Gente pan

En mi barrio han abierto otra panadería, nada nuevo, si no fuera porque ofrece una variedad extensa de tipos de pan, repostería y otros productos derivados de la harina. Me alegro por los dueños y empleados, porque parece que el negocio les va bien. Lo cual viene a corroborar que  las personas demandan de nuevo comer buen pan o, al menos, tener una diversidad donde poder elegir y, conforme al poder adquisitivo, degustar un tipo u otro. Más allá de que algunas personas se dejan llevar por la primera moda que pase y entran en cualquier tienda nueva que se abre, aunque solo sea por curiosidad, creo que esto del pan es algo que se debe valorar y tomar con un poquito más de seriedad.

Gente Pan es la buena gente que es tierna y confortable

Barras de pan. FOTO: JOSELU BLANCO

Yo no viví ni la guerra ni la posguerra y ojalá nadie las hubiese tenido que sufrir. La historia y los años de carestía parece que se depositan en la basura general, no en la de reciclaje, porque, al menos, reutilizarlos nos enseñaría que debemos seguir apreciando las cosas sencillas y básicas. El llamado “pan negro”, símbolo de la pobreza tras la Guerra Civil española -y en la antigüedad considerado un pan de gente humilde- hoy se vende a precios elevados aprovechando la nueva demanda.

Otra cuestión es el derroche que se hace en distintas ocasiones, como bodas, banquetes, comidas de empresa y otros eventos, donde a veces se corre el riesgo de convertirlos en alardes de ostentación y donde el pan queda en un octavo lugar de importancia, por situarle en algún nivel. Si algo parece sobrar en esos casos es el cotidiano alimento. Ante lo cual creo que sería sensato preguntar a los comensales si lo van a probar o no para servirlo o guardarlo. Lo mismo que la cantidad de comida que se ofrece, porque ver desfilar kilos de pan, camino del contenedor de la basura se convierte en un desprecio para millones de personas. Disculpadme si me he puesto un poquito brusco, es que sencillamente hay situaciones que me duelen por lo que tienen de lamentables. No sé si hay que volver a besar el pan -o cualquier otro alimento- cuando se nos caiga al suelo pero tal vez eso nos haría tomar conciencia del aprecio que debemos tener a lo que nos alimenta y no dejarnos llevar por “el qué dirán”.

Por otro lado -y por no quedarnos en los aspectos negativos quiero hablaros de otras cuestiones. Seguramente, muchos hemos oído la expresión “ser más bueno que el pan”. La utilizamos para decir que alguien tiene bondad, generosidad e, incluso, posee un cierto grado de inocencia. En resumen, que es buena gente.

Más allá de esta expresión cotidiana, quiero presentaros a un tipo de personajes que poseen una serie de características que pasan desapercibidas y que, sin embargo, les hacen especiales y necesarios. Son la Gente Pan. Esas personas que se desmigajan continuamente sin importarles multiplicarse para que otros sigan sumando a sus vidas momentos de felicidad. Están hechas de sal, aportando ese matiz que potencia los sabores; de harina, que desde la finura y ligereza acoge otros caracteres y forma una masa compacta donde acoge y da cabida a personalidades diversas e incluso dispares. También están hechos de agua, elemento imprescindible para la vida y sin la cual no podríamos vivir. Aportan esa hidratación necesaria para mantener el ánimo fresco. Han aprendido que el reposo y la espera son necesarios para que puedan fermentar las cualidades que cada cual tenemos, pero que previamente hay que amasar para, una vez moldeados, puedan multiplicarse. Han pasado el crisol del fuego y el calor, que algunos llaman Espíritu, para adquirir una textura concreta.

Son personas que nos alimentan, nos nutren las esencias de lo humano, recordándonos que si saboreamos los gestos, las sonrisas, las miradas de ternura… conectamos con lo que nos trasporta a la felicidad. En algunos casos también nos vinculan con lo trascendente y vemos en ellas un reflejo del Dios Tierno que se sigue haciendo presente en las cosas cotidianas como el pan, a ser posible, sin conservantes ni colorantes.

Que el pan nuestro y de todos no nos falte a nadie ni hoy ni nunca.

jukaprieto@hotmail.com

Juan Carlos Prieto
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