participando de su sueños y haciéndolos también nuestros, compartiendo relatos de sentido y aprendiendo juntos canciones de amor y resistencia. Dejándome curar y también cuidar por ellos. Por eso termino mi texto nombrando a dos de los desencantadores de mi hechizo: Mamadou y Modou, mis hermanos, los más grandes, los más dignos, los que en este mes tan duro que hemos vivido juntos más me han ayudado a rescatar la risa y sacarla de la caverna oculta donde el mal espíritu nos la había escondido. Tocar su alma y dejarles tocar la mía ha vuelto a poner de pie al pájaro de mi alegría y hacer que, poco a poco, vuelva su trino y pueda escucharlo por las calles de Lavapiés, a veces como susurro clandestino y otras, como grito.

http://pepatorresperezblog.blogspot.com

Autoría

  • Pepa Torres

    Teóloga y religiosa Apostólica del Sagrado Corazón de Jesús, vive en una comunidad intercongregacional en el madrileño barrio de Lavapiés. Allí apoya los movimientos sociales y la defensa de los derechos humanos, especialmente desde la Red Interlavapiés. Escribe en alandar la sección "Hay vida más allá de la crisis".

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